La extensa gira de presentación del primer álbum de Gardner, un niño prodigio del pop holandés del presente, fue una constatación de que un artista que controla todo el proceso de creación de un disco, puede dejarse rodear por músicos afines que le ayuden a corroborar sobre un escenario el nivel de su creación.
Así, el tímido Jacco se presentó en un escenario cómodo y ante un público devoto que había absorbido su disco con pasión. Y lo hizo rodeado de músicos brillantes que le aupaban en el sonido, especialmente quién se empleaba con la guitarra de acompañamiento, Keef Groenteman, usando una acústica con pastilla que recordaba los efectos del sonido ácido británico de finales de los 60; algo de lo que se nutre especialmente Gardner. Porque este joven holandés que manufacturó uno de los discos más exuberantes del pasado año, ese “Cabinet Of Curiosities”, plagado de esencias barrocas, como lo que a él le gusta, bebe de las fuentes del eternamente recordado Syd Barrett, pero también de las huestes del ambiente de Canterbury, con el reflejo de Kevin Ayers planeando sobre sus melodías o, los que siempre él reconoce, Left Banke, un grupo neoyorkino muy británico.
Y en directo repasó cuidadosamente todo el disco, alargando por momentos los estados climáticos que en estudio no quedan tan atmosféricos. A veces, en temas como “Clear The Air” o “Where Will You Go”, dos gemas bucólicas que ganan sobre el escenario, Jacco vocalizaba como un Pye Hastings (Caravan) en sus primeros años, sin ahondar profundamente en las tesituras vocales de la psicodelia más laberíntica; lo que descubre claramente que el lado que persigue Jacco está mucho más cercano al concepto de pop rodeado de constelaciones y arreglos, por encima de la tensión climática de lo ácido, que entrega con cuentagotas en ciertos instantes de la actuación. Instantes en los que parecía retrotraer aquellos momentos de Pink Floyd, antes del éxito, cuando improvisaban en Pompeya.
A Jacco Gardner sólo le falta una cosa: más presencia. Su personalidad se la guarda para la composición, su talento lo reserva para el estudio de grabación y reparte el protagonismo en directo con sus compinches, Jasper Verhulst al bajo, impecable y matemático en todo momento, Ben Rider al teclado y Jos Van Tol a la batería. Supongo que será cuestión de tiempo, de rodaje, pero a alguien que es capaz de creas cosas como ese mágico disco, se le espera una arrolladora puesta en escena y no sólo un bonito espectáculo. Tiempo y genio tiene, ganas ya veremos. Aún así, concierto memorable de una de las figuras para el pop del futuro.
Fotografías de Juan Carlos Pestano.
