Eilen Jewell «High Shelf Queen» apasiona en Madrid y es firme heredera al trono de la Americana Noire.

Eilen Jewell
Eilen Jewell y Jason Beek
Eilen Jewell
Eilen Jewell y Jason Beek

Desde el pasado 23 de octubre tenemos heredera al trono de la Americana Music, Eilen Jewell, “The Queen of the Minor Key”, con permiso de Gillian Welch, Zoe Muth y de la “Reina Madre” Lucinda Williams. Los feligreses en día de domingo, reunidos en la catedral madrileña El Sol, pudimos ver que una luz dorada inundaba el escenario, la “Queen” de la Americana Noire hizo que El Sol brillara esa noche.

Los súbditos estábamos de suerte, unos días antes, otro “príncipe” se coronaba en la capital del reino, Bonnie “Prince” Billy, otro siervo que ha sabido moverse muy bien por los terrenos del neocountry y otros ambientes musicales diversos.

Y es que, como ocurriera en el filme de Robert Altman, “Nashville”, el rompecabezas de la jerarquía nobiliaria se cerraría como con el rey de la cinta, Henry Gibson ¡y dimos con él en uno de los pasadizos más antiguos de la capital del reino! Jose Ramón Julio Martínez Márquez “Ramoncín, el Rey del Pollo Frito”, la familia real musical por unos días en Madrid :-).

Y tal Jack Kerouac (En el camino), John Steinbeck (Tortilla Flat) o Ray Blackston (A delirious Summer) de manera irónica, cojo mi coche y enciendo la radio “Faraway Eyes” de los Rolling Stones (“Iba por Bakersfield camino de casa un domingo temprano por la tarde, escuchando música gospel en una radio, cuando el predicador dijo ‘sabes que el Señor siempre está contigo’, me sentí tan contento al recibir tal noticia que me salté veinte semáforos en su honor, gracias Jesús, gracias Señor”).

 

Nuestro primer destino, Radio City discos, visita obligada para cualquier melómano que se precie, ¡maravilloso establecimiento Jesús!, aquello era como estar circulando por una enorme pradera de Idaho, y donde un camionero te señalase con su pulgar la señal que cruza con la carretera de la Ruta 66, esa que te dispara hacia el oeste a través de distancias increíbles.

De ahí cogí el volante y conduje hacia esa vieja iglesia en el nº3 de la calle Jardines, la Sala El Sol, contemplando a través de la ventanilla el río Manzanares, cual Mississippi, seco en la bruma otoñal, bajo de agua, con su rancio y poderoso olor que huele igual  que esa América en carne viva, igual que el pasado año durante el concierto de Eilen Jewell el 17 de octubre de 2010. (lee la crónica).

El sol se puso del todo, cerca del “Ball-Room” de la Sala El Sol, límite de nuestro viaje en coche, ahora ya casi la podía ver allí delante como si fuera la “Tierra Prometida”, oscuridad púrpura entre las estrellas, aquello se convertiría por unas horas en un Honky-Tonk iglesia en la que alrededor de unos 500 fieles estábamos ya en el garito, campesinos, vaqueros, camioneros, pluriempleados, y desempleados esperábamos ya, copas en mano, en el banco de billetes del tren, la gente más que hablar gritaba y sobre todo predominaba un fuerte sonido de fondo producido por el tintinear de vasos y botellas de whiskey.

Los músicos comenzaban a alinearse sobre el escenario, Johnny Sciascia (contrabajo o upright bass), Jasón Beek (batería y marido de Eilen) y Jerry Miller (guitarra) componen ese sonido irresisitible como banda, música arenosa en la que el sheriff Miller con su Gretsch, su sombrero Stetson y gafas oscuras, iniciaba sus diabluras durante los primeros compases de “Radio City” una coctelera de temas de Dick Dale, The Cramps, Santo & Johnny, John Barry, el “Twilight Zone” de The Ventures, o el Wipe out” de los Surfaris, ¡sublime!, homenajeando, como no, a la Radio City Discos de Plaza Guardias de Corps 1, en Madrid.

