El pasado viernes 7 de octubre volvimos a la tercera sesión del Keroxen 14. Aún repitiendo la fórmula, reproduciendo el mismo modelo, esta sesión estuvo plagada de gratas sorpresas.
La intensa musicalización (no sé si se dice así) de la no menos sorprendente película Después de la generación feliz; una forma sorprendente de contar una historia con fragmentos de otras cosas (VHS, super 8mm, canciones infantiles poulares…), un viaje a nuestros recuerdos y temores infantiles, a los colectivos y a los particulares.
El enlace, la concatenación de imágenes y sonidos «grabados» con el sonido en directo. Las imágines proyectadas en la sorprendente pantalla del Keroxen. Todos estos aspectos me causaron un gran impacto y supusieron a posteriori una rampa de acceso suave y envolvente para lo que vino más tarde.
Pero justo después, un receso. Poder abrir los ojos y la mente, hasta la sonrisa, después de un viaje tan intenso por los recuerdos y los sonidos fue un magnífico regalo. El ya casi tradicional Espacio Para volvió a repetirse, y volvió a entregarnos nueva literatura. Pero el regalo más sorprendente para mí fue la intervención de Juan Colomo (que anteriormente había intervenido en la banda sonora en directo de la película). Un artista con talento como pocos y una garra en la palabra como muy pocos: inquietante, ameno y contundente. Todavía recuerdo nuestras, las del público, versiones dirigidas de ¿Rihanna?. Sorpresa nº 1.
Luego le tocó en turno a GAF y la estrella de la muerte. Despues de más de un año sin oírlos en directo, la sensación que se fue apoderando de mí paulatinamente, a medida que mis oídos se encontraban y reconocían pasajes y formas, fue la de un clásico releído, reconocido, reeditado. El confort y la, permítanme la expresión doméstica, «agustadera» envolvente e hipnótica de este grupo que saben como pocos aprovechar este tipo de atmósferas y que terminó con parte del público en pie danzando en lo oscuro, cuando la trompeta de Pau, de ZA! se unió a la de GAF, Alejandro y juntos explotaron en una avalancha de viento. Muy buen colofón para su intervención.
El plato fuerte de la sesión estaba por llegar. El ambiente se fue condensando, o más bien fraguando en el calor creciente y en el aumento del gradiente emocional con la intervención de The Oscillation. A partir de la mitad del segundo tema, el universo keroxénico se curvó definitivamente, a golpe de una batería precisa, potente, elegante… (Sorpresa nº 2) como este grupo inglés que depositó toda su fría y contundente carga psicodélica en lo que ha sido definitivamente una captación de adeptos y seguidores de estas cálidas latitudes. Sorpresa nº 3. Y de las grandes.
Durante la intervención de los ingleses, tuvo lugar simultáneamente la proyección de unos visuales que desarrolló una interesantísima progresión de efectos creados en el mismo instante mediante un aparentemente sofisticado sistema de proyección mezclando tintas y luces, sobre la representativa y no menos impresionante pantalla del Keroxen y complementando el majestuoso trabajo de VJ Ovideo (Boris Dulon).
Después de todo este paroxismo musical y emocional actuó Meneo, un verdadero agitador de origen guatemalteco, vivo e inquieto. Música generada con procesadores de audio de videoconsolas, chiptunes… una opción muy interesante, muy alternativa. No sé si fue el cansancio, «o la falta de hierro» o los problemas de sonido iniciales… sinceramente no lo sé. Pero este artista no me pareció que encajara en un elenco de las características del resto; me sonó a perreo de 8 bits. Creo que no era el momento.
Fotos y textos: Jesús Villa
