The Steepwater Band. La honestidad del Rock en tiempos deshonestos

Era un noche complicada para la banda. Dos de Mayo en la comunidad de Madrid y final de puente con atascos vespertinos en todas las carreteras colindantes con la gran ciudad. Para colmo de males los de Chicago ya habían agotado el papel en la madrileña sala El Sol dos semanas antes dentro de la misma gira. Con estas premisas estaba claro que el pub irlandés de Alcalá de Henares no iba a registrar un lleno. Con todo y eso presenciamos uno de los mejores conciertos en lo que va de año.

Pasaban algo más de quince minutos sobre las diez de la noche cuando sonaban los primeros acordes sobre el escenario del lujoso The Green Irish Pub, ubicado en lo que antaño eran los Multicines Cisneros, una de las principales sedes del festival internacional de cortometrajes de la ciudad. No conocíamos la sala hasta la fecha y la verdad es que se ha montado con gran acierto, gusto y foco en la celebración de interesantes conciertos en la ciudad complutense. La zona reservada para los shows recuerda a un lujoso bar de carretera americano de cualquier interestatal que se precie en el territorio yankee. El ambiente favorecía mucho el espíritu en concreto de los Steepwater, ubicados en la raíz del blues rock de Chicago. Durante todo el concierto tuvimos la sensación de que nos llevaban de viaje por su país sin movernos del nuestro. Venían a presentar su último trabajo, Shake your Faith, del que visitaron gran cantidad de temas, entre los que brillaron con luz propia el que da título al disco, con el que abrieron el show, “Mama Got To Ramble” y “Silver Lining”. Tema tras tema presenciamos un duelo de guitarristas entre Jeff Massey y Eric Saylors. Intercambiando a la perfección y sin problemas los papeles de rítmico y solista. Con mención especial para el primero en el uso del bottle neck más blusero que recuerdo y para el segundo en el dominio maestro y absoluto del slider guitar. Las versiones en esta ocasión se decantaron del lado de Chuck Berry con un apasionado “Little Queenie”, una visita a los Stones con el inmortal “Midnight Rambler” y un fin de fiesta con el clásico del inmortal Neil Young “Cinnamon Girl” en el que la mitosis de las pocas almas que habitaban la sala llenaron cada rincón de las misma por obra y gracia del rock & roll, del júbilo que la descarga y la sinceridad de la propuesta musical provocaba en nuestros corazones.

The Steepwater Band Alcalá Henares 2016.3

La contundencia de su directo es abrumadora, sin trampa ni cartón, usando los efectos típicos de fuzz, delay, reverb y poco más. Un directo crudo y a la vez infinitamente cálido y esa es la magia de los de Chicago. Esa sensación de que sólo se puede hacer lo que hacen si lo llevas en los genes, si naces y creces allí, si lo mamas desde tu primer bocado de vida. La receta se basa en la honestidad de dar siempre lo que se espera de ti a un nivel que brilla por encima de cualquier media, a un nivel en el que te sientes tan cómodo con lo que haces que vacías hasta la última gota por poco llena que esté una sala un lunes de puente en España. Lo hacen así porque no les sale de otro modo, porque creen en el rock, porque respetan a sus gentes y porque lo han aprendido de los grandes, de Page y Plant, de Richards y Jagger, de Gilmour y Waters, de Townshend y Daltrey

Tuve la oportunidad de charlar con todos ellos, prácticamente me considero amigo suyo, hermano en el rock y ya nos reconocemos y saludamos en cada show en que coincidimos, ya sea suyo propio o de artistas a los que ambos adoramos como es el caso de Malcolm Holcombe. Su batería Joe Winters me comentaba el retraso que había tenido la publicación de su última obra debido a desavenencias con la discográfica, la cual no estaba dispuesta a invertir en el formato digno que la banda reclamaba para su nueva creación en la que han volcado hasta la última gota de su sudor. Con qué cariño y devoción me contaba que no podían permitir que la edición en vinilo fuera algo menor y cómo lucharon con todos los medios a su alcance incluso perdiendo capital a fin de que el vinilo que pinchamos en nuestros platos lleve el arte que le corresponde y luzca sobre 180gr de acetato doble. Eric, Jeff, Tod y Joe me agradecieron repetidamente que asistiera cada vez que pasan por aquí a sus conciertos y yo les agradecí su esfuerzo en una gira que les lleva casi un mes por nuestro país, les agradecí su sinceridad, la honestidad con la que imparten nuestra religión desde hace casi 18 años, la claridad con la que nos suplican que agitemos nuestra fé hasta que todo el mundo comprenda que el rock no ha muerto, que llegó para quedarse y que es lo único que puede redimirnos en estos tiempos cada vez más deshonestos. Larga vida al rock, larga a vida a The Steepwater Band. Salud!

Texto, fotos y vídeos por Javier Naranjo.

 

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