Sonaban ya como un tren a toda máquina, las luces se atenuaron y sin más ceremonia, Eilen Jewell apareció rauda por un lateral del escenario y se bebía la primera de las muchas ovaciones de la noche, vestida con un impecable traje negro y botas cowboy, y armada de su inseparable guitarra firmada por Loretta Lynn, Wanda Jackson, Mavis Staples y Emmylou Harris.

Todo hacía presagiar que los fantasmas de Bob Wills, animado por Bessie Smith, Billie Holliday, Ernest Tubb, George Jones, Kitty Wells, Lefty Frizzell, Webb Pierce y Jessie Mae Hemphill (su héroe), se dieran una vuelta por allí a escuchar aquellos sonidos honky-tonk, blues,  western swing, country y blues.

“I Remember you”, insuperable, preciosa voz y letra, o sería más apropiado decir garganta, porque las notas surgen volcánicas de los pulmones de Eilen, pero no cobran verdadera personalidad hasta que pasan por esas cuerdas vocales arañadas, lamento de los instrumentos, todos queríamos morir con ella, soñábamos con perdernos para siempre en sus brazos como en el film Malas Tierras (Badlands) de Malick, auténticos efectos visuales, comparando a Bonnie & Clyde. El pasado año presentó el mismo tema titulándolo aquella vez “Lucky one”.

“Hola Madrid, qué tal” fueron sus simpáticas palabras hacia los feligreses, de aquí hasta el final del recorrido no paró de interactuar, bromear y hacer peticiones a sus fieles seguidores, “gitanos” como ella, y que cita Eilen en una de sus canciones al recordar que una gitana le dijo a su madre que sería la  “Queen of the minor key”.

En seguida rodábamos de nuevo, se podía oler en aquellas solitarias paredes de ladrillo, el olor a maíz como rocío de la noche, encantadora Eilen despegaba enérgicamente al igual que su compacta banda con voodoo’s, oscuridad, maderas viejas, cultura del automóvil  y vagones de tren con “Warning Sings”, “Rain Roll In”, “Heartache Boulevard”, “Home to Me”, hasta su siguiente parada, deslizándose hasta“High Shelf Booze”, sí, ese alcohol llamado Eilen Jewell y toda su banda, el de mejor calidad, el que tenemos siempre escondido en la balda superior de nuestra cocina o armario, estaba listo para ingerir.

En esos instantes ya deambulábamos todos por las vías del ferrocarril y esas ciudades desiertas como nadie, los momentos memorables, por decir algo, todo el concierto lo fue, se sucede cuando el depósito de locomotoras estalla y empieza a arder todo aquello con “Deep as your Pocket” y“Blue Highway”.

Eilen Jewell encadena una serie de homenajes, en forma honky-tonk, a sus héroes favoritos como Loretta Lynn en su mayoría,  una mujer como ella que lucha por sus derechos, combinando siempre feminidad, libertad y tradición, siempre con nuevos aires, en “Deep as your Pocket” mantiene a todos los hombres en su sitio, manteniendo siempre sus “fardos” sexuales en sus sitios y que no los posen en las de otras. En la mayoría de sus canciones expresa Lynn su concepto de fidelidad y su rechazo a la “traición sexual”.

Claramente Jewell se opone frontalmente como Lynn, aquellos temas como Stand by your Man” de Winette, donde se aplaudía al hombre que esperaba a la mujer para desposarla. Eilen en su brazo izquierdo lleva tatuado el triángulo de un billete de dólar, el ojo de la providencia, en cierta forma representa la omnisciencia country.

Con “Final Hour” se creó tal sigilo sepulcral que podía escucharse hasta el tembloroso chirriar de las cámaras fotográficas, los matices de voz siguen creciendo año tras año, sacándole cada vez más partido, a pesar de que se notaba el cansancio llevado tras su gira por Estados Unidos y una primera parada en Europa a comienzos de año. Eilen, como su “hero” Loretta Lynn, hace más de doscientos conciertos anuales.

