Hellfest, Rammstein dioses del Olimpo.

Hellfest Open Air Festival, se celebro el pasado 17,18 y 19 de junio en su undécima edición con un impresionante cartel, estuvimos allí viviendo la fiesta, primera entrega del viernes.

Disfrutamos en la undécima edición del apasionante festival galo Hellfest, en el bonito pueblo de Clisson, situada en la región de Países del Loira, distrito de Nantes,  su antiguo Castillo y los preciosos jardines situados en la italianizada villa Garenne-Lemot, son dos de los mejores atractivos del lugar y la antesala de la llegada a un recinto, que una vez al año, acoge multitud de fans para vivir tres jornadas de auténtica fiesta.

Un poblado de apenas 7.000 habitantes que por un par de días «pierde» su tranquilidad para abrazar un poquito de ése infierno que tanto nos encanta, las casas de alquiler y hoteles cercanos están a reventar meses antes de la fecha en cuestión, así que las únicas opciones son la acampada, o algún hotel algo más alejado en la zona de Nantes, a unos 25 minutos en coche en nuestro caso, cuarta vez consecutiva que acudimos a la cita, preferimos pasar las pocas horas de descanso que tenemos en un buen colchón y abandonar la vieja caseta de antaño, alejándonos de la muchedumbre y del bullicio, buscando ese remanso de tranquilidad, el tiempo no pasa en balde y nuestra espalda lo agradece. Atrás quedan acampadas salvajes.

Hellfest se ha posicionado fuertemente en la escena festivalera Europea convirtiéndose en uno de los más importantes por cartel año tras año, Champions League . La organización y su encomiable trabajo año a año hace que gocemos de mejoras notables en el lugar, la ciudadela pavimentada con sus tiendas rollo Camden, la decoración del acceso principal, el sistema de tarjeta cashless para la bebida, la escultura gigante en forma de guitarra levantada en medio de la rotonda a las afueras, fuegos artificiales, shows semi burlesques o un brazo gigante multicolor haciendo el signo del metal en honor a Ronnie James Dio son algunos de los elementos a tener en cuenta, pero sin duda, la joya de ésta temporada es el renovado Warzone. La «zona de guerra» es, un espacio habilitado para las bandas tipo hardcore, un escenario, una explanada y varios puestos de comida conformaban éste pequeño hábitat hasta el año pasado, donde los fieles a éste estilo pasaban las horas, grupos como Biohazard, Body Count o Terror han hecho saltar a un buen puñado de gente, convirtiéndolo en uno de los sitios más alegres y de visita obligatoria. Para llegar al Warzone hay que atravesar el bosque de Kingdom Of Muscadet, un área de descanso con vegetación variada, custodiada por dos gigantes tótems de madera que te invitan a entrar, dónde la sombra es abundante, haciendo de él, un lugar perfecto para comer o tumbarte a una buena siesta. Un nuevo bar, la ampliación del terreno junto con unas mini gradas construidas estratégicamente aprovechando la geografía y un brutal monolito moldeado con la figura de Lemmy, portando su bajo y una especie de lanza con logo Hellfest incorporado dándonos la bienvenida, son las novedades más destacadas. En la base de la torre, a un metro y medio más o menos, encontramos una abertura en forma de hueco diáfano, donde reposan las botas y otros efectos personales pertenecientes a Lemmy, con su frase «Born to lose lived to win» grabada en la piedra, un monumento especial y emotivo que siempre hará que le recordemos, incluso Phil Campbell se encontraba allí presidiéndolo el primero de los días. Otros activos de éstos últimos años son por ejemplo el Wine Bar, una carpa especializada dónde las gargantas más exigentes pueden degustar una gran variedad de vinos, alquiler de taquillas a cargo de la empresa española Lock&Rock, muy práctico y original slogan, «You Rock, We Lock», el parque de patinaje Cross Da Cruz hace las delicias de los skateros con espectáculo de piruetas, para los coleccionistas o sibaritas, el extreme market posée infinidad de artículos y curiosidades que sólo encontrarás allí, incluído la maravillosa lámina del festival hecha a mano, diseño de Arrache Toi Un Oeil, la Noria que ofrece unas vistas aéreas privilegiadas, se detiene un par de veces durante el paseo para que disfrutes de todos los puntos de vista, el Metal Corner, paradero después del último concierto en el que un dj ameniza lo que queda de noche a los que aún tienen fuerzas, y sobre todo, el sempiterno árbol y su look de fabricación tipo residuo industrial, formando la palabra HELLFEST con sus ramas. En lo que a escenarios se refiere, su distribución no varía prácticamente, Main Stage 1 & amp; 2, que acoge a los cabezas de cartel y a las bandas de corte clásico, orientadas sobre todo al hard rock, aquí obviamente se reúnen los rockeros más entrados en años para ver a sus grupos favoritos, la nostalgia se puede sentir, y si de pronto la mirada se nos fuera al cielo y viésemos un zeppelin de Good Year sobrevolando nuestras cabezas, cualquiera diría que estamos en el California Jam del 74.
El Temple y el Altar, reservado para los sonidos más negros, satánicos o góticos, el Valley, stoner, doom y sludge por doquier, si hay algo que me gusta de ésta carpa, es que siempre encuentras dos o tres de las denominadas «perlitas» que son complicadísimas de ver.
Y por último, el ya mencionado Warzone. Dos puestos de merch oficial siempre abarrotados, tres o cuatro bares, mas las carpas de comida, completan la logística, mencionar también a esos currantes de polo amarillo que sirven millones de litros de cerveza, haciendo kilómetros con el bidón a la espalda y pistola preparada, por supuesto también, al grupo Hellfest Clean, el personal voluntario de limpieza, en definitiva, a todos los que hacen posible ésta bendita «locura».
Al anochecer, todo adquiere una nueva dimensión, la fusión entre acero, naturaleza e iluminación, dotan al perímetro de una identidad visual, escénica y estética de gran impacto, siniestramente bella.
Por todos éstos y otros numerosos detalles, el propio festival ha ido desarrollando una atmósfera única difícil de encontrar en otros festivales, el personal es consciente de ello y nunca faltan los ya clásicos disfraces de todo tipo, bártulos de playa tales como colchonetas o flotadores para los divertidos cross surfing o las caracterizaciones del artista de moda del momento, lo mejor de cada casa saca sus mejores galas y como no, deseando ser captado en una instantánea para el recuerdo en la página oficial de Facebook.En el debe, como principal punto a mejorar podríamos citar el tema de las colas, bien es cierto que la organización emitía un comunicado este año, advirtiéndonos de que las medidas de seguridad serían dobladas con un exhaustivo cacheo y servicio de videovigilancia por todo el área, debido a los desgraciados sucesos producidos recientemente, lo que supondría un enorme atraso, con la consiguiente aglomeración en la única entrada a la zona de conciertos, esto no es nuevo, ocurre desde hace un par de temporadas, concretamente desde 2014, es a partir de aquí cuando se empieza a notar un volumen creciente de público y hoy día, hay veces que te sientes incómodo una vez dentro, ya que en ocasiones, no puedes salir de los Main Stage para acercarte a otro concierto, si lo haces, ves al cabeza de cartel desde el bar, varios motivos pueden ser los desencadenantes de dicho problema, obviamente un mayor número de Hellfesters, el hecho de que sólo exista una entrada para tantas personas, o que el terreno se ha quedado pequeño, los organizadores se han hecho eco de la situación, siempre están atentos a las sugerencias de su parroquia y seguro que están trabajando para encontrar soluciones, afortunadamente, nos han demostrado que las cualidades dedicación e implicación en encuentran entre sus virtudes.

