La festiva noche del pasado 20 de Marzo disfrutamos en Madrid de la presencia sobre las tablas de El Sol del gran Alejandro Escovedo. Parece increíble que un monstruo de la escena americana como es el tejano de ascendencia mejicana, se limite a una sala de aforo tan reducido. Pero esto es lo que tenemos en este país. Si algo no es mainstream puro, queda relegado a audiencias menores en salas de tamaño medio o pequeño.
La sala estaba a reventar, poblada por los que identificáis en el género y en los artistas que suele traer The Mad Note Co. un claro estandarte en lo que a música americana de calidad se refiere. En esta ocasión Escovedo no venía solo, sino acompañado por una banda en toda regla como son los italianos Don Antonio. Criados en la más pura tradición del rock y empeñados en tocar los clásicos del gran Chuch Berry, frente a las corrientes de bandas contemporáneas que apostaban más por versionar a Simple Minds, Level 42, INXS o A-Ha. Don Antonio nos brindó un espectáculo de seis temas antes de hacer de banda para Alejandro en el main set del show. Suenan a una bonita mezcla entre Straitjackets y Crazy Horse cuando Escovedo se pone a los mandos del show. La calidad musical de los cuatro músicos que conforman Don Antonio es indudable. Bajo, batería, saxo y teclado y una maravillosa guitarra solista dominada a la perfección por su líder, Antonio Gramentieri. Este es el Antonio que convierte el show de Escovedo en algo muy especial.
Tras algo más de diez minutos de pausa, una vez acabado el show de teloneros, Don Antonio vuelve a escena, pero esta vez, lo hacen con Escovedo de la mano para atacar el primer tema de la noche, «Can’t Make Me Run», descargando a continuación la rabia de «Horizontal», tema que abre su nuevo loncha y que nos recuerda al «Downtown» de Neil Young en aquel maravilloso «Mirrolball» que grabase con Pearl Jam allá por 1995. Esta gira le está sirviendo a Alejandro Escovedo para presentar el titulado «Burn Something Beautiful», de todos los detalles del album, tour y actualidad de Escovedo ya dimos cumplida cuenta en la entrevista que concedió en exclusiva a Dirty Rock en nuestro país. Se van sucediendo los temas y destacamos la delicadeza en acústico de «Down In The Bowery» y el arranque de temas como el debutante «Beauty of Your Smile» o los clásicos «Castanets» o «Luna de Miel». El tandem que conforman juntos Escovedo y Antonio recuerda al de Young y Stills. Es simplemente maravilloso verles a la vez y en perfecta simbiosis sobre el escenario.
«Sally Was a Cop» es un tema que le sirve a Escovedo para retomar el manido discurso de todos los artistas yankees que pisan nuestro territorio. Un alegato contra el bueno de Trump. Escovedo señala que él es hijo de un inmigrante que sufrió lo indecible para sacar adelante a sus 12 hijos, 8 de los cuales son músicos de calidad en una u otra vertiente de este arte. En España es muy conocido Javier Escovedo al frente de The Dragons. Alejandro comenta que si en su tiempo alguien como Trump hubiera expulsado a su padre del país, no habría sido posible el desarrollo talentoso de ninguno de sus hermanos y músicos.
Escovedo conecta bastante con el público entre tema y tema. Nos cuenta lo difícil que ha sido mudarse de Austin a Dallas. Cuando Austin ha sido originalmente la cuna del género. Una ciudad en la que Alejandro se ha criado en compañía de grandes como Lucinda Williams, Townes Van Zandt o el mismísimo Willie Nelson. Alejandro tiene sobre su ampli una cajita roja con sus enseres, púas, cejillas y un curioso botecito de spray para cantantes. Entendemos que algún producto reparador de gargantas o aliviador de la inflamación de las cuerdas vocales.
Escovedo es un titán reconocido internacionalmente por artistas de la talla de Steve Earle, Jon Dee Graham, Lucinda Williams, John Cale, Jennifer Warnes, Ian Hunter, The Jayhawks, Bob Neuwirth y Son Volt. Todos ellos juntaron su talento en 2003 para rendirle tributo y ayudarle a salir de una difícil situación cuando debido a la hepatitis-C, con la que convivía durante muchos años, sufrió un colapso sobre el escenario y tuvo que someterse a costosos tratamientos médicos que no podría haber costeado sin la ayuda de sus amigos y admiradores. Todo aquello derivó en un maravilloso album que os recomendamos escuchar con atención: «Por Vida: A Tribute to the Songs of Alejandro Escovedo».
Justo antes de los bises llega el que para mi es su mejor tema y que ya tocó en directo con Bruce Springsteen en el tour del «Magic», «Always a Friend», de su album «Real Animal», y eso es lo que es Alejandro, una bestia musical incomparable en su género. Como él dice, una mezcla entre George Jones y The Clash. ¿Cómo se hace eso, por Dios?
Los dos últimos temas de la noche son versiones. La primera es de Leonard Cohen para un «A Thousand Kisses Deep» que sinceramente baja el ritmo del show. Pero daba igual, Alejandro y Don Antonio nos tenían preparada una buena en forma de «Like an Hurricane» de Neil Young. Qué más se puede pedir. Escovedo y la banda llevaban toda la noche sonando a Crazy Horse por los cuatro costados, alargando los temas hasta el infinito ante la extenuación gozosa del respetable. Y para colofón uno de los mejores temas del canadiense, con toda su rabia incrementada sobre el escenario del El Sol para mandarnos a todos a casa cerca de la una de la madrugada.
El mensaje de Alejandro Escovedo es muy claro, es el mensaje de la bestia herida por el huracán, luchando con más fuerza que nunca por imponerse a la resistencia que el tiempo y la naturaleza cada vez le ponen más difícil. Nos deja la sensación de la experiencia que lucha con toda su garra por arañar un concierto más, una muesca más, un soplo más de vida y de respeto por otro de los grandes que ha pisado nuestros escenarios con fuerza para darnos la lección de siempre, aquella que reza que los clásicos nunca mueren y que cuanto más cabreados están, mejores son sus obras. Salud!
Texto: Javier Naranjo
Fotos: Ana Hortelano y Javier Naranjo
Dibujos de la crónica: Alegría García.