Final de gira española de The Bellrays en la sala Zentral de Pamplona. Ya habituales por la península, era esta su primera visita a Pamplona. Pese a ser un frío domingo a una hora temprana para un concierto de Rock And Roll recibieron una buena acogida con una buena entrada. Para esta ocasión la banda liderada por la potente voz de Lisa Kekaula y la Gibson SG de Bob Vennum se hacía acompañar por Pablo Rodas y Maxi Resnicosky a la batería, procedentes éstos de la otra encarnación más soulera de la banda como Lisa & The Lips.
A las 20h sale la banda a escena y sin mediar palabra arranca el motor de la máquina, del mismo modo que lo hacía su último trabajo, con Black Lightning. Declaración de intenciones que marca el ritmo de la que se nos viene encima. Van enlazando trallazos de su rockandroll garajero sin solución de continuidad mientras vemos algo enfadada a Lisa. Acabará pagando los platos el batería al confundirse en algún compás. Así van sonando Mine All Mine, That’s not the way it should be, Manic Blues o Pinball City sin parar casi ni a coger aliento.
Entonces atacan Anymore en una de las pocas concesiones a tiempos más pausados de la noche, aunque solo sea en su arranque. Poco después Lisa, que no para de recordarnos entre temas que “This is a Rock Show” al ver a la gente algo parada nos invita a “imaginarnos que no es domingo, que no es tan temprano y que disfrutemos de la noche” y para ello atacan uno de sus temas más redondos: Power to Burn. Un trallazo perfecto que para esta ocasión cuenta con una nueva melodía en el estribillo.
La parte central del show se basa en Black Lightining, aunque su último disco ya cuenta con 6 años, y así van repasando, The Way, Living a Lie o Everybody Get Up. Pero también, mientras la banda trabaja en lo que será su nuevo disco, han lanzado un EP con algunas de las versiones que suelen atacar en sus conciertos, podremos disfrutar de alguna de estas píldoras en la fase final del show. Así nos llega la hora de revisar el Whole Lotta Love de los Zeppelin pasado por el filtro entre el soul y el garage que solo ellos le podrían dar.
Posteriormente nos presentarán dos temas nuevos muy en la onda de sus últimos discos para terminar el show con dos trallazos: Never Say Die de Black Sabbath que sube mucho el ritmo ya de si por si cañero, antes de dar el último acelerón con On Top. La banda se retira del escenario tras unos 55 minutos de show en el que no ha dado tregua pese al ambiente algo frío de la noche. Poco después volverán a escena para un darnos la última dosis de su medicina guitarrera que terminará con una coreada versión del Highway to Hell. Puños en alto y voces en grito para terminar una perfecta velada de velocidad y distorsión en poco más de 70 minutos.
Texto y fotos por Nacho Cordero.
