THE DARKNESS / THE RIVER 68´s
Sala Santana 27 – Bilbao – 16-01-2016
«Oh nena yo era un perdedor
Varios años en el paro
Un tipo inglés con una voz muy aguda
Haciendo rock and roll
Ahora hay océanos de camisetas sin mangas
Colas alrededor de la manzana
Y cada hombre, mujer y niño
Quiere chupar mi polla
Estoy en una banda con mi hermano y mis dos mejores colegas
Nunca salgo de casa sin mi SM58
Yo quería ser médico
Yo quería ser veterinario
Hasta que escuché «Communication Breakdown»
En un casette TDK D90″.
-«Every Inch Of You»- The Darkness.
Es curioso el nombre que eligieron los hermanos Hawkins para la banda en la que trataban de hacer realidad sus sueños de adolescentes amantes del rock´n´roll. «La oscuridad» no parece un calificativo muy adecuado para un grupo que pretendía reivindicar precisamente todo lo contrario dentro del género musical que más amamos: el rock en su vertiente más festiva, colorista, decadente, exagerada y fuertemente aderezada con toneladas de genuino sentido del humor británico. Estos tipos parecían tenerlo todo muy claro cuando en 2003 dejaron a todo el mundo con los huevos por el suelo con «Permission To Land«, un disco de debut tan apabullante que marcaba el resto de su carrera para siempre, sabedores de que algo así no se graba todos los días. Estos chicos querían ser estrellas del rock, estrellas gigantes del rock de estadio… el de los riffs elevados a la enésima potencia acedeciana, el de los muros de amplificadores Marshall imposibles de escalar, el de las melodías irresistibles capaces de derretir al heavy más duro y de llevarse al huerto a la adolescente amante de los engendros amorfos que pueblan las listas de éxito. Y no lo tenían fácil, el panorama en las islas para los grupos amantes del cuero no ha sido nada sencillo en las últimas décadas. Seguro que alguno se cabrea mucho conmigo por lo que voy a decir, pero hermanitas de la caridad como Muse o Coldplay han arrastrado por el fango el legado musical de una nación que parió a algunas de las mejores bandas de nuestro tiempo.
Y, sin embargo, lo consiguieron… todas las grandes giras de aquel año se pelearon por tener a la banda de ese tío con la voz irreal abriendo sus conciertos, y el disco se convirtió en un éxito arrollador. 
Una banda con unas ganas increíbles de comerse el mundo, que sin embargo también dejaba claro en cada uno de sus vídeos que no se tomaban demasiado en serio a sí mismos. El sentido del ridículo nunca ha significado nada para ellos, y ese «vamos a hacer lo que nos dé la gana» les ha generado las mayores críticas en su carrera. Pero hay que entender que el gen de este grupo está en Queen o Thin Lizzy, lo sabemos, pero el componente Sparks -un grupo para el que los límites simplemente no existen-, o Monty Python también son elementos que resuelven la ecuación. The Darkness son así, los amas o los odias hasta el extremo, y para tipos como yo, que siempre se han sentido atraídos por los experimentos más pasados de vueltas, es una banda hecha a mi medida. Imposible de olvidar su primera visita a Euskadi recién editado «Permission…», con una sala Azkena de Vitoria a punto de entrar en ebullición y donde Justin ya se daba la vuelta entre el público -lo mismo que anoche-, a hombros de un roadie. Y aquél día lo tuvieron difícil, porque unos desconocidos Silvertide, que sólo habían grabado un Ep por entonces, pusieron las pelotas sobre las tablas dejando claro que lo suyo iba muy, pero que muy en serio.
