Tras un rato esperando a que acabase el “derby” futbolístico y después del gol de última hora, nos dirigimos público y músicos a cumplir cada uno su labor de esa noche. Eramos pocos, pero sabíamos a lo que íbamos.
Empezaron Los Diplomáticos con su descarga de bonitas canciones a medio tiempo. Sonaron precisos, potentes, se nota la calidad y el buen hacer de toda la banda. La voz de Pedro sonó mejor que en los conciertos que podía recordar, acompañada perfectamente por los coros de Juliana y Quique.
Se hace muy grande el tipo ahí arriba y su elegancia componiendo como ingrediente principal, se transforma en directo en un plato exquisito y de digestión muy agradable. Los hermanos Díaz nunca fallan, Quique con esa pegada potente a la batería que tanto me gusta y Francis a la guitarra, en su espacio-burbuja que crea en el escenario, cuando se nota que está disfrutando de verdad.
La figura imponente e inquieta de Queco al bajo, bordándolo y arropando en todo momento a su compañera. Ella, Juliana, la más elegante de la noche a los teclados y percusiones varias, con un pelín de nervio escénico, pero cada ver lo hace mejor y con muy buen gusto, ese colchón de Hammond suena a gloria. Subió al escenario Rubén de The Cassavetes para acompañarles en “Elvira” como buen fin de fiesta.
Casi inmediatamente saltaron al escenario The Cassavetes y literalmente lo barrieron… Fueron el complemento de sus predecesores en el escenario, descargando una intensidad que nos dejó a la mayoría con la boca abierta (y los oídos pitando). Que buen puñado de canciones y aprovechando las palabras en tono de disculpa por su imperfección hacia el respetable, que dirigía Rubén desde el escenario, ¡que imperfección tan perfecta!.
Hay temazos. No digo más… A destacar las guitarras a generoso volumen de Rubén y la de Carlos que complementaba hábilmente al líder de la banda y le ponía un punto de sensatez a la voz principal con sus perfectos coros. La base rítmica fue impecable, con Fran a la batería, sincero y contundente y Jesús al bajo, otro tipo muy preciso y que para mí fue el que mejor se movió en el escenario esa noche.
La cabronita de Rubén acabó volando y estrellándose en el escenario, aunque según el último parte facilitado por él mismo, no ha sufrido daños, de lo cual nos alegramos. Suena bien ese pequeño diablo.
No nombro canciones, aunque canté unas cuantas durante las dos actuaciones, sobre todo alguna de Diplomáticos que oí por primera vez hace muchos años, de esas que maduran muy bien. También hubo alguna composición de estreno muy prometedora.
En esta discreta crónica he preferido hablar de músicos que de música, si les apetece, están invitados a disfrutar de ella en sus próximos conciertos. A la mayoría de los que estaban ahí arriba, los conozco de hace años y nunca defraudan.Hay fuelle para rato y a cada tocata, obviamente más calidad que hace años.
Los que asistimos al concierto, nos fuimos a acostar, con la sensación de haber asistido a un momento único. Yo desperté al día siguiente con una sonrisa, gracias amigos.
Todas las fotos son de Javi Felipe, muchísimas gracias.