Aterrizaje perfecto: ElDorado arrasa con «Mundo Aéreo» en Rocksound

Sonar actual con instrumentos de finales de los sesenta y los primeros setenta puede constituir un aterrizaje forzoso en una sala como la barcelonesa Rocksound, donde el público destaca por su exigencia. Pero si los pilotos del avión son Eldorado y presentan un álbum tan solvente como Mundo aéreolas posibles turbulencias se transforman rápidamente en aplausos. La prueba de ello es que el pasado 19 de noviembre de 2016 esta banda afincada en Madrid consiguió fraguar otro recital inolvidable que se añade a su idilio con la ciudad condal. A su particular manera de hacer las cosas se añade que cada trabajo tiene una segunda versión en lengua inglesa y que en este caso se titula “Riding The Sun”.  

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            Ante un local lleno casi hasta la bandera, lo que permitió disfrutar de la actuación con comodidad, el cuarteto abrió fuego con tres piezas de su reciente doble lanzamiento que embrujaron a los presentes: “Espacio tiempo”, “Antes de juzgarme” y “Plastic Flowers”. Jesús Trujillo dividió su sabiduría entre el micrófono, la guitarra acústica y un viejo teclado que es clave en una propuesta musical francamente atrevida mientras que César Sánchez hizo sonar su bajo de manera elegante y magistral.

            Especial mención merece un Javier Planelles absolutamente enorme a la batería; el solo que se marcó en Madre agua fue de antología y desde este mismo tema se lanzó el primer dardo dirigido a una sociedad cada vez más alienada por el mal uso de las nuevas tecnologías: “gente ocupada haciendo nada”. Más claro, imposible. Pero ellos -y los que asistimos a conciertos y somos mentes inquietas en busca de la belleza-, logramos vivir unas horas alejados de una fría pantalla telefónica y vibrar con ese arte que enamora a las almas sensibles. Lo mismo que la guitarra de un Andrés Duende cuyos dedos se prolongaron acariciando unas seis cuerdas que amenazaron con estallar en una explosiva versión de “Helter Skelter” de los Beatles, canción con la que Paul McCartney inventó el Heavy Metal; parecía, por momentos, que el caballo de Atila había irrumpido en el lugar y que allí no fuera jamás a crecer la hierba. Javier, fiel seguidor de los de Liverpool, acabó gritando “I’ve got blisters on my fingers!” (“¡tengo ampollas en mis dedos!”), igual que Ringo Starr en aquella grabación tan histórica como histérica que guió a la música a una densidad jamás conocida en aquel 1968 y que revivió con fuerza gracias a este grupo en un ya entrado siglo XXI.  

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            Por otro lado, “Space Mambo”, “La flor de la envidia” y un enérgico “Reactor” sirvieron para sobrevolar el pasado de la banda y recordar que estos muchachos llevan desde el 2007 en la brecha y que la fuerza de los cuatro músicos –cifra que los iguala  a los Fab Four–  forma parte de su poderío escénico. La contundencia de un sonido sin fisuras en el que también se percibe la huella de Jefferson Airplane, Deep Purple y la Jimi Hendrix Experience enlazó muy bien con los mensajes de sus letras. Es aquí donde su autor, Trujillo, bebe no sólo de John Lennon, sino también de ese eterno soñador y místico que es Jon Anderson, el que fuera el vocalista clásico de Yes, como probó la aplaudida “Todo es uno” al remarcar que “somos parte de un mundo real”. Y es que esas palabras bañadas en cierto encanto hippy siguen siendo tan vigentes hoy en día como hace medio siglo.  

Texto y fotos por Federico Navarro.

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