Suena la campana, parece que sólo ha sido un segundo desde que me dejé caer, pero los demás dicen que ya es la hora. Wilco, las sienes me palpitaban, las rodillas se me doblaban, aunque el anterior asalto lo gané, también puedo con éste.
Cogí mi chaqueta y botas country, y conduje hacia el Auditorio, era como si fuera en el Buick del 46 de Neil Young, quería estar en otro tiempo, la primera vez que los vi fue en The Wiltern, Los Ángeles, y luego a Nels Cline tocando con los Geraldine Fibbers en Eagle Rock, también en L.A., y luego aquella actuación memorable de Nels tocando su guitarra en una película muda de Lon Chaney.
Se decía durante un tiempo que España solía quedarse fuera de las gira estelares, cuando la expresión «el concierto del año» tenía algún sentido. En este 2009 con AC/DC, U2, John Fogerty, Springsteen y otros tantos por ver, atreverse a decir que has visto el concierto del año es una temeridad, pero para no pillarme los dedos, afirmo que el concierto de Wilco ha sido el del año en Tenerife, sin ninguna duda.
Aún sabiendo quiénes estaban sobre las tablas del Auditorio de Tenerife, me esperaba una riada humana involuntaria, que me provocase una cierta satisfacción de ver caras de felicidad de la gente creyendo haber encontrado el camino hacia la tierra prometida.
Jeff Tweddy, uno de los compositores en activo más grandes en Norteamérica, piensa en buen áspero y seco country/folk/rock: guitarras Neil Young fundidas, y Stones/Rod Stewart tipo de rockers.
Únelos, añade poesía, Gram Parsons, añade visión, John Lennon, innovación y brillantez, esparce un beso a las grandes corporaciones, agita lentamente, agita ahora violentamente ¡son Wilco!
Para una banda a menudo descrita como «alt country», los de Chicago hacen que el rock sea vivo.
Jeff Tweedy y sus cohortes, Nels Cline, guitarrista descomunal, Pat Sansone multi-instrumentista , Martín Jorgensen, teclados, Glenn Kotche, batería, y John Stirrat, bajo.
Con unos minutos de retraso se plantó la banda frente a su público y el rugido de aprobación fue ensordecedor, tras un breve saludo atacaron con «Wilco the song», auténtica primicia de su nuevo álbum «Wilco (The Album)»; le siguieron «Hummingbird» y «Hell is Chrome»; ya tenían al público comiendo en sus manos, y sonando como los mejores bits de Creedence Clearwater, Fogerty, ¡cómo no!
Durante «Hanshake drugs» uno se derrite con la guitarra de Nels Cline. El público despegó el culo de sus asientos y estalla, pareciera que Billy Bragg ha entrado en escena con sus letras y acordes de «Heart like a wheel» ¡Qué canciones, Qué barbaridad! Jeff comunicativo y locuaz con la audiencia, supo tender un puente entre espectadores y la banda, preguntando al público sobre cómo pronunciar el Teide, de qué vivíamos nosotros en Tenerife, etc., y contando anécdotas sobre el tranvía y su publicidad, a raíz de una de las siguientes fotos tomadas por quien escribe y publicada en Wilco World, el sitio web oficial de Wilco y en Wilco Club, el sitio web español dedicado a Wilco.
El concierto transportaba a los allí presentes a un tiempo que no era éste; la perfección de cada nota chocaba con las emociones sin calcular en cada acorde que pulsaban, sobre todo «Ashes of American Flags«, seguramente una de las canciones más importantes de la presente década grabada por cualquier músico.
Llega otro tema nuevo del nuevo disco: «Bull Black Nova». Rock esotérico, mágico ¡fantásticos! mis pies piden clemencia, con todos los músicos aporreando juntos la batería, qué jeringazo de adrenalina directo al corazón, fue el momento del batería Glenn Kotche, que llegó a levantarse del escenario y Jeff bromeando: «¿qué clase de batería de rock and roll es éste?»
Invocan de nuevo a Gram Parsons, The Rolling Stones y Neil Young, con «You are my face» y «Jesus, etc». El momento bisagra es «Imposible Germany», otra de las canciones que harán historia. Nels Cline tiene un protagonismo escénico que permite que la sensación estos días se acerque más al genuino sentimiento de estar viendo a una banda histórica; quitaba astillas a su infierna guitarra en cada acorde, una auténtica bestia del escenario, «I’ll flight», cuando Cline cerraba los ojos, ese pedal steel nos hacía encontrar nuevas vías de escape para expresar paisajes emocionantes, y en «Poor Places», «Reservations» y» Spiders», los sonidos, de construcción, sampleos, efectos electrónicos de buen gusto, perfección desengrasada, distorsiones y poesía llegan a su máxima expresión ¡qué banda Dios!
Llega la primera parada, «first encore», el repertorio seguía esparciéndose en sus cenizas americanas, haciendo referencia a iconos de sus propias composiciones del gran Crazy Horse y Yoko’s man, en las exquisitas «The Late Greats», «Hate it here», «Walken» y «I’m the Man Who Loves you».
Gigantes del escenario salen para un segundo «encore» en el que tocan la obra de arte, «Misunderstood», de uno de los mejores álbumes de la historia del rock and roll, «Being There», una canción que habla sobre un chico que no renuncia al rock star dream, Tweedy, genio, lucha contra sus demonios; la banda medita en el amor, la pérdida, adicción a la drogas, depresión, luchas internas…
«nothing! nothing! nothing! nothing at all…». El Auditorio absorbe las vibraciones, raíces stonianas casi se viene abajo; sientes que te están centrifugando, «Do you still love rock and roll?» Terminan con «I’m the wheel», directo apabullante, descarga de energía, austero planteamiento escénico, unas luces adecuadas conducidas por el experto Víctor Luque que actuaban como ametralladoras contra el respetable cuando la intensidad lo requería.
Yo no sé quién diablos es el equipo técnico que llevan en sus giras, pero estos tipos saben lo que se hacen, lo mejor que he oído nunca en el Auditorio, cerraba los ojos como Nels Cline y era como si viera a Walter Brenan, Nels y a Gary Cooper, Jeff, en The Westener ¡Qué duelo! «Do you still love rock and roll?».
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