Para entender qué es y por qué existe el festival Keroxen, en Santa Cruz de Tenerife, quizá deberíamos antes ejercitar un poco la memoria. Corría el año 1930 cuando la compañía CEPSA eligió la isla de Tenerife para instalar la primera refinería de petróleo privada de España —la ley no permitía este tipo de iniciativa privada en territorio peninsular—. La isla conocía por fin la estética industrial que, medio siglo más tarde, marcaría todo un movimiento artístico, urbano, contracultural, rabioso, electrónico, cuyos principios fundamentales y superficiales continúan aún en constante exploración. Cuando las instalaciones primitivas de CEPSA dejaron de estar operativas, los tanques de petróleo destinado al tráfico marítimo se trasladaron hacia zonas más alejadas de la ciudad. El área, antaño inútil como espacio habitacional o civil, comenzó un desarrollo urbano imparable mediante el cual crecieron centros de congresos, recintos feriales, centros comerciales, oficinas y grandes edificios residenciales, y allí quedó el gigantesco Tanque 69, aislado, inconveniente, aburrido, rodeado por un extenso solar marchito y por toda la infraestructura y sistemas de la creciente capital tinerfeña.
Este vestigio de la protoindustria canaria pudo haber sido pasto de las excavadoras de no ser por la iniciativa de un grupo de artistas y creadores que, a partir de 1997, decidió utilizarlo como espacio cultural para eventos puntuales. A esa altura nadie podía hacerse una idea de lo que aquel espacio de metal, de 50 metros de diámetro, 20 de altura y de unos 2000 metros cuadrados, podía dar de sí. La vida de este gigante urbano ha pendido de un hilo más de una vez, pero hoy, año 2014, acoge el que para muchos es el mejor festival de arte contemporáneo de las islas, quizá de España. Los tinerfeños apasionados por las aproximaciones artísticas poco convencionales y, sobre todo, la Asociación de Amigos del Tanque respiran por fin aliviados desde que en mayo de este año fuera declarado Bien de Interés Cultural, pese a lo que algunos responsables de la asociación señalan como “desidia de la mayoría de las autoridades de la isla”. Parece que, esta vez sí, el Tanque 69 ha firmado un contrato de vida por muchos años más. Desde el 24 de octubre hasta el 5 de diciembre, Keroxen14 será sin duda el acontecimiento cultural más visitado, codiciado, comentado y alucinado de las islas.
A diferencia de otros festivales de arte underground ubicados en espacios extravagantes, como el organizado en 2012 por la Tate Modern, The Tanks, la torre Make a Point de Bucarest o la estación fantasma del Manchester International Festival, los eventos en el Espacio Cultural El Tanque comenzaron dándole una importancia central al universo físico que ofrece el depósito. El interior del tanque, que aún conserva tuberías de refinado y otros restos de su pasado más canalla, se convierte al inicio en soporte de la metáfora del artista, en acompañante estético del fenómeno performático, en fundamento lumínico de las puestas en escena y, en fin, en el limitador o amplificador de casi todas las propuestas que se realizaron hasta la llegada de Keroxen09. El retardo acústico de 17 segundos ha sido una de las joyas de la corona de organizadores, asistentes y artistas, y, a pesar de haberse realizado obras en el centro del habitáculo para crear un espacio apto para una acústica más natural, esta reverberación sigue siendo utilizada en otras propuestas que prefieran jugar con un eco tan desenfrenado.
Fue con Keroxen09 que El Tanque comenzó su aventura más perseverante. El 5 de junio de 2009, el primer festival multidisciplinar Keroxen nacía de la fértil mano de Néstor Torrens, que fue durante 35 años profesor de matemáticas de la Universidad de La Laguna, artista polifacético, comprometido tanto dentro como fuera de su trabajo, y gurú espiritual para toda una generación de artistas que, al filo del abismo cultural isleño y con la constante amenaza de las zancadillas institucionales y empresariales, se han convertido en el tanque de oxígeno del arte experimental y contemporáneo de la isla. Aquel verano de 2009, Torrens concibió una instalación en que el Tanque 69, como elemento contenedor y depósito energético, se transformaba en albergue de textos, sonidos e imágenes, haciendo uso de una metáfora colectiva y poética que se adentraba en el uso de los espacios comunes, en la cuestionable idoneidad del arte como forma de comunicación, en la fugacidad de los mensajes y, en general, en un debate sobre usos, valores, estéticas y aproximaciones artísticas al milagro que supone seguir aún con vida en el siglo XXI. El tanque se llenó de pequeños textos a modo de haikus —a los que Torrens denominó kaihus—, metidos en pequeños frascos de cristal, acogió la instalación vanguardista del británico Andrew Herman y bandas de fuera, como Rob Masurek, Steven Lawrie o Satomi Morimoto, y dentro de la isla, como Juan Fierro, Samuel Labrador o GAF, pudieron experimentar el vértigo de tocar en un enorme depósito de crudo.
Aquel primer Keroxen marcó la idiosincrasia y actitud de los que vendrían hasta el Keroxen14, su aspiración temeraria, audaz, en cierta forma irreflexiva, de mantener rostro y estómago en constante reinvención. Como bien se define la propia organización, “Keroxen es un ser mutante”. Y esto ya empezó: el pasado 24 de octubre tuvo lugar la inauguración del festival, con el concierto de Supreme Saax Emsemble, la intervención del Equipo Para, Gonzalo Prieto y Estratega Pencherjevsky, la actuación de Carla Bozulich y la sesión del DJ francés Débruit. Este año encontraremos a artistas asiduos al festival y a otros eventos organizados por los mismos círculos santacruceros, como O Drigo Ra, GAF y la estrella de la muerte, Za!, D. Watts Riot o Ruin Man, y a nuevas caras que llegan al festival para refrescar la programación, como los jiennenses Guadalupe Plata, The Oscillation o Twins of London. El 14 de noviembre tendrá lugar una nueva edición del exitoso Lucha Libro Canarias, “una pantalla gigante, tres palabras, cinco minutos, dos escritores enmascarados, una historia en directo, nervios y excitación, intriga y rapidez…”, todo por ganar la batalla en el ring literario. Alejandra Galo, escritora y guionista, dirigirá la instalación Ocupación Poética, que colonizará de poesía y códigos QR no sólo los ecos internos del Tanque, sino también las calles de toda la ciudad, poesía que finalmente será recogida y publicada por La Piscina Editorial. Tampoco podía faltar el colectivo Equipo Para, que junto a El Hombre Bala Records sacudirán cada espacio vacío, cada dimensión silente con lecturas impías y conspiraciones sonoras. Por último, entre muchas otras cosas, el 5 de diciembre tendrá lugar el experimento 69 Segundos, una llamada a profanos y no profanos a exponer propuestas de todo tipo, performances, monólogos, recitales, músicas, danzas o imprudentes improvisaciones ante los asistentes al festival, siempre y cuando la pieza no dure más de 69 segundos.
La lista de artistas y muestras que reúne el Keroxen14 es difícil de abarcar. Mucho más difícil aún resulta entender qué es este festival hasta que ponemos nuestros pies dentro de El Tanque, nos dejamos llevar por la luz, la decoración con bidones de petróleo iluminados, por las sesiones de mapping visual de Simone Marín o Dea Woong, por la ecléctica selección de bandas musicales y por la sensación de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.
Daniel Toledo Monsonís.
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