A parte del impresionante cartel que una vez más nos brinda el festival francés, las inclemencias meteorológicas se erigían como otro de los protagonistas a tener en cuenta, prevenidos para las lluvias que se esperaban, cargamos las mochilas listos para una intensa jornada, afortunadamente, la amenaza de lluvias torrenciales quedó en unos cuantos chaparrones entre viernes y sábado, siendo el domingo el mejor día, luciendo el sol. Fenomenal tiempo pudimos disfrutar, nublado y fresco, que nada tuvo que ver con el del pasado año, calor extremo, agobiante y fuego permanente durante los tres días.

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Una vez allí, y ya con las pulseras en nuestras muñecas, nos dirigimos hacia la entrada que da acceso a los escenarios, típica aglomeración y espera de al menos una hora, ligeros ponemos rumbo dirección Valley, para el concierto de Stoned Jesus, la primera banda ucraniana que toca en Hellfest, teniendo en cuenta la hora, sobre las 11 de la mañana, ya la carpa gozaba de buen público para ver al trío formado por Ihor Sydorenko (guitarra y voz), Serhiy Slusar (bajo) y Viktor Kondratowa (batería), un set list de cuatro temas fue suficiente para quedarme satisfecho la primera vez que los veía, «Electric Mistress», «YFS», «Here Comes The Robots» y «I´m The Mountain» tres álbumes desde el 2010 les han valido para ir colocándose en la escena, y tras ésta actuación nos dejan con ganas de mucho más.

Los siguientes y sin movernos del sitio son Wo Fat, los tres de Texas están un poco más arriba en el escalafón, desde 2003 han mantenido la formación original, Kent Stump (guitarra y voz), Michael Walter (batería) y Tim Wilson (bajo) con seis redondos publicados, teniendo especialmente éxito el editado en 2012 «The Black Code», nombrado uno de los discos del año dentro del género, sonaron muy gruesos como se esperaba, los fuzz riffers de Dallas fueron llenando de arena poco a poco el Valley con temas de su último trabajo «Midnight Cometh», y preparando el terreno para las bandas venideras.

