Texto por Federico Navarro y fotos por Rockfels.
Desde la batería, aferrada a las baquetas, la estadounidense Mary Katherine sonreía mientras la barcelonesa Sala Monasterio aplaudía a sus Diablo Rising el 13 de mayo de 2016, cuando el público tomó conciencia que tras este grupo empezaba el Antikaraoke de César Martín. Ésa era la anhelada oportunidad de ser estrellas durante unos minutos de gloria. Pero en ese instante todavía la atención la llamaba esta banda que exhibió un Rock duro tan sencillo como eficaz donde los buenos estribillos forman parte de la verdadera magia que poseen. Piezas como “Sexteen (16)” mostraron algo más que un juego de palabras en sus letras, sino la verdadera pegada que puso al público en pie: melodías excelentemente enlazadas y ganas de pasarlo bien. Pero es que hay más: “Sata”, su cantante, ha mejorado no sólo su voz, sino también su actitud escénica, con un dominio de las tablas que le ha llevado también a colaborar con The Canibal Queen. Tampoco se quedó atrás su bajista Hernan “Tiger” Von Hell ni Mariano Mago que mediante su guitarra supo combinar los solos con su función rítmica con clase y maestría. Sin duda, estamos ante un grupo compacto, intenso y cuyas atmósferas lo pueden vincular a los primeros Iron Maiden –“Save Me Tonight” sería un ejemplo- mientras que el inicio de “Faith” sabe a Pantera o incluso a Billy Idol, al que reivindicaron con “Rebel Yet”.
Por su parte, el Antikaraoke de César Martín ya es una referencia claramente consolidada en este acogedor local y, sin duda, el elegante erotismo de Marina Salvador y sus Burlesque Girls BCN confirió al espectáculo de una dimensión de verdadero entretenimiento. Porque la filosofía de esta iniciativa, presentada por un artista llamado Jou Mistika, que lleva años batiéndose el cobre en distintos e interesante proyectos musicales, sigue siendo la que era cuando se creó: pasarlo bien. Sin más. Y Mistika fue el perfecto maestro de ceremonias, hábilmente secundado por las cantantes Barbi Resio, Andre Bladi Mir y el showman Fabri Pedrero. Pero mientras esta encantadora troupe se dedicaba a crear el ambiente necesario, fue el público el que fue el verdadero protagonista llamando la atención con singulares interpretaciones que iban desde temas de Muse pasando por los siempre queridos Police hasta llegar a AC/DC. En la variedad, dicen, está el buen gusto. Y, desde luego, lo que queda al final es eso: un sinfín de sonrisas tan hermosas como la de Mary cuando aporrea su batería.