Colorama y John Stammers en el décimo aniversario de RadioCity discos en Madrid

“Vaya bandazos que pegan”. En realidad iba a empezar estas líneas sobre el concierto de Colorama en El Intruso anoche en Madrid (celebrando los primeros diez años de RadioCity) con palabras sobre la libertad musical que caracteriza a este grupo; sin embargo, esas cuatro palabras del amigo Ero (“vaya bandazos que pegan”) son perfectas para sintetizar desde el primer momento lo visto/oído hace unas horas. Cada canción es un mundo, cada pausa entre tema y tema un cambio de dimensión, cada latido un universo.

Se comprobó desde el espectacular comienzo con Do The Pump. Con Carwyn Ellis al teclado, arranca una soberbia ejecución con un ritmo contagioso, con energía desbordante, con pasión eléctrica. Le acompañan David Page (un guitarrista formidable que suda la camisa hasta casi inundar el recinto), Andrea Garbo (al bajo y a la eléctrica, pues sucesivamente intercambia instrumentos con Page) y Luca Guernieri (a la batería y más contento que unas castañuelas, porque los platillos sólo aparecieron en el último minuto previo al concierto).

El bandazo de esta bandaza llega a la segunda canción, Old Fashion Girl, con un cambio de registro tan chocante que cuesta adaptarse. Las aguas siguen entrecruzándose en el resto del concierto, con unas piezas tan distintas como Don´t be Mean,Why is She with him (absolutamente deliciosa), My Predicament, Anytime, I Can’t Give You More Than Everything, Too much Data, Forget Tomorrow o Good Music, según comprobamos en el set list que unas chicas bailonas trincaron del escenario. Con una calidad muy alta en todo momento, el mayor esfuerzo del público era sintonizar en ese alocado dial el estilo cambiante que se desplegaba en cada momento.

En la hora y pico de concierto que nos dieron, con aperitivo delicioso a cargo de John Stammers (una pena quedarnos sin Wellcome Hobo), cabe todo lo posible: rock, psicodelia, garaje, folk, pop, americana, eléctrico, soul, indie… Colorama ofreció con generosidad ese maridaje musical y derrochó cariño por el respetable.
Todo eso cabe atribuirlo al alma libre del grupo, Carwyn Ellis, 42 años muy bien llevados, un tipo abierto a proyectos dispersos con docenas de músicos. También navega sin ataduras entre la guitarra y el piano (como diría Lorca, ¡Qué blando con la guitarra! ¡Qué duro con las teclas!), y algún fraseo de armónica. Ya en su infancia vivió años de intenso nomadismo, por lo que esta capacidad de adaptación forma parte de su educación más temprana.

John Stammers en Madrid 10 aniversario RadioCity discos

Carwyn Ellis, elegantísimo con su aspecto a lo Brian Jones, tras pasar muchos años como músico de sesión en la capital británica, da el salto hace siete años, se muda a Cardiff y monta Colorama. Desde entonces se ha movido entre lo inglés y lo galés, que ni es lo mismo ni es igual, como bien se encargó de recordar anoche (comparó Inglaterra con una marca de leche).

Colorama ha logrado desde entonces eso tan difícil en el mundo artístico: crear su intransferible forma de construir música. Sus huellas dactilares son suyas y nada más que suyas. Esa es la lección de la noche: esta música de Colorama hace más libres a quienes la sienten. O les hacen dar bandazos, como se prefiera.

Texto por Miguel López,  autor de Viaje a Caledonia

Fotos de Ana Hortelano.

 

 

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