Wo Fat
Wo Fat

 

Caminamos unos metros y nos plantamos en el Altar, cambiamos los ritmos desérticos por los sonidos trash metal de los Estadounidenses Havok, poco conocidos en Europa, pero con bagaje más o menos importante en U.S., siendo teloneros o invitados de gente como Testament, Death Angel, Anthrax, Sepultura, Forbbiden etc.. desde su fundación en 2004 han tenido altibajos con entradas y salidas de miembros, siendo a partir de 2013 cuando han obtenido una estabilidad con David Sánchez (guitarra y voz), Reece Scruggs (guitarra), Pete Webber (batería) y Mike León (bajo), una bocanada de aire fresco para éste género, que debido a los tiempo que corren, siempre es bueno que salgan a la palestra éste tipo de bandas de corte e influencias clásicas, sobre todo de los primeros años 80, un gran descubrimiento que seguiremos de cerca, podemos citar en su set list tema como «No Amnesty», «Claiming Certainty», «Covering Fire» o «Give Me Liberty…Or Give Me Death» con el que cerraron su show.

Sacred Reich, de nuevo en el Altar, continuaron con otra dosis de rapidísimo metal, se antojaba complicada de ver a ésta banda formada en Phoenix a mediados de los 80, después de su separación en el año 2000, pero con la vuelta al ruedo en 2007, se abría una nueva esperanza, la cual se ha materializado hoy, abrieron con «The American Way» que animó bastante, y no faltaron otros como «Love…Hate», «Heal», «Who`s To Blame», un cover del «War Pigs» de Black Sabbath o «Surf Nicaragua», no nos terminaba de convencer el sonido en el Altar, al que le faltaba un plus para no desmerecer las buenas actuaciones  hasta el momento.

Turno ahora para el Main Stage I y Anthrax, creo que de los cuatro grandes ( Etiqueta comercial, son más de cuatro y el orden para gustos..), exceptuando Metallica, son los que en mejor forma están y más activos, Belladona como siempre «haciendo el indio» y cantando espectacular, Benante revalorizado a los tambores y Scott Ian calzando su Jackson Flying V despachando riff trashers al personal dando saltos, el incombustible Frank Bello a las cuatro cuerdas y Jonathan Donais completan la formación, guitarrista que entró en 2013 por Rob Caggiano, un auténtico killer, ha conseguido que el alma del grupo no se resienta, cuajando a la perfección, también es componente de la banda Shadows Fall, muy recomendable, por cuestiones de tiempo y que andaban presentando su último disco «For All Kings», echamos de menos algún que otro clásico, siguen sonando cañón y sus conciertos son una fiesta, por lo que se ve, tenemos virus para rato. Recuerdo para su compatriota Phil Anselmo, con banderola brutal.

Los daneses Volbeat, que han subido posiciones en los carteles éstos últimos años como la espuma, nos ofrecen su peculiar estilo mezclando rockabilly, punk, metal y un toque comercial, suenan muy bien, duros y compactos, bien es cierto que con la llegada en 2013 de Rob Caggiano (ex-anthrax) han ganado en aplomo, seis discos de estudio desde 2001 les avalan, incluído «Seal The Deal & Let’s Boogie», que ha visto la luz en éste 2016. A éstas alturas el Main Stage estaba a tope, cosa que supieron aprovechar para no desencantar a sus más fieles seguidores con interpretaciones sobresalientes.

Rammstein fueron los encargados de poner el broche final a la jornada del Viernes, nunca han sido santos de mi devoción, pero en directo era un número que no podíamos perdernos e hicimos bien, el sexteto alemán estuvo soberbio, todos rayando a un gran nivel, desde Lindemann al frente del micro hasta Flake Lorenz en los teclados, quien tuvo gran protagonismo con algún que otro solo, metal industrial brutal, impresionante despliegue pirotécnico de luces y fuego, que unido al espíritu Hellfest, casan tremendamente bien, sonido inmejorable y set list de auténtico lujo, versión del «Stripped» de Depeche Mode incluida, otras joyas fueron «Hallelujah», «Feuer Frei¡», «Ich Tu Dir Weh», «Mein Herz Brennt», «Ich Will» o el mítico «Du Hast», el momento para los bises llegó con «Sonne», «Amerika» y «Engel», unos 17 temas en total que conforman una hora y cuarto de puro Tanzmetall (metal de baile), como ellos lo llaman, de lo mejor del festival. Esto es lo que pudimos degustar de un frenético viernes

Texto y fotos por Adal García.

GALERIA DE FOTOS HELLFEST 16´ VIERNES.

hellfest cartel 16

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