Atmósferas espectrales de Jerry Miller, pie de Sciascia y tambores asustadizos de Beek, era la Jug Band soñada por todos nosotros, mientras Eilen entonaba esas melodías melancólicas hacia corazones rotos y queja hacia el amor.

Eilen Jewell seguía bebiendo sobre el escenario, el mejor alcohol posible, y nosotros bebiendo whisky de marca “High Shelf Queen Eilen”.

Imparable concierto hasta ese instante, las persianas de las calles colindantes a la sala, subidas para escuchar el espectáculo humeante  de los trenes y hot rods, era como un ¡¡hey, súbete que va a ser un viaje largo!!

El resplandor del sol fue tan grande con “Bang, Bang, Bang”, “Fist City”, y “The Girl that radiates that Charm” que hizo crujir la vieja madera de la sala, ¡¡ el sol se puso hasta rojo!!, y aquel instante fue un momento inequívoco en mi vida, miraba hacia el techo lleno de grietas y auténticamente no sabía quien era yo durante unos extraños segundos, ¿sería el high shelf booze, sería Eilen?

Estaba a medio camino atravesando Norte América de nuevo, en la línea divisoria entre el este de mi juventud y el oeste de mi futuro con Eilen Jewell. Ella nos tenía preparados el revolver de calibre 6 a todos con su magnífica, desgarradora y con gran sentido de humor “Bang, Bang, Bang” y su cupido siniestro, un rythm & blues honker que cumple todos los cánones.

Sin armas, todos a golpes con “Fist City”(Lynn) y sacando bandera blanca con “The Girl that radiates that Charm” otro homenaje al “gran desconocido” Arthur Alexander, aquel pionero que conjugó soul y country como nadie, los Rolling Stones bebieron mucho del de Alabama, FAME, Muscle-Shoals, “You better move on”, debieron pasar miedo los encargados de las barras, esas que temblaban al ritmo de la música.

Con “Santa Fe” volvíamos a la carretera en la oscuridad, es su tema favorito, eso se notaba, el convoy Eilen seguía hacia esos confines hillbilly, empleando estilos musicales de los años 50 sobradamente arraigados, prueba de ello gospel con “Taggin’ along with Jesus” (George Jones), electro shocks con “Sea of Tears” y “The Darkest Day” (Lynn) y nos devora con canciones que llegan al corazón como “Fading Memory”.

El Sheriff y vaquero Jerry Miller se escapa a Gernika para terminar de emborracharnos con  “Kalimotxo”, “I’m gonna dress in Black” (Them), “Shaking all Over”, y terminar con el encore “Queen of the Minor Key”, aquello iba a ciento ochenta kilómetros por hora, pura exhuberancia, I Wanna Management.

Apabullante el “Shaking all over” final versionando a Johnny Kid & The Pirates, intercalando Jerry Miller riffs de temas como del “Paint it Black” de los Stones, el “Miserlou” de  Dick Dale, The Cramps, Santo & Johnny,  «Los Siete Magníficos» de John Barry, el “Twilight Zone” de The Ventures, o el “Wipe out” de The Surfaris.

Hubo tanto regocijo en cada aplauso del público por aquel espectáculo sobresaliente y tan emocionante, como de costumbre, que nadie quería dejarlos marchar.

La música de raíces (Americana Music) está ganando impulso y está en su mejor momento el country & Blues-Rock desde hace años, cada temporada genera nuevos fans, (esos impulsos rebeldes al corazón humano) y reconocimiento pese a que la economía musical parece hundirse.

Con Eilen Jewell huimos a esos eriales dorados tipo Shel Silverstein, carreteras abandonadas y aparentemente interminables, y asientos traseros.

El concierto fue un gran homenaje a esos paisajes sobrecogedores de belleza que irradian polvo y calor.

 

“Había quedado con una chica, pero llegaba tarde, y pensé que cuando llegara, ya la chica se habría marchado. Se habría ido con el primer camionero que encontrara. Con gran sorpresa vi a la chica, allí sentada en la esquina, con lágrimas y empeorada, era la chica de los ojos ausentes”

“Faraway Eyes”, The Rolling Stones.

 

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