Crónica del viernes 31 de Octubre en el festival Keroxen 2014, segunda jornada.
Las puertas del Espacio Cultural El Tanque se abrieron a las 20,30 para acoger a una romería más de keroxeniatas y su ritual de ruptura con lo establecido. Todos bebemos del mismo cáliz en este encuentro. Accedemos a las puertas del infierno para dejar fuera todo aquello que nos somete a las exigencias del tedio y la rutina. Caos y verdad frente al orden y la mentira apocalíptica de nuestro tiempo. Pasamos a otra fase, vanguardia post-arcaica. Las identidades fijas se rompen, la estructura de los individuos se desvanecen y se entra en una comunidad primigenia donde se restablece la continuidad entre lo salvaje y lo humano. Esta gigante máquina del ruido es en realidad un taller infernal creado para aquellos que se atreven a abrir su alma al peligro de los sueños y los afectos comunitarios. Los que escuchan, y quieren, caen rendidos en una paz narcótica.
Nada más entrar somos atacados por una decena de flashes que reaccionan a través de sensores de movimiento; una pieza de Madeleine M Lohrum que inmortaliza los primeros minutos de procesión. Se puede sentir la energía latente que existe ahí dentro. Uno trata de mantener la calma mientras pasea entre las propuestas de los artistas que participan cada año en el festival, pero no nos engañemos, desde que te sumerges en el recinto y te dejas poseer por él sientes su aliento respirándote en la nuca sabiendo que es él quién horas más tarde te transformará.
Neopercusión inaugura la liberación/revolución simbólica que íbamos a vivir. Un comienzo rítmico a golpes de danza tribal caótica se fundían con audibles vibraciones emanadas de un sintetizador. El resultado era un espectáculo en el que fondo y forma confluían: la renovación. Renovación de la percusión clásica, renovación de los ritmos. La progresión en la que nos sumergieron con sus infinitos instrumentos –tantos que no los pudieron utilizar todos- iban dibujando diferentes estados anímicos. Tuvimos encuentros en la tercera fase, recorrimos el momento bacteriano en el que nace la vida en la tierra y sucumbimos en el instante en el que se extinguen los dinosaurios. Toda una experiencia de arte sonoro que se podría haber hecho un poco densa por momentos pero que consiguió un buen ritmo con los visuales de Arístides Lasal, el mago capaz de tridimensionar las emociones.
Durante el intermedio tuvimos la ocasión de escuchar las lecturas de Gonzalo Prieto -Equipo Para- con temas de Trinidad; una propuesta fresca y excitante en la que música y recital se fusionaron en el escenario pequeño. Gonzalo hizo de chamán mientras los keroxeniatas se concentraban a su alrededor para dejarse corromper con sus palabras sibilinas. Trinidad, engalanada con su velo funerario y rodeada de velas, comenzó a invocar las fuerzas ocultas para dejarnos clavados en el sitio. Acompañada de los golpes de su guitarra sacó lo mejor de su repertorio. Zay y Gonzalo consiguieron hacernos beber de un brebaje iniciático que iba a preparar nuestros sentidos para lo que iba a ocurrir poco después en el escenario principal.
Y llegó la hora de This Drama. Esta banda tinerfeña, séquito infernal del macho cabrío primordial, entraba en acción para enardecer nuestros impulsos más revolucionarios. Su punk rock disidente empezó con fuerza aunque el público aún seguía sentado en los bidones. Una propuesta radical en la que se percibía la solidez de las tablas de este grupo que ya se ha recorrido los escenarios de medio mundo. A medida que Asdrubal, vocalista de la banda, iba aumentando la sensualidad de sus movimientos con batidas del micro a lo cowboy o expulsando agua hasta evaporarla en dirección al techo, con la elegancia de las orcas asesinas, el público se iba animando hasta que finalmente consiguió levantarse para darlo todo entre alaridos infernales que es lo que la intervención se merecía. Se despidieron destacando la calidad de la programación de ese día y saludando con admiración a sus compañeros de cartel.
Entre tanto otros aprovecharon para saciar su sed dionisiaca en la barra principal, comer en la miniatura del restaurante Flamboyán o disfrutar de las piezas de los artistas: la lámpara de radiografías de Adelaida Arteaga, el mural corrosivo ultravioleta de Fran Quintas, la tela de araña de siete metros de Rocío Galo o la danza poética de las ménades de Alejandra Galo. En aquellos momentos estábamos ya muy nerviosos. El clímax del ritual para el cual nos habían convocado ese día en los confines del tanque estaba a punto de comenzar.
Escenario iluminado, instrumentos esperando con ansias ser acariciados y golpeados con la braveza del dúo catalán ZA!. El público se acercó todo lo que pudo al centro del tanque. Emoción y expectación. Silencio. Comienzan a sonar los primeros acordes de trompeta que provienen de algún lugar del espacio. Suenan a lo lejos y se van acercando mientras los pelillos de la nuca se nos iban erizando y…¡por fin entran en escena!. Ovación extática, desatada, ansiosa. Comienza el ritual que tanto deseabamos. Pasión contenida a punto de hacerse agua por todos los poros de nuestra piel. La aritmética musical de Za! enloquece, lo sabemos, lo saben y así es como resulta a modo de profecía autocumplida. Nos poseyeron con sus ritmos cortantes, gritos afilados, un teclado frenético y una batería desbordante. Tocaron los temas de siempre, esos que tantos ansiábamos escuchar, nos regalaron un tema nuevo “Hablas como Autreche” y nos dedicaron palabras llenas de flow, soul y cariño a todos los keroxeniatas y a los miembros del festival. Los movimientos pélvicos, altamente peligrosos, de Pau y los espasmos descamisados de Edu consiguieron llevarnos al zenit, ese momento en el que por fin se abren las grietas del tanque y el infierno emerge con sus humos lisérgicos. Ya no había vuelta atrás tal y como se vio en la danza frenética de todos los keroxeniatas hermanados.
Último intermedio. La noche llegaba a su fin. Intentábamos recuperar el aliento minutos antes de que los Twins of London volvieran a ponernos el cuerpo muy, pero que muy, golfo. Con ellos nos deshicimos en bailes gamberros buscando piso, visitamos la república bananera y tuvimos sexo con caballos simbólicos a una distancia tan cercana del dúo que bien se podían lamer las vibraciones que salían de sus aparatos; los sonoros. Los keroxeniatas íbamos preparados para el tema estrella “Ride the horse” con los deberes hechos; un baile que semanas antes los miembros de Twins of London habían compartido con nosotros para acompañarles cuando cabalgáramos sobre los caballos sonoros. Un momento inolvidable fue cuando sacaron dos cabezas de equinos y se las dieron al público para que, con el rostro cubierto, se dieran a la catarsis más pura. Un show divertidísimo que culminó en risas, aplausos bien merecidos y conversaciones con el dúo después del concierto; ocasión que además es otra de las señas de identidad del festival en el que no hay backstage y la oportunidad de relacionarte con los artistas al mismo nivel es casi obligatoria.
Una vez más las puertas del infierno se abrieron para que descendiéramos a él en una danza orgiástica llena de ritmos y sensaciones únicas e inolvidables. El próximo viernes 7 de Noviembre más.
Fotos de Juan MaRe.
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