MFC CHICKEN en el Kafé Antzokia. Bilbao. 12-02-2015
¿Te gusta ver conciertos que te animen a mover el esqueleto, pero aborreces los sonidos discotequeros modernos que copan las listas de éxitos en la actualidad?… ¿Echas de menos más sentido del humor en la escena musical?… ¿Estás obsesionado con el rock and roll de raíces?… ¿Te gusta lucir tus mejores galas mientras te deslizas por la pista de baile con un Dry Martini en la mano en busca de la hot girl del lugar?… Si ése es tu caso, los Music For Chicken están aquí para colmar tus ansias de placer.
Spencer Evoy (saxo y voces) llegó a Londres desde Canadá con el objetivo de montar una banda que recuperase el sonido primario del rock´n´roll del Noroeste de los Estados Unidos, y caminando por Holloway Road se puso a tocar su instrumento a las puertas de un restaurante de pollo frito esperando conseguir unas monedas para pagarse su próxima comida. Encima del local tenía su apartamento Bret Bolton (bajo), y cuando escuchó la música que provenía del exterior supo que tenía que formar un grupo con ese tipo que tocaba en la calle… Días después empezaba la historia de este combo de Rock and Roll, Rhythm and Blues, Surf y Garage que se bautizó con el nombre de aquel restaurante que inundaba el ambiente con efluvios de grasosa fritanga.
Alberto Zioli (guitarra y voces), Ravi Low-Beer (percusión) y el Reverendo Paisley (teclados) completaron la formación y rápidamente se ganaron una gran reputación arrasando escenarios de clubes europeos con su incendiaria manera de asimilar “la música que los Sonics habían escuchado”. Han publicado dos discos en el sello Dirty Water Records hasta el momento, su excelente debut homónimo en el 2012 y su reválida “Solid Gravy!” el pasado año, que es incluso mejor y con el que se han presentado en esta reciente gira hispana, que puede suponer el punto y final de la formación, porque a Spencer no le han renovado el visado los estirados del gobierno de David Cameron y tal vez tenga que volver a Canadá durante los próximos meses.
Lo pasamos de muerte en la sala superior del Antzokia durante la hora y cuarto de la divertidísima actuación de los londinenses. Durante ese breve espacio de tiempo nos dispararon más de 25 canciones entre ceja y ceja, y todos bailamos como locos, gozamos como gorrinos en una cochiquera y nos descojonamos de risa múltiples veces viendo a estos locos maravillosos subirse a los altavoces, pasearse entre el público, moverse como gallinas cluecas o arrastrarse por el suelo mientras nos sumergían en su banda sonora a ritmo de ceremonia vudú, dedicada íntegramente a vanagloriar las virtudes de una dieta basada exclusivamente en el pollo frito como ideal de una vida feliz… Los títulos de las canciones lo dicen todo: “Striptease Girl”, “Love is Gonna Fuck You Up”, “Wine, Women, Rock and Roll”, “Laundramatic”, “I´m Her Pet”, “Bad News From The Clinic”, “Colonel Sanders”, “Chicken Baby”, “Every Girl On The Tube”, “Voodoo Chicken”, “Holloway Road”, “White Leather Boots”, “Study Hall“, “Chicken Shack“, “Family Value Meal MFC“… según escribo estas líneas me vuelvo a mear de risa recordando a Ravi aporreando los tambores con su look de Mortadelo; o al impagable Paisley tras el minúsculo teclado con su aspecto a medio camino entre enterrador de peli de serie z y el abuelo de los Monster con peluca, anunciando el merchandising a la venta en escena como una azafata de concurso televisivo cualquiera.
Escucha el nuevo disco de MFC Chicken «Solid Gravy!» (2014)
Además de sus canciones nos regalaron alguna versión también: el “Comanche” de The Revels -los fans de Pulp Fiction recordareis la escena de Buch y Marcellus Wallace en el sótano de la tienda de Zeth, donde suena el tema- y el “Have Love, Will Travel” de los Sonics, con el que terminaron su actuación. Grandes tipos sobre el escenario y muy simpáticos en las distancias cortas al acabar el concierto, firmando todo los que les ponían por delante. Se lo dije a una amiga durante el concierto: a éstos los pones en la carpa del Azkena Rock a las seis de la tarde y te ponen Mendizabala patas arriba.
Texto de J.M. Martínez y fotos de Koldo Orue
