Una noche con The Rubinoos: canciones perfectas, guitarras y diversión

Apenas un año después de su última visita, The Rubinoos han regresado a España con una extensa gira para volver a darnos una clase magistral de música americana en el más amplio sentido de la palabra. En su parada en Madrid, dos sold outs consecutivos (éste en el Wurlitzer y al día siguiente en Moby Dick) demuestran que tienen un público fiel y creciente, algo lógico teniendo en cuenta que es difícil salir decepcionado de uno de sus conciertos.

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Empiezan el concierto con un cover de las Chordettes: Mr. Sandman, demostrando desde el principio su maestría con las armonías vocales a cuatro voces, un oficio que manejan a la perfección y que es una de sus principales armas (de hecho, Jon Rubin tiene desde hace treinta años un grupo paralelo de doo wop). Desde el principio (presentan el tema como un homenaje a Metallica) dejan bien claro que han venido a divertirse.

Siguen fuertes, con Hit the nerve y Hard to get, temas que son en sí mismos la definición de power pop. Nothing a Little Love Won’t Cure es puro pop fifties. Must be a Word viene con la primera intervención solista del bajista Al Chan y da paso a dos clásicos de la primera etapa de la banda, Leave my heart alone, tema estrella de su álbum de debut y I wanna be your boyfriend, que resume como ninguno sus primeros discos: excelente trabajo de guitarras, grandes melodías y una letra llena de ingenuidad adolescente coronada por un estribillo perfecto. Que se lo digan a Avril Lavigne, que tuvo que acabar reconociendo que lo tomó prestado para uno de sus éxitos. Telstar, de los Tornados, muestra la querencia de los Rubinoos por el surf instrumental para lucimiento de Tommy Dunbar, un guitarrista como pocos en lo suyo. Seguidamente recordamos la grandeza de Badfinger con una fantástica revisión de No matter what.

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Pero estos chicos no viven solo de sus viejas canciones y versiones, siguen componiendo perlas pop. Muestra de ello, Run mascara run y Countdown to love, de 45, su último disco, mantienen perfectamente el tipo al lado de sus temas más conocidos. Llega el momento de volver a revisitar clásicos del doo wop (I only have eyes for you de los Flamingos) y surf (Stingray de los Shadows) y encarar la recta final del concierto con It´s a shame y Shake some action, un tema que, todos lo sabemos, nunca falla.

Amnesia nos recuerda que en 1999 editaron un Lp que podía mirar a los ojos sin problema a su álbum debut y I think you´re alone now, (su única entrada en las listas americanas, allá por 1978), cantado en plena comunión con su público, pone punto final al recital dejándolo en lo más alto. Abren los bises con Hold me, tema popularizado en los años treinta del siglo pasado, que llevan perfectamente a su terreno. Party til we die es uno de los momentos más rockeros de la noche, con un final salvaje a cargo del bueno de Tommy.

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La banda se baja del escenario y nos piden cariño a gritos, así que gritamos y vuelven a escena para cerrar el concierto con dos clásicos de la música americana tan diferentes como Rama Lama ding Dong y Sheena is a punk rocker.

Alguien me recuerda que no han tocado Rock and roll is dead, pero tal vez es porque para ellos está más vivo que nunca. Tommy Dunbar, destrozando su guitarra (y colateralmente su micrófono y monitor), Al Chan con una sonrisa permanente en la cara y Jon Rubin contándonos batallitas en su rudimentario español nos demuestran una vez más que, al final, la juventud no es más que un estado mental. Siguen llenos de proyectos (tienen entre manos grabar We’re only in it for the Money de Frank Zappa a capella), así que esperamos que vuelvan pronto: pocos grupos garantizan ahora mismo una velada tan divertida como The Rubinoos

Texto: Francisco Javier Casamor
Fotos: CGM

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