Rival Sons. La respuesta de la contundencia.

Teatro Fiasco, así llamaban los Rival Sons al montaje que llevan para envolver sus shows en este tour europeo. Una propuesta modernizada de los viejos cabaret europeos. Algo original y muy de agradecer. Se salen de la norma de optar por un solo telonero y abren puertas dos horas antes del show para que la audiencia disfrute de este envoltorio de imagen, sonido y poesía durante la espera. La bienvenida la dan dos señoritas ataviadas con disfraces propios del tipo de espactaculo retro frances de principios del 1900 que te entregan un bonito tríptico a modo de programa. Durante 120 minutos disfrutamos del ambiente que crean el DJ Howie Pyro y el poeta Derrick Brown, amigo personal de Jay Buchanan. Calidad musical y artística muy acorde con lo que nos esperaba hacia las 9pm con la llegada al escenario de los angelinos.

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No ha pasado ni un año desde que gozáramos de la banda allá por Mayo de 2016 dentro del GetMAD! En aquella ocasión sólo nos enseñaron la puntita de su nuevo trabajo. Ya dimos buena cuenta de aquel show que nos dejó muy sorprendidos. El listón estaba muy alto para un grupo que lleva más de un año abriendo para los míticos Black Sabbath que acaban de terminar esa gira de despedida. En realidad estos Hijos Rivales son para esta redacción uno de los grupos de cabecera, y en opinión del que escribe, sin lugar a dudas, la mejor banda de hard rock en activo del planeta. No hay nadie que les siga ni de cerca. Anda que no hay payasos llenando estadios que no les llegan a los Rival ni a la suela de los zapatos. Pero bueno, mejor para los que degustáis el buen vino en salas pequeñas que nos llegan más cerca del corazón.

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El escenario de los Rival Sons es muy sencillo, se guardan toda la magia para lo que de verdad importa. A la izquierda un par de teclados y en el centro la batería. A eso de las nueve de la noche aparecen todos sobre el escenario. Dave Beste toma su bajo, Mike Miley se pone detrás de las baquetas, el bueno de Jay Buchanan toma el micro y se sitúa delante de la batería y a la derecha del todo Scott Holiday, al que le sirven su primera guitarra. Scott es punto y a parte en lo que a miembro de la banda se refiere, yo creo que lleva un camión para él sólo a fin de transportar su increíble desfile de guitarras Gibson Firebird, sus sets de amplis y cabezales Orange y sus cajas de pedales infinitos en número y en sonido. Ni siquiera le caben sobre el escenario. Desde fuera vemos la puerta que da a camerinos y sólo se ve una fila infinita de guitarrones. El caso es que al tipo no le sobra nada, a todo le da uso y lo hace de un modo magistral que eleva al guitarrista de los Rival al puesto, probablemente, de mejor guitarrista vivo de rock duro. La parte trasera del escenario la ocupa una pantalla led con el nombre de la banda y motivos indios americanos que les facilitan la subida al escenario con la típica melodía de guitarras americanas sioux.

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El concierto abrió con el tema que da título a su última y quinta loncha «Hollow Bones», en su versión de parte 1. Esta gente no tiene canción mala, así que se trata, sin más, de gozar cada uno de los cortes que nos vayan regalando. Una mezcla perfecta de potencia, rabia, melancolía y dulzura en las dosis indicadas por el mejor de los doctores, la razón! Así visitamos temas de todas sus trabajos en formato ametralladora, primero: «Tied Up», «Thundering Voices», «Electric Man», «Secret», «Preassure and Time», «Where I’ve Been», «Fade Out», «Tell Me Something». Todos esos temas fueron el preámbulo de uno de los mejores solos de guitarra que he presenciado, y a cargo del mejor, Scott Holiday nos sube a los cielos para disfrutar de un virtuosismo del que sólo él es capaz. Al menos con ese sentido que le imprime. No hablamos de técnica pura, ya hay mucho Steve Vai y Satriani por los escenarios. En el caso de Scott hablamos de corazón salvaje. Es la técnica al servicio de lo indomable. Hay que verlo para entenderlo, para sentirlo y gozarlo.

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Play VideoPlay VideoTras el goce de Scott continúa el fusilamiento con temas como «Face Of Light», «Torture» y «Open My Eyes». Ahora le toca el turno a Mike Miley, que nos revienta con un memorable solo a los tambores, únicamente Bonham me hace sentir a la batería como Miley, tal cual. Dicho eso, no puedo decir más.

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Ya sólo quedan dos temazos, la segunda parte del «Hollow Bones», que pone a corear al respetable durante varios minutos y obliga a la banda a hacer el tema más largo retomándolo sobre los compases de un público que estaba entregado en pista. El show finaliza con el imprescindible himno «Keep On Swinging» donde la locura del placer ya es infinito en casi todos nosotros.

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En esta ocasión me remito a las líneas que escribí en su día para hablar del vocalista, un Jay Buchanan inconmensurable. Directamente os digo que está a la altura del Plant y el Daltrey de los 70, y que incluso les puede superar. Ya está…

«Con Jay Buchanan descalzo sobre las tablas, agudizando la sensibilidad de estar pegado al escenario sobre el que canta y que le hace vibrar sintiendo a su público más cercano. Nos comentó al finalizar el concierto que ni siquiera calienta la voz antes de los shows, que no ha tomado clases de canto, ni de técnica en su vida y que su capacidad es totalmente natural, innata e indomada. Jay considera que tiene un don y que está obligado a compartirlo con el mundo y así creemos que es realmente, una fuerza de la naturaleza que lleva a los Rival a lo más alto del panorama actual del rock-blues.»

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El «pero» del concierto va para gran parte del público. Notamos que, especialmente, los fines de semana las salas se llenan de «metepatas» y «soplagaitas». Seres que salen por la noche y buscan un pretexto de plan de tarde para colarse en nuestros conciertos y hacernos la vida imposible con sus charlas intrascendentes en cada uno de los temas y sus faltas de respeto por la banda. Gente que viene más a la juerga que a la música, especímenes que no ha olido el aroma de un vinilo en su vida y que se creen con derecho a profanar los templos sagrados cuando la misa está impartida por pontífices como los Rivals. Me alegró, sin embargo, ver a mas de un niño entre el público de la mano de progenitores a los que profeso eterno respeto por la educación extra escolar que imparten a sus vástagos. Precisamente por eso pido más respeto por la música, por las bandas y por la audiencia que no queremos mamarnos en el concierto, que queremos desgajar cada uno de los quilates que nos están ofreciendo. Por favor!

Rival Sons tienen de su lado el rock en las venas. Lo han mamado a partes iguales de Led Zeppelin, Black Sabbath y los Doors. Han sabido aplicar la perfecta alquimia que les ha convertido en dioses de la música por la vía rápida. Un lujo al alcance de muy pocos. Rival Sons son los dueños de un sonido que en otras bandas se vende al mejor postor. Son fieles a lo que deben serlo y creo que ni siquiera son conscientes de lo grandes que son. Por eso sus descargas están gobernadas por la contundencia de lo que debe ser y no de lo que debería. Ellos son al hard rock lo que los Band Of Horses y Wild Feathers son a la Americana. Bandas que nos van a permitir en unos tiempos abocados a la quema inquisicional de lo excelente, vivir sabiendo que siempre podremos pinchar un disco moderno, hecho por músicos contemporáneos, y sentir que los mandamientos de Tony Iommi y Ozzy Osbourne siguen siendo, a día de hoy, inapelables. Salud!

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