Mark Lanegan es de ese tipo de músicos cuyo trabajo genera una disparidad de opiniones muy significativa. Desde que su carrera se empezó a inclinar hacia sonidos cercanos a la electrónica, la divergencia entre sus seguidores se ha ido acentuando aún más. Su último concierto en Madrid en la sala Joy Eslava provocaba igualmente valoraciones de todo tipo.
La actuación del músico belga Lyenn comenzaba poco después de la apertura de puertas a las siete y media de la tarde. Las prisas para llegar a tiempo puede que influyeran en nuestra contra para poder llegar, relajarnos y disfrutar de un concierto tranquilo e intimista, pero personalmente sólo puedo decir que me pareció soporífero. Se le ha comparado a menudo con Jeff Buckley pero fue difícil apreciar en su directo algún atisbo de la versatilidad, el nervio y la imaginación del americano. En solitario ostentaba prácticamente la misma (escasa o nula) presencia escénica que cuando salió después a tocar como bajista de Lanegan.
En el caso de Duke Garwood también había una conexión directa con el protagonista de la noche. Colaboró en varios temas de Blues Funeral y grabó con él Black Pudding, además de haberle acompañado en directo con anterioridad. Presentaba nuevo disco, Heavy Love, acompañado de batería. Su particular conjunción de folk/blues árido y oscuro resulta más sugerente en directo que en estudio, y el buen sonido que se mantuvo durante toda la noche ayudó a sustentar las atmósferas descarnadas que fluían con sus canciones.
Centrándonos ya en Mark Lanegan, poco nuevo se puede decir ya. Nos brindará noches más o menos inspiradas y alternará formato y músicos que le acompañan, pero ciertamente no recurre al factor sorpresa a la hora de presentar nueva gira. La misma actitud impasible y fría; posición «mano en micro/mano en pie de micro» y semi-penumbra con tenue luz roja resumen su puesta en escena. El protagonismo recae necesariamente sobre las canciones, respaldadas por una voz profunda, oscura y personal que, aunque parecía sonar más ronca de lo habitual en los pocos momentos que se dirigió al público, no llegó a fallar cuando cantaba.
Acompañado únicamente del guitarrista en los primeros temas, empezó repasando anteriores trabajos: ‘When Your Number Isn’t Up’, ‘Low’, ‘Dead On You’ (más adelante también sonarían ‘One Way Street’ y ‘Hit The City’)… Pero según avanzaba la actuación, fue centrándose en los más recientes; entre Blues Funeral (con ‘The Gravedigger’s Song’, ‘Gray Goes Black’, ‘Ode To Sad Disco’, ‘Riot In My House’…) y el nuevo disco Phantom Radio (‘Harvest Home’, ‘Floor Of The Ocean’, ‘Torn Red Heart’). También tomaba prestada ‘The Deepest Shade’ de Twilight Singers. Apenas dio tiempo a más. Tras ‘Sleep With Me’ y ‘Death Trip To Tulsa’ se retiraba todavía con repertorio de sobra que recuperar y dejando con sensación de concierto incompleto. De las tres canciones previstas para los bises sólo pudimos disfrutar de ‘Methamphetamine Blues’. Ninguna de Screaming Trees. Habrá veces que la duración no afecte al desarrollo de un concierto pero definitivamente no fue éste el caso. Una lástima quedarnos sin final para una noche que iba por tan buena dirección.
Texto y fotos de CGM.