El poder de convocatoria de los Hawkins, junto a Frankie Poullain y su nuevo batería Rufus Taylor -sí, el hijo de Roger-, se mantiene más de una década después. Excelente entrada en Bilbao que agradecieron
los teloneros de la noche, The River 68´s, o lo que es lo mismo, los hermanos escoceses Craig y Chris McCabe, que en formato acústico se presentaron en nuestro país para defender los temas que forman parte de sus tres grabaciones hasta el momento: su Ep de debut, su single «Change«, y su reciente «Live and Acoustic at La Chunky«. Echad un vistazo a su página de Bandcamp y podéis escucharlos todos ahí… Y fue una pena que no viniesen con músicos cubriéndoles las espaldas, porque la mezcla Black Crowes/Blind Melon que desprende esta banda podría dar muchos alegrones en vivo. Que alguien les monte una gira en condiciones por aquí. Disfrutamos sus treinta minutos de actuación. Excelente vocalista Craig, por cierto.
Media hora después aparecen los protagonistas de la velada y arrancan con «Barbarian», el tema que abre su excelente nuevo disco «Last Of Our Kind». Justin parece haber dejado atrás los monos de lentejuelas con pecho descubierto, pero no me defrauda en absoluto con un modelito a rayas digno de una partida de cricket en una matinal de las carreras de Ascott. Deliciosamente hortera. Un punto para él.
La primera parte del show es brutal: tras el arranque enlazan «Growing On Me» -creo que ya me puedo ir a casa- con «Black Shuck», y tocan solamente dos más del nuevo disco: -«Mudslide» y «Roaring Waters», 
intercalando «Givin´ Up» entremedias-. «Permission To Land» es la base del set, y lo tocan entero a excepción de «Holding My Own». Algunas quejas a los parones entre temas y a las parrafadas de Justin, que tengo algunos problemas para entender, porque claro, estos ingleses mira que hablan raro su idioma, joder. El roadie Fernando se convierte en uno de los highlights del concierto, entrando y saliendo para darle la guitarra al cantante, y será incluso coreado en algunos momentos. Los tipos se lo están pasando de puta madre, el sonido es excelente, y Justin no para de hacer el chorra con sus pasos de baile. El impacto brutal inicial se cierra con «One Way Ticket» y el megahit «Love Is Only A Feeling». El contrapunto a Farinelli il castrato en la voz lo ponen su hermano Dan, enchufadísimo durante todo el concierto con su Gibson Les Paul y su camiseta de los Lizzy, y el cachondo Poullain. Su nuevo batería cumple sobradamente también. En cuanto a entrega creo que ninguno de los asistentes tendremos queja esta noche.
Para la parte central colocan un teclado en escena, y Justin se sienta en él para interpretar una coreada «Friday Night» y «English Country Garden», el otro tema que tocaron de su segundo disco «One Way Ticket To Hell… And Back». Tras este mini set se enfila la recta final: «Every Inch Of You» fue la única recuperada de «Hot Cakes», seguida por la nueva «Rack Of Glam», y ya deparrame final con «Get Your Hands Off My Woman», «Stuck In A Rut» y el definitivo «I Believe In A Thing Called Love». Impagable la imagen de Hawkins haciendo el pino en la tarima de la batería dando palmas con los pies, o la posición de la grulla de la peli Karate Kid con las púas pegadas en los pezones. Descojone general. Muy, muy divertidos, pero jodidamente sólidos también.
El bis no me convenció demasiado, para qué lo voy a negar… Tocaron su versión de «Street Spirit» de los jodidos Radiohead -cómo odio a esa banda, por Dio-, cuando lo suyo debería haber sido su excelente nuevo single «Last Of Our Kind», o mejor aún, «Conquerors», la canción que cierra el disco y que a mí me parece uno de los temas del año sin duda. Eso sí, Justin apareció con un pantaloncito de tenis Wimbledon style a la hora del té. Cerraron bien arriba con «Love On The Rocks With No Ice», alargada hasta el infinito y con el paseíllo entre la gente a hombros de un luchador mexicano. El primer gran show de un año que esperemos nos dé muchas alegrías. A cuidarse.
Texto de J. M. Martínez. Fotos: Koldo Orue. (sitio web de Koldo Orúe)
Vídeos: Rockatannsky; Iker Hervas y musikota.com
