Ryan Bingham se presentó el pasado 1 de Octubre en la madrileña sala But dentro de una gira europea exteriorizando encima de un escenario su último trabajo “Fear And Saturday Night”. Son cerca de las nueve de la noche cuando la sala comienza a llenarse con un público que mayoritariamente frisaba la treintena de edad, caras conocidas del mundo de la radio y la escena madrileña, que se agitaba expectante por ver a Ryan Bingham. En el escenario, a modo de introducción, como artista invitado, aparece el bajista de Dead Horses, la anterior banda de Ryan Bingham: Elijah Ford. En esta ocasión con la única compañía de una guitarra Stratocaster. Tejano e hijo de Marc Ford (productor y guitarrista acompañante de los hermanos Robinson durante el período más afortunado de los Black Crowes). Durante su actuación de poco más de media hora se echó de menos a la banda guipuzcoana “The Young Wait”, que le ha estado acompañando durante este verano y que, por enfermedad de uno de sus miembros, no pudo prestar soporte a los temas del joven Ford.
Probablemente, la participación de los vascos hubiera dado más empaque a una actuación a ratos catártica y desangelada. No obstante, hubo momentos que mediante la unión de voz y rabiosos riffs conseguía sacar al público de su tediosa espera. En definitiva, una actuación que, en formato individual, quizás hubiera lucido mejor en una sala más íntima. Tras un breve descanso, la sala casi repleta, llega el momento más anhelado de la noche; al escenario el guitarrista y vocalista de Nuevo Méjico, Ryan Bingham y su banda; Daniel Sproul, a la guitarra; Jackob Sproul, al bajo y al violín un afectuoso y experto Richard Rowdy Bowden que, junto a Ryan, fue la estrella de algunos temas alegres al estilo más country como “Top shelf drug” o más tranquilos y melódicos como “Hallelujah” , una conjunción excelente compuesta por la voz ronca de un jovencísimo Ryan y la maestría de un veterano Richard. Comienza el concierto con un tema de su álbum de debut “Mescalito”: “Dollar a Day” llenando de energía la sala. Una clara compenetración entre los músicos, miradas, sonrisas, una iluminación perfecta, sonido claro, transparente que cabalgaba entre el country, el folk y el rock americano y la vestimenta del propio Bingham y del violinista a lo más puro tejano hicieron durante dos horas olvidarte de la ciudad en que te encontrabas y trasladarte a una taberna a orillas del Río Grande.
Continúa subiendo el ritmo del concierto con “Top shelf drug” para ir desgranando poco a poco casi todos los temas de su último trabajo “Fear and Saturday Night”. Después llega “Tell my mother I mis her so” donde el protagonismo se lo lleva el violín, dándonos una auténtica master class y un toque especial a este tema del disco “Roadhouse Sun”, sonando al estilo americano más enraizado. Y así se sucedieron cortes de su último disco con cambios de ritmo, solos de guitarra y subidas de tono desde la suave “Snow falls in June”, donde la gente permanecía expectante , hasta una animada “Radio”, trasmitiéndonos mucho más en directo que en estudio. En ausencia del batería y del bajo, ayudado por su armónica nos deleita con “The poet”, “Hallelujah” y “Nobody Knows my Trouble”, dando paso a la etapa más tranquila del concierto que nos puso la piel de gallina. Otro momento cumbre fue cuando interpretó la gran canción “Southside of Heaven”. Se acercaba el tramo final y, dando un giro, Ryan Bingham solito, en acústico con su guitarra nos demuestra su versatilidad musical con “Boracho Station” sorprendiéndonos con una introducción al estilo más flamenco, fusionándose con una ranchera donde denotaban vestigios de sus raíces mejicanas cantando en español. Tras interpretar la emocionante “Every Wonder Why”, suenan los primeros acordes de su gran obra premiada con un Globo de Oro, el premio Oscar y un Grammy a la mejor canción original “The Weary Kind”.
No se puede evitar la exaltación de los asistentes y posteriormente una mudez general y emocionados ojos. Aquí es donde definitivamente nos damos cuenta que para cantar así hay que sentirlo, que la música sale desde el sentimiento más profundo y no solo basta con una peculiar voz. Dejando a un lado la fase emotiva llega el final de este inolvidable concierto donde aparecen en el escenario el resto de los miembros presentados por Bingham, que abandona su guitarra acústica por una eléctrica. Nos sorprenden con “Sunshine” y “Bread and Wáter” al estilo más metalero, volviendo a cambiar el ritmo 180º y hacernos saltar. Fue un concierto impresionante, magistral y con ciertos momentos de emoción donde se demostró la capacidad de transmitir de esta joven promesa. Es la primera vez que toca en nuestros escenarios y seguramente ha debido llevarse la mejor de las impresiones del público español, tal como él comentó en una entrevista donde le parecía que el público europeo agradecía mejor las actuaciones en vivo. Durante su actuación, en varias ocasiones, se quitó el sombrero ante los asistentes como muestra de agradecimiento, así que esperamos que venga pronto como aseguró.
Texto: Elena Sacedo del Hoyo
Fotos: Elena Sacedo del Hoyo y Jorge T. Gómez