Adiós al Kafka de la música, al voluntario israelí en la guerra de Yom Kipur, adiós Leonard Cohen

Esta mañana nos levantamos con la noticia de que Leonard Cohen había fallecido a los 82 años tras la escueta nota que publicó su familia en su página de Facebook. Hace unas pocas semanas Leonard Cohen publicaba un disco que realmente suena a despedida, “You Want it Darker”, decimocuarto álbum de estudio producido por su hijo Adam Cohen tras «Popular Problems» publicado hace dos años.

Leonard Cohen, el Kafka del Blues, cantautor candiense, poeta y novelista, Premio Principe de Asturias de la letras 2011 y galardonado en el 2012 junto a Chuck Berry con el premio “PEN New England Awards for Song Lyrics of Literary Excellence” (2012), un premio que se entrega como reconocimiento a la composición y autoría de canciones y melodías que han perdurado a lo largo de la historia y han revolucionado e influenciado generaciones futuras.

Un hecho trascendental en la carrera musical de Cohen fue la ocurrida tras caer en un bache musical a finales de los 70 y principios de los, recuperándose poco después en 1984 con «Various Positions» debido a hecho poco divulgado y aireado sobre la vida de este magnífico compositor y cantante, como fue la de acudir como voluntario en 1973 durante tres meses para el servicio activo de las tropas de Israel en la guerra del Yom Kipur para entretener a las tropas en una división de tanques donde una vez se encontró bajo el fuego en el desierto de Sinaí debido a sus raíces judías. Este arrebato sionista con ocasión de la guerra del Yom Kippur, que llevó a Cohen a querer alistarse en Tsahal y en la que más modestamente terminó cantando en el desierto del Sinaí para soldados israelíes. 

Leonard Cohen fue criado por un abuelo rabino y nunca cambió su apellido, muy común entre los judíos. Algunos de sus textos se inspiraban incluso en la tradición y la liturgia judías. Su frase escrita en un poema «Iré a detener las balas egipcias», tendría consecuencias.

Iré a detener las balas egipcias

Cohen abandonó la pequeña isla griega en la que residía en aquel momento, un día después del inicio del conflicto entre Israel y una coalición de Estados árabes liderada por Egipto y Siria. En Tel Aviv, tuvo un encuentro con el músico israelí Oshik Levi, quien contó que Cohen estaba dispuesto a ayudar a Israel trabajando en un kibutz, una de esas comunidades agrícolas tan ligadas a la historia de Israel, de donde procedía gran parte de los soldados locales. Levi persuadió a Cohen de unirse a un grupo de músicos que había creado y que cantaba para los soldados en el frente. El cantautor canadiense participó en esa aventura durante tres meses. La foto de portada muestra a Leonard Cohen cantando en la península del Sinaí, en presencia del entonces general Ariel Sharon. Cohen escribió la canción «Lover Lover Lover» dedicada a los soldados israelíes y egipcios. Pese a no proliferar en su cancionero canciones protesta, su judaísmo que es auténtico y real,  lo venera y refleja en inagotables de imágenes literarias, que alcanzan su gloria.

Aquella guerra del Yom Kippur o del Ramadán, además de los casi 15.000 muertos del conflicto (8.500 árabes y en torno a 6.000 israelíes), tuvo importantes repercusiones: el alineamiento de los países árabes de la URSS se hizo más estrecho, la imagen de invencibilidad del ejército israelí fue destruída, Israel se hizo más dependiente de Estados Unidosny, sobre todo, la guerra propició que la OPEP, donde los estados árabes tenían un peso decisivo, decidiera una brusca subida del precio del petróleo que desencadenó una espiral inflacionista que llevaría a una gran crisis económica.

La fidelidad de Leonard Cohen quedó nuevamente de manifiesto en el año 2009, cuando defensores de la causa palestina y partidarios de un boicot a Israel trataron de convencerlo de anular un concierto previsto en Ramat Gan, cerca de Tel Aviv. Cohen no cedió, pero intentó organizar un segundo concierto en Ramala (Cisjordania ocupada), que no prosperó porque los palestinos lo anularon. El cantante utilizó los ingresos del concierto israelí para apoyar un fondo para la paz. Al final de aquella actuación, ante 50.000 personas, se despidió con la bendición judía.

Estoy enfadado y cansado, estoy listo para morir

Coros de sinagoga, el blanco y negro de la portada del álbum, en la que mira con escepticismo a través de un marco hacia la oscuridad, se diferencia notablemente de las coloridas de sus trabajos anteriores “Old Ideas” (2012) y “Popular Problems” (2014), cuerdas celestiales, oración con forma de música clásica y muchas frases como  «Si eres tú quien reparte las cartas, déjame salir de este juego», «ojalá hubiera un pacto entre tu amor y el mío», «estoy enfadado y cansado», «estoy listo para morir», “Sigue tu camino más allá de las ruinas del altar y del centro comercial, de la fábula de la creación y de la caída” y añadiendo en hebreo himeni («aquí estoy»),  presagiaban claramente una despedida, Cohen nunca había reflexionado de forma tan profunda sobre las despedidas y los abandonos.

Leonard Cohen es un genio por las letras de sus canciones y está en lo más alto de la música, durante y después de cinco décadas escribiendo y cantando, envolviendo el mensaje y clavándolo en el recuerdo, para amplificar el sentido de lo escrito, ofreciéndole otro valor, sin la música, sus letras lo son menos, pero sus letras también dan sentido a su música, la llenan de mensaje y la completan, el tiempo y la experiencia han depurado sus canciones,y han sacado lo mejor de ellas.

Leonard Cohen apoya su lirismo en la tristeza y la depresión, el cantante de la frustración humana, su voz, grave y monótona, unida a unas letras que hablan, principalmente, de las relaciones de pareja, la religión o el fascismo, irradian tristeza, propio por su devoción a Federico García Lorca y por estudios de las enseñanzas del Rinzai Roku.

Leonard Cohen  fue capaz de triunfar en la generación Woodstock en los años sesenta, místico y refugiado en sus versos, A mil besos de profundidad, como cuando se refugió en la isla griega de Hydra a comienzos de los años sesenta, para luego abrirse a base de versos susurrados y una guitarra entre los decibelios de Jimi Hendrix o The Doors, o de competir con Bob Dylan en ser referente espiritual y filosófico, o de simplemnte destilar el lenguaje para encerrar en unos versos aquello para lo que otros necesitamos retórica sin sentido, a todo ésto le puso música.

Descansa en paz Leonard Cohen.

 

 

 

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