Infierno y cumpleaños de Angus en Barcelona con AC/DC, 31 de marzo 2009, Palau Sant Jordi

AC/DC, 31 de marzo 2009, Palau Sant Jordi, Barcelona
AC/DC el pasado 31 de marzo de 2009 en el Palau Sant Jordi de Barcelona.
AC/DC, 31 de marzo 2009, Palau Sant Jordi, Barcelona
AC/DC el pasado 31 de marzo de 2009 en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Esta vez no iba a dejar pasar la ocasión, lo tenía muy claro, ver un concierto de AC/DC, aunque sea una vez en la vida, y ¡encima siendo el cumpleaños de Angus Young!

Era como estar en el infierno, no paraba de llover fuera del Palau San Jordi, barro, 20.000 incondicionales, fue la noche de los cuernos rojos y brillantes, antes una maravilla de teloneros, los irlandeses The Answer, puro rock and roll y pasión, llegarán lejos.

Nueve años después vuelven a pisar España, y presentan un muy buen disco “Black Ice”, ya se sabe For those about to rock, Angus Young, Malcolm Young, Brian Johnson, Cliff Williams y Phil Rudd, el show comienza y se apagan las luces.

Espectacular montaje intro-vídeoclip en el escenario, al más puro estilo Manga, voluptuosas y lascivas mujeres, una máquina de tren hambrienta acaba estrellándose ante el público, lenguas, penes, infierno, fuego, mucho cuero…

AC/DC se planta frente a nosotros, y el rugido de aprobación fue ensordecedor, casi como debe sonar un tsunami, es «Rock & Roll Train» un tema impresionante de su último disco y atacan con ella, el Palau se viene abajo, se comprende que la imagen de 20.000 personas cantando a gritos y saltando me dejara boquiabierto, pocas veces he visto un concierto donde el público no para de hacerlo desde principio a fin ¡maravilloso!

Brian Johnson parecía un estibador con su boina y camisa negra, Angus, ya se sabe, es el school boy que a toda madre le disgustaría tener, muerden con ganas desde el primer momento que pisan el escenario y apenas dan tregua durante las 2 horas en este comienzo de la gira española de los australianos.

Esa fue la noche de los instintos del rock más primitivo, sin evolución eléctrica, ahí es donde radica el animal del grupo, venas en el cuello hinchadas, rock salvaje, reptiliano, rock coriáceo, apretones de dientes al más puro estilo Stiff upper lip, sudor en catarsis, muralla de amplificadores Marshall y volumen ensordecedor, las canciones van cayendo como pedradas sobre una plancha de metal, sin bajar el pistón Hey You!!!

Llegan los «Hell Ain’t a Bad Place To be, Back In Black, Big Jack, Dirty deeds done dirt cheap, Shot Down in Flames», sin bajar el pistón, con los clásicos ya marcando la pauta, el concierto avanza ya con la sutileza de un tractor hacia el paroxismo.

¡Qué canciones!, son tan buenas que la gente entra en delirio infernal, esos riffs hacen que el techo del Palau se envuelva cada vez más en una humareda de estupefacientes, ideal para colocarnos gratis.

Tras esos platos fuertes llegan los acordes de acero de «Thunderstruck y Black Ice», aquello olía todo a cerveza, la gente gritaba, ya no era un concierto de AC/DC, era el infierno, 20.000 almas de músculo y sudor.

 

Llega el blues en su estado más puro con «The Jack», Angus highlight, striptease, locura general, cervezas derramadas, cuernos rojos, ya sólo nos quedaba tocar las campanas en ese infierno, y Brian Johnson nos ayuda colgándose a una monstruosa campana sobre el escenario, es «Hells Bells», y como si de balas en el cargador se tratasen «Shoot the thrill», apoteósica al igual que «War Machine» y «Anything Goes». Las notas ya se nos clavaban en nuestros cerebros como astillas, el volumen era brutal, la traca final estaba llegando y de nuevo los riffs de «You Shook Me all night long» y  «TNT», aparece Rosie, una muñeca inflable de 25 metros de alto, la historia del encuentro de Bon Scott con una prostituta, medias y corsé rasgados sobre el escenario, «Whole lotta Rosie» y «Let There Be Rock», se termina el concierto y maratón de Angus toda la noche con su clásico duck walk de Chuck Berry, el encore final era para su cumpleaños y para todos nosotros, «Highway To Hell» y «For Those About To Rock».

Si los Young y Johnson están dispuestos a enfilar los 60, enfurruñados como adolescentes, no descarto hacer lo mismo de cuando en cuando, empiezo el concierto como un adulto, lo disfruto como un quinceañero y cuando termina duermo como un bebé.

Con una sonrisa en los labios y los oídos sangrando, salimos del Palau pensando ya en el próximo concierto de ellos, y preguntándonos si éste ha sido el mejor concierto infernal de nuestras vidas.

 

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