Los Labios ofrecieron fuego voltaico en La Laguna Tenerife el pasado sábado 6 de febrero en el Aguere Espacio Cultural, primero de sus dos conciertos programados en Canarias ese fin de semana, «nihil novum sub sole» aunque siempre es de agradecer ver a una banda que se sale de lo convencional por su propuesta, algo histriónica y forzada, eso sí, una vez embalados, asombra el empaste de sonidos y un completo arsenal de válvulas y pedales con un Sammy Taylor reproduciendo gestos y muecas de su padre Silvio Fernández, Iggy Pop o Mick Jagger no exentas de surrealismo entre tema y tema, genio y figura.
Los Labios formación sevillana que esa noche en Tenerife apostó por el Rock revitalista y canalla rebosante de riffs de guitarra aplasta tímpanos adherida a esa mezcla teatral de New York Dolls-Hanoi Rock, el magnetismo Stones y el nervio de The Jacobites, más allá de etiquetas la cuestión es que su proposición se distancia un poco de las del resto del panorama nacional, canciones y melodías pegadizas, guitarras afiladas, una voz de Sammy T. muy personal y una puesta en escena contundente a cargo de cinco músicos de culto o labios como sus dos prestigiosos guitarristas y vocalistas, Charlie Cepeda y Álvaro Suite, Ricky Candela al bajo y Fernando Reina a la batería.
El show de Los Labios en Tenerife vino a ser como un manual del cabaret del Rock, donde aparecieron todos los clichés que espera uno encontrarse en el género, pantalones pitillo, cigarrillos y humo volando, guitarras bailonas y comunión con el público, escaso, y un montón de historias que irán acrecentando la aventura de Los Labios con solamente un EP de cinco canciones publicado hasta la fecha, un disco con mucha vida, ritmos que parecen sacados de un eterno bucle del mejor rock canalla, como «Baby, Please Don’t Go» popularizado por Big Joe Williams y Them otrora, tema escogido para cerrar la noche por todo lo alto.
Los Labios pueden ser la puerta de entrada del aparato digestivo y la apertura anterior de la boca del nuevo Rock canalla en España como lo fueron aquellos maravillosos Buenas Noches Rose a comienzos de los noventa.
