Música atemporal de un cantautor de culto, Marc Jonson
Junto a Víctor Ramírez, Cayo Bellvese, Marcos Junquera y Xavi Muñoz.
Alguien es un músico de culto cuando no vende un colín en comparación con la grandeza de su obra y le conocen cuatro gatos. Queda entonces un reducido grupo de «connaisseurs» encargados de una misión casi sagrada: mantener viva la llama hasta que otros descubran esa luz perdida en el tiempo.
Algo así ocurrió con Astral Weeks o con Forever Changes (Love) o con Oar (Skip Spencer) o con Bill Wilson ( Ever Changing Minstrel) o con muchos más. Son obras de arte eclipsadas en su tiempo y todas se concentran en un pequeñísimo plazo histórico. Un filón para amantes de estos años de oro para la música. El drama es imaginar qué ocurrió con aquellos discos gloriosos cuyas brasas se apagaron y que ahora se debaten entre el extravío infinito y la quimera de una serendipia que los ponga cerca del oído.
Sin embargo, ahora cabe una pequeña venganza contra el sumidero del anonimato. El destino nos ha puesto a tiro a Marc Jonson, un músico muy, muy, pero que muy de culto: enorme obra y anticomercial hasta decir basta.
Marc Jonson, 66 primaveras, neoyorquino y afincado en New Jersey, sacó en 1972 el disco Years. Lo editó Vanguard Records, el sello de Joan Baez. Ese puñado de canciones, nueve en concreto, han superado la prueba del tiempo y ahora, por primera vez, este formidable músico, actúa en Europa y pasa unos días por España. Como comentó en el concierto que ofreció anoche en el Café Berlín, el poder del azar y el amor a la música le han traído hasta aquí. La novia de un formidable músico, Víctor Ramírez (a la eléctrica, con elegancia eficaz y magnífica voz) escuchó casualmente por la radio un tema de Jonson (a veces se ha hecho llamar Mark, otras Marc, otras Johnson… en fin, un lince de los negocios) y se lo pasó a su chico, quien cae enamorado de su música y comienza a colaborar con él. Esto recuerda a una historia sobre un músico fracasado en Detroit y triunfador en Surafrica…
Ahora en 2016 se reedita esta obra maestra y con sólo 44 años de retraso presentó anoche un puñado de canciones de esa joya grabada en curiosas condiciones: contrató a un arreglista y a un par de músicos de sesión para trabajar las cuerdas, pero para rematar el equipo incorporó a un músico callejero con el que se encontró, un tal “Steven Gardner”. Con esos ingredientes, publicó ese gran disco que ahora, medio siglo después, suena tan fresco como entonces, con sus arabescos y requiebros musicales, con garra sonora y rabiosa autenticidad. A algunos no les pasó desapercibido ese talento; por ejemplo, Paul Butterfield, ahora que se celebran los cuarenta años de The Last Waltz, sacó una versión de su tema Bad Love.
Con bastante puntualidad, Marc Jonson se coloca bajo las luces acompañado por el citado Víctor Ramírez, Cayo Bellvese, y la sección rítmica formada por Marcos Junquera y Xavi Muñoz. Se ensamblan a la perfección y logran un sonido cambiante que a veces recuerda a Buddy Holly, otras a Wille Nile, a veces a Elliot Murphy, de cuando en cuando a Any Trouble (como dice Ero) e incluso trae ecos de los Beach Boys, sin duda por la magnífica conjunción vocal.
Comienzan con fuerza gracias a Real True Lover, del álbum 12 in a Room (nombre que surgió porque la docena de canciones que lo componen se grabó en una habitación). Es un arranque potente, con energía y entrega, con Jonson dando duro a la guitarra acústica. La voz resulta espléndida, apasionada, animal a veces, pero siempre con sonido libérrimo. El centenar de espectadores ya sabe que va a disfrutar de lo lindo, en un concierto que gana calidad sin cesar.
La segunda canción es Rainy Dues, de Years, con otras tonalidades acústicas e igualmente hermosa. Luego pasa a la eléctrica Fender con Love Me or Love Me Not, Diamond Mine, Loving Goes Fading, Numbers, I Don´t Want to Go to School (momento de gran intensidad, donde se delata el gamberro que se esconde dentro de este hombre que tanto recuerda físicamente a Neil Young), Mother Jane (Years, otra cumbre de la noche), The Moon, Little Cricket (12 in a Room, quizá el más bello momento del concierto) y Fly, otra gema de Years y de la sesión.
Como se tira por el suelo, se lanza de rodillas, grita como un poseso y sacude las seis cuerdas con contundencia, se toma un descanso de un cuarto de hora. Vuelve con la guitarra acústica y canta él solo dos bellísimas canciones: I Don´t Have You y Mary, de Years, más un bis emocionante. Es el punto final y la constatación de la enorme fuerza en directo de este hombre curtido que parece recién salido de un agujero del tiempo, dispuesto a dar sus canciones (compone tres o cuatro al día, de forma constante) a quien tenga la suerte de cruzarse con él (hoy toca en Galicia, por ejemplo).
Escucha «Years» de Marc Jonson
Sólo ha sido necesario esperar 44 años para conocer parte de Years y de otras de sus composiciones. Ahora es una alegría saber que esta llama de los años setenta siendo ardiendo. Y desde ayer con mucha más fuerza.Las fotos de Ana Hortelano lo dicen todo.
Texto por Miguel López.
Fotos por Ana Hortelano