Hurricane Bob Dylan! 6 de julio 2008, Rock in Rio, Madrid.

Permítanme que empiece la crónica del pasado domingo del Rock in Rio por Bob Dylan, la leyenda norteamericana, once conciertos por España en las dos últimas semanas, antepenúltima parada el pasado día 6 de Julio en Arganda del Rey, no es más que otra muesca en el revolver de alguien que ha decidido morir con las botas y el sombrero puestos, encima del escenario.

Ya lo dijo en su libro “Crónicas”, del hastío de verse rodeado de un público de su quinta que ya no esperaba nada de él, excepto la retahíla de éxitos mal desempolvados. Decidido a no convertirse en momia en vida, probó a reinventarse por el camino de retorcerles el brazo a las canciones hasta que a éstas les cambiara la cara por completo.

No es fácil ser Fan suyo, él ha decidido ser exigente con ellos, requiere paciencia y atención para disfrutar, Dylan no saluda, no hace chistes entre canción y canción, no regala nada, es un músico, no un showman.

Con Bob Dylan se da la paradoja de que todos sus conciertos son iguales y distintos a la vez, completamente intercambiables uno por otro. Este Dylan de la gira que empezase en Febrero, Dallas, toca el piano, más en la espiral de locura del desafine, armónica a destiempo, magia musical propia de la espiral Dylaniana de locura interna, suma la carraspera al desafine para conseguir una voz que es como si te hablara el mismísimo Satanás, a mi me parece la bomba.

El repertorio del domingo, muy intimista y diferente a los de la gira española, hizo que los neófitos se sintieron algo defraudados, como casi siempre, por el deterioro de su voz y la aparente desgana que le embarga, aspectos que en absoluto molestan a los incondicionales, a quienes han aprendido con los años a buscar la esencia de la canción por encima del show interpretativo.

Yo estoy aún saliendo de una nube y eso que cada vez que lo veo en directo es una experiencia completamente diferente a las anteriores. Con un público heterodoxo por ser “suave”, éstos se equivocaron pensando en alguien domesticado, Dylan “jugó” con ellos todo el recital. Bajó la luz del escenario, obligó a que le quitasen todas las cámaras de televisión, alargó el concierto 40 minutos más, después su primera canción “Rainy day women # 12 &35”, a los sones de “ they’ll stone you when you are trying to be so good and just they said they would”, premonitorio de lo que pasaría…, soltó la primera de múltiples carcajadas.

Entremezcló en sus 15 canciones del repertorio su grandioso y último album Modern Times, Highway 61, Love & Theft, Blonde on Blonde y Time out of mind.

Tony Garnier, George Recile, Stu Kimbell, Denny Freeman y Ronnie Herron, “His Band” portentosa banda de country-blues con matices de rockabilly inteligente y algo de swing, músicos arenosos que nada tienen que envidiar a The Band o los últimos, mis admirados Charlie Sexton y Larry Campbell, una maravilla en definitiva.

«Rainy day women # 12&35, it ain’t me, babe, just like Tom Thumb’s blues, Rollin’ & Tumblin’, just like a woman, high water, tryin’ to get to heaven, it’s alright, Ma (I’m only bleeding), spirit on the water, highway 61 revisted, Nettie Moore, Summer Days, Balad of a thin man, thunder on the mountain, like a rolling stone» fueron sus canciones.

La única concesión al gran público fue el cierre, «Like a Rolling Stone«, la cantó como quiso, después se acercó al borde del escenario con su banda, y un minuto más tarde ya tenía su pie apoyado en el primer escalón de su autobús, bueno, él lo llama “su hogar”, su cabeza estaría ya en otro concierto, like a rolling stone que no se detiene nunca… ”people are crazy and some times strange, I’m locled in tight, I’m out of range, I used to care, but THINGS HAVE CHANGED… debe pensar Bob Dylan.

Lo segundo mejor de la noche fue Franz Ferdinand, el grupo escocés que actuó emparedado entre Bob Dylan y Lenny Kravitz, dispusieron arder Troya en 60 minutos, cual Jim Morrison/Ramones del siglo XXI aceleraron tempo y ensalzaron canciones sin dejar un segundo de respiro entre una canción y otra. Su propósito fue dar un espectáculo intenso de sonido y luminotecnia. La gente enloquecía con «take me out», «this fire» y «do you want to», sus estribillos electrificaban el suelo y te obligaban a saltar, quisieras o no, se metieron al público en el bolsillo.

La sorpresa fue que la banda encontró tiempo para presentar cuatro nuevas canciones. Me cuesta pensar donde estarán dentro de 10 años, pero tampoco me preocupa, el placer que desprende su música invita a disfrutar del momento y ése es ahora perfecto.

Café Tacuba, para mi la mejor banda en directo mejicana con diferencia, abrió fuego delante de las 45.000 personas, potentísimos en directo, mezclando su pop rock mariachi, levantaron e hicieron vibrar al público a ritmo de funk al más puro estilo de James Brown, «la chica banda, ingrata, rarotonga, eres, la muerte chiquita», fueron algunas de las canciones que sonaron…

El cierre del Rock in Rio llegó a cargo del que algunos piensan que hace un “rock desnatado”, Lenny Kravitz, mezcla esa noche de Curtis Mayfield, Marvin Gaye, Al Green, Prince y Hendrix, empezó con fuerza con «Bring it on», «always on the run» y «dig in».

Después de quejarse de que la audiencia quedaba lejos de él, del humo que le hacía imposible cantar, entremezcló con gran potencia su mejor repertorio, llegó hasta romper su guitarra al final como Neil Young en días anteriores, a mí me deslumbró en directo, una banda alucinante, un sonido electrizante y una entrega total del neoyorkino, portentoso al ir alternando instrumentos musicales y cambiando registros de voz, entregado al público sobradamente, absolutamente un final apoteósico para esa noche.

Tiesto, Concha Buika, Zeno and the Stoics y Jet lag, pasaron con más pena que gloria ese día por el festival.

La respuesta, mi amigo, de todo el festival Rock in Rio, is blowin’ in the wind…

 

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