Crónica del concierto de Royal Republic, Tim Vantol y The Wholls en la sala Caracol de Madrid el domingo 5 de marzo de 2017.
«En el nombre de Suecia, declaro oficialmente este día sábado»…. La filosofía de Royal Republic la resume perfectamente su vocalista Adam Grahn al presentar «Weekend Man» (canción que da nombre a disco y gira): «somos un grupo de fin de semana. Aunque hoy sea domingo, tenemos que concienciarnos de que es sábado o no podríamos hacer esto». Después de su concierto en Madrid, damos fe de que lo consiguen plenamente.
Aunque eran los protagonistas absolutos de la noche, no podemos obviar el resto del cartel.
The Wholls partían con la desventaja de ser los primeros en subirse al escenario cuando la sala todavía estaba a medio aforo, además de resultar unos completos desconocidos para la mayoría. Probablemente su paso por grandes festivales ingleses como Leeds o Reading les haya dado la soltura y la confianza necesarias para desenvolverse en este tipo de situaciones, y así lo demostraron. Tocaron las cuatro canciones de su EP Perfect Waste Of Time, añadiendo un par de temas más («Give It Up» y «Going Down»). Directos, sin perder el tiempo, supieron sacarle partido a la media hora escasa de su actuación.
Tim Vantol lleva ya a sus espaldas un puñado de visitas a Madrid, por lo que, cuando preguntó cuánta gente le había visto en directo antes, pudo comprobar que poco a poco ya ha ido haciéndose con unos cuantos seguidores por aquí. Aun sin contar con el apoyo de un grupo detrás, Tim se basta con su acústica para meterse al público en el bolsillo, y logra que temas como «Nothing» acaben siendo coreados por toda la sala (incluso facilitó la participación, traduciendo el estribillo a «nada es lo que parece»). Dedicó «Bitter Morning Taste» a los amigos que ha perdido y las personas que echa de menos, y pudo presentar alguna canción nueva, como «Lost In The Unknown», una buena muestra de lo que será su próximo disco Burning Desires, previsto para abril. «If We Go Down, We Will Go Together» puso el punto final, de nuevo con la participación masiva del público. Una lástima que el tiempo que le concedieron sobre el escenario fuera tan escaso; esperamos que no tarde en volver para presentar el nuevo disco.
Royal Republic tienen el directo ideal para pillarte con ganas de fiesta o, en el otro extremo, de bajón total y con la necesidad de que alguien te levante la moral. Desde que empiezan con «When I See You Dance with Another», ofrecen un directo arrollador, derrochan vitalidad y buen rollo y la personalidad de Adam Grahn («me llamo Adam y hablo mucho») resulta tan entrañable como esencial para el concierto.
No faltan trallazos adrenalíticos infalibles como «Walk!», «Underwear» o «Everybody Wants to Be an Astronaut». Entre que el grupo va a toda pastilla y el público lo acompaña a base de saltos y pogos, se hace necesario algún descanso que otro, y es en esos momentos cuando Adam, con una sonrisa permanente, aprovecha su gran talento para adornar la presentación de los temas con historias hilarantes. Así, nos cuenta que cuando celebraba con su familia la pasada Navidad, apareció un vídeo casero grabado cuando él era pequeñajo y que era básicamente insoportable: no dejaba que saliera nadie más que él y no paraba de llamar la atención. Confiesa que desde que nació ya sufría de un «desorden de personalidad excesiva» y con esa grandiosa definición de sí mismo dio paso a «People Say That I’m Over The Top».
El cumpleaños del bajista Jonas Almén provocaría después una pequeña pausa en el concierto durante la cual el público entonó la cancioncita de felicitación pertinente, con doble versión en inglés y en español, para que no faltase de nada.
«Addictive» se transformó totalmente en directo, con Adam a la guitarra acústica y el resto del grupo dejando sus instrumentos para convertirse en mero acompañamiento vocal (incluso Per Andreasson salió de detrás de la batería para compartir micrófono con el guitarrista Hannes Irengard).
Para la presentación de «Baby», Adam explicó que el primer festival en el que tocaron fue Rock Am Ring y estaban muy nerviosos porque no estaban acostumbrados a salir ante tanta gente. Además había cámaras de televisión y, con la presión de sentir que debían hacer algo llamativo y diferente, a él se le ocurrió acercarse a Hannes y darle un buen beso. Aquel extraño momento inspiró a alguien a publicar un extenso y detallado relato en internet, que descubrieron un tiempo después y que, admitió, todavía les tenía desconcertados.
La ausencia de monitores sobre un escenario tan alto como el de Caracol facilitó la cercanía física entre grupo y público (eliminando el «efecto trinchera» que suele abrirse entre ambos). Adam no paraba de dirigirse a las primeras filas, incluso atendiendo a peticiones como la de una chavala que, pancarta en mano, les pedía una baqueta de recuerdo. También consiguió subir al escenario cuando Adam se puso a buscar a algún voluntario para acompañarles en la guitarra durante «Tommy Gun».
«Here I Come (There You Go)» devolvía al grupo al escenario para empezar los bises, que incluyeron además breves versiones de Metallica («Battery») y Motorhead («Ace of Spades»), con Jonas a la voz. Con «Full Steam Spacemachine» remataron alrededor de 100 minutos de una actuación memorable y sin fallos, que nos mostró al grupo en un estado de forma excepcional.
En abril comienzan gira en Estados Unidos con Frank Carter & The Rattlesnakes, lo que evidencia que no tienen reparos en aliarse con grupos estilísticamente dispares ni a cruzar el charco de teloneros, después de recorrer Europa llenando salas a su paso. Mucha suerte en su gira americana y les estaremos esperando cuando vuelvan.
Texto y fotos CGM.
