JAMES JARED NICHOLS se presentaba por primera vez ante el público madrileño en la sala Wurlitzer Ballroom la noche del pasado 30 de Abril. Escaso poder de convocatoria tuvo J. J. Nichols, medio centenar de público apostó por el americano e intentar disfrutar del power blues que practica junto a sus compañeros Dennis Holm a la batería y Eric Sandin al bajo consolidando la formación clásica de power trío.
Con una gran fortaleza salieron a proyectar un gran concierto, inspirado en los viejos corsarios del blues, desarrollado en su extensa totalidad con temas propios y alguna que otra versión. Desde los inicios el sonido fue lo peor de la noche, el ensordecedor volumen y los estridentes solos de guitarra hicieron mella en los oídos del público, fue una lástima el no apreciar con claridad los temas, incluso me atrevo a decir que los músicos no estaban en su salsa, algo falló.
Aunque el concepto de J.J. Nichols sobre el directo es dar caña y más caña basado en un blues rock contundente se ceba en demasía con los solos de guitarra recorriendo el mástil de una forma vertiginosa, a veces desordenada, con la particularidad que toca sin púa. Se atrevió a mezclarse entre el público y arrancar un tema sin necesidad de micrófono.
Al chaval ganas y habilidades no le faltan por abrirse hueco en el mundillo del rock, tiene una buena puesta en escena y ha sus veintidós años le queda mucha carretera por recorrer, pero en la formación de trío hay que cuidar que los tres músicos se mantengan al mismo nivel bajo, batería y guitarra deben de estar a la misma altura o si no el taburete cojea. Al final salimos todos con un molesto pitido de oídos y algo decepcionados por el defectuoso sonido, por supuesto que no estoy sepultando a este guitarrista y hay que darle una siguiente oportunidad, otra vez será.