Bueno, bueno… no todas las semanas uno puede ver en dos días seguidos a parte de la élite del rock mundial. Después de vibrar con Scott Gorham y sus Black Star Riders hace apenas 24 horas, nos preparamos para recibir al que para muchos es el guitarrista con más estilo de la historia del Hard Rock, Mr. Michael Schenker, en su último proyecto Temple Of Rock. Y en unas condiciones difíciles de repetir, en una sala sin barreras físicas de separación entre escenario y público, donde podremos sentir el sudor de los músicos a escasos centímetros de nuestras caras, y donde seremos testigos de nuevo de la resurrección de Schenker tras tantos años de malos hábitos y nefastas decisiones en su carrera.
Como era de esperar, entraron en un recinto prácticamente rozando el lleno, como parece que ha sido en toda la gira hispana, y mucho asistente que ya ni recordaba la última vez que fue a un show de rock´n´roll. Lógicamente la gran mayoría superamos ya la cuarentena, pero esto está lleno de gente que lleva el hard rock en la sangre y hoy volveremos durante un par de horas a nuestra adolescencia, cuando el protagonista de la noche copaba las portadas de la prensa metálica y dejaba a todo el mundo sin habla vestido con una chaqueta de aviador mientras pilotaba su Flying V por territorios desconocidos hasta el momento.
Buff… Michael Schenker. Palabras mayores amigos. El hombre que convirtió a UFO en un coloso del orbe terráqueo cuando entró en la banda con apenas 18 años, y propulsó a Phil Mogg, Pete Way & Co. a cotas insospechadas con «Phenomenon«, «Force It«, «No Heavy Petting«, el descomunal «Lights Out«, «Obsession» o el doble en vivo «Strangers In The Night«… ¿el mejor disco en directo de la historia?… Yeah, puede que lo sea, sí.
El hecho de que el alemán ya viviese pegado a una botella deteriora definitivamente su relación con Mogg, que también tenía por entonces lo suyo con el alcohol, y provoca que el rubio se lance en solitario formando el Michael Schenker Group, y demostrando con su debut de 1981, así como con «MSG«, «Assault Attack«, «Built To Destroy» o «Rock Will Never Die» que la banda del platillo volante le iba a echar mucho de menos.
La historia está llena de genios con caracteres imposibles, y el alemán no es una excepción, pero durante los últimos años su transformación ha sido sorprendente. Está muy delgado, pero sonríe continuamente, choca las manos con los fans de las primeras filas, concede entrevistas… y lo más importante, sigue tocando como los ángeles. Está disfrutando el momento actual, y se nota. Su solo en «Rock Bottom» la otra noche fue digno de ver, cuando en un momento dado los dedos ya se funden con el mástil, y la extremidad humana y el instrumento forman una unidad. Un músico absolutamente sensacional e irrepetible.
Los protagonistas de la velada merecían un telonero que estuviese a la altura de las circunstancias, y doy fe de que The Golden Grahams nos ganaron a todos la otra noche con su pasión en directo presentando el material de su disco «Deer Avenue«. Si no me equivoco es la primera vez que la banda afincada en Barcelona tocaba en Bilbao, y nadie quedó indiferente viendo a esos tres tipos darlo absolutamente todo durante 45 minutos. Gerard Halfville a la batería, Eddy Ray al bajo y voces, y Brian Nonell a la guitarra demostraron con creces las buenas críticas que había leído sobre ellos en la prensa. Lo de Nonell fue digno de ver. El tipo no paró de bailar, agitar la cabeza, gritó: «¡Toquero lehendakari!» para descojone general, se subió a los altavoces de la sala, se dio un paseo entre el público sacándonos la sonrisa a todos, y se hartó a bailar en una mezcla entre Jagger y el Paul Stanley más gay de los ochenta. Eso sí que fue hacer ejercicio y no el método Osmin ese que dan en la tele. Gran directo. Los volveré a ver sin duda la próxima vez que se acerquen por aquí.
El bonus track de ver a Michael hoy día es contemplar a la base rítmica de la era dorada de los Scorpions, Francis Buchholz al bajo y Herman Rarebell tras los tambores. Los dos están mayores lógicamente, pero qué quereis que os diga, yo prefiero verlos a ellos que a los androides que giran con los escorpiones en la actualidad, como el petardo de James Kottak.
El set de Temple Of Rock está orientado a matar de placer a los fans de toda la vida. Abrieron con «Doctor Doctor«, y lógicamente después de empezar así nada puede ir mal. Doogie White cantó muy bien durante toda la noche, aunque yo no soy su mayor fan por cambiar el registro vocal en algunas canciones clásicas, pero lo hizo muy bien. Wayne Findlay sigue a los teclados y la guitarra rítmica, encargándose también del solo en «Rock You Like A Hurricane«.
De su nuevo disco «Spirit On A Mission» tocaron temas como «Live And Let Live«, «Vigilante Man«, «Saviour Machine» o el homenaje a DIO en «Let The Devil Scream«; y aunque el nivel aquí lógicamente baja, combinarlos con trallazos como «Lights Out» con toda la gente coreando el tema o la maravillosa «Natural Thing«, hace que el subidón se mantenga durante las dos horas de concierto. En concreto, enlazar el «Victim Of Illusion» de su debut en solitario con el «Lovedrive» y la estratosférica «Coast To Coast» me puso los pelos como escarpias. Recuerdos dorados de una etapa del hard rock que difícilmente volveremos a ver.
«Where The Wild Wind Blows» y «Lord Of The Lost And Lonely» fueron los temas rescatados de su disco «Bridge The Gap«, antes de maravillarnos con un final de show absolutamente épico con «Too Hot To Handle«, «…Hurricane» -con Rarebell haciendo cantar el estribillo a la gente-, un «Rock Bottom» alargado hasta los 15 minutos con el virtuosismo de Schenker y el cierre perfecto con «Attack Of The Mad Axeman«. Echaba de menos el ambiente de un concierto de hard clásico con todo el público rugiendo de satisfacción, y eso es lo que vivimos el otro día. Sólo eché en falta algún tema del disco con Graham Bonnet, un «Samurai» por ejemplo, pero no seré yo quien se queje. El concierto fue sensacional.
La banda casi ni se retira del escenario, porque Buchholz se queda animando al público desde el micrófono viendo el griterío de la audiencia, y Michael está en un lateral viendo la escena sorprendido, así que ni se marcha al camerino. Vuelven a salir y tocan su nuevo single «Communion«, antes de acabar definitivamente con un «Blackout» atronador. Herman se acerca al micro y, sorprendido por la respuesta de la gente, nos da las gracias tras estar ahí tantos años después. Y los que nos quedan mientras sigan haciendo shows así. Qué grande eres Michael.
Agradecimientos a Robert Mills por seguir haciéndonos felices.
Texto de J. M. Martínez. Fotos de Koldo Orue.