Navarone aterrizaban en nuestro país por primera vez presentando sus dos trabajos hasta la fecha, el público madrileño no tuvo la inquietud o curiosidad por acercarse a disfrutar de la buena música de este cuarteto holandés que tuvo que afrontar una actuación ante una insólita sala Moondance el 26 de Febrero. Para Navarone no fue motivo alguno la escasez de público para hacer un conciertazo y dar un corte de mangas a todos los que pusieron en duda su puesta en escena o ni si quiera se molestaron a ver que estilo de música hacían.
Su trayectoria musical hasta la fecha y lo que pudimos apreciar encima del escenario nos demuestra de que Navarone han encontrado el camino acertado para combinar los sonidos retro, vestigio del rock de los años setenta, con la contemporaneidad. La formación funcionan al mejor y equilibrado número de revoluciones lejos de alardes y fanfarrias, su objetivo es únicamente resaltar su música… y vaya si lo consiguen!!! Calidad musical a base de trabajadas y extensas composiciones que asientan su inspiración en la elaboración y búsqueda de recónditos sonidos. Música hechicera que te envuelve poco a poco sustentado por una portentosa voz que desemboca en una amalgama de sugestivos sonidos fruto del gran desarrollo y juego de los magníficos riffs de guitarra.
La música de Navarone plantea el desarrollo de sus temas en nuevas ideas y trabajan por personificar un sonido que evoluciona hacia nuevos horizontes aportando nuevas tendencias dando lugar a la expansión de sus integrantes, cada uno con su instrumento, coronando una impresionante variedad sonora. Si hay que decidir entre algún adjetivo para definir el concierto de Navarone, no lo dudo, BUENOS, muy buenos… así lo demostraron encima del escenario como si estuviesen ante quinientas personas, no llegaríamos a las cincuenta y aún así su actitud y talante demostraron que estuvimos ante una gran formación. Como siempre… ante estas bandas noveles, a veces desconocidas, el público tiene la última palabra. En Madrid no se oyó absolutamente nada.
