En la última visita a Bilbao de Bob Wayne, creo que en el año 2012 abriendo para Nashville Pussy, constatamos que su pegada en vivo había sufrido un bajón considerable tras perder pocos meses antes a su violinista Liz Sloan y a su contrabajista Jared McGovern, que dejaron la banda tras iniciar una relación sentimental y empezaron su carrera en solitario colaborando con James Hunnicutt, hasta acabar formando su propio proyecto, The Urban Pioneers. La aportación de Sloan en los directos de los Carnies era sobresaliente a mi modo de ver, y yo la eché mucho de menos en aquel show, que careció de la velocidad y el peligro al que Bob nos tenía acostumbrados.
Por tanto, en el concierto de la otra noche en la sala superior del Antzoki, que presentó una entrada estupenda, uno de nuestros primeros objetivos era comprobar si los nuevos acompañantes de Wayne contribuirían a recuperar su mejor versión y el nervio de tiempos pasados, o si todo seguía igual. Y casi no lo conseguimos, porque la banda tuvo un leve incidente de tráfico a pocos kilómetros del botxo y llegó con el tiempo justo de montar el equipo y hacer su actuación.
Pese al percance, Bob y sus compañeros arrancaron con muy buen humor con «Till The Wheels Fall Off«, y enseguida nos dimos cuenta de que la cosa iba a ser muy diferente de lo que sucedió la otra vez. Durante hora y media nos agitaron las meninges a toda pastilla con 25 canciones, sin setlist previo, y sólo con pequeños parones para que Bob pensase qué canción sería la siguiente. Permanece en la banda Joe Mitchell, que tiene la barba tan larga que creo que no se la ha cortado desde que le ví hace tres años, y sigue con su rictus impertérrito durante toda la actuación. Os juro que he visto zombies en The Walking Dead que tienen más vivos los músculos faciales. Los nuevos miembros al contrabajo y guitarra le han dado nueva vitalidad al directo, y la verdad es que el show fue asesino desde el minuto uno al noventa.
Wayne presenta en esta gira su nuevo LP de versiones «Hits The Hits«, donde adapta a su estilo clásicos rockeros como «Crazy Train«, «Under The Bridge» o «Sweet Child O´Mine» con otros más inesperados como «Skyfall» de Adele o «All About That Bass» de Meghan Trainor. Que alguien me diga quién es esta tipa porque no tengo ni idea. En su concierto tocó tres temas del disco: «Rock And Roll» de Zeppelin, «Sympathy For The Devil» de los Stones y «The Kids Aren´t Alright» de Offspring.
Como os digo, imposible hacer un listado completo de todo lo que tocaron cuando uno está más pendiente de la cerveza que de apuntar canciones con un boli en un papel, pero recuerdo excelentes interpretaciones de «Hillbilly Heaven«, «Working Man«, «Ain´t No Diesel Trucks In Heaven» -gran título-, «Everything´s Legal In Alabama«, «Love Songs Suck«, «Driven By Demons» o la genial «Dope Train«, del que es a mi gusto su mejor disco: «Back To The Camper» (2014), del que también recuperaron «Granuaile«, «Sam Tucker» o «Til´I´Die«.
Tiempo para lucirse en sus solos respectivos al bajista de look psychobilly y al más hipster de las seis cuerdas, pero lo cierto es que estuvieron fenomenales los dos, y los aullidos de satisfacción de la gente lo corroboró. Muy certeros, a toda leche, y muy profesionales. Lo pasamos de puta madre.
El final fue el esperado. Bob anuncia que van a tocar el único tema que sabe hacer en castellano, y ya sabemos que vamos a berrear como posesos «¡Que se joda la ley!» -«Fuck The Law»-, mientras el del bajo nos graba con el móvil para un futuro DVD en vivo que van a editar. Remate con la bella «Spread My Ashes On The Highway«, y con Bob entre el público jaleando a la banda en el apoteósico final. Hell Yeah Motherfuckers. A cuidarse.
Agradecimientos a Noise On Tour producciones por su inestimable ayuda para hacer esta crónica.
Texto de J. M. Martínez. Fotos de Koldo Orue.
