La sala Clamores acogía el 30 de marzo la presentación del nuevo disco de Tori Sparks, La Huerta, donde colabora por segunda vez con el trío Calamento. El proyecto entre ambos surgió cuando la americana se fue a vivir a Barcelona hace años, y se materializó en un primer trabajo, El Mar, editado en 2014 y que no llegaron a presentar en Madrid. Con la incorporación de Francisco Guisado «El Rubio» a la guitarra eléctrica, se consolidaba la formación y se afianzaba el camino ya emprendido.
De telonero, Santi Campos aportaba un contrapunto interesante al cartel, complementando la fusión de géneros de Tori y compañía con su particular enfoque como cantautor (o cantautista, como él se autodenomina), a través de letras inconfundiblemente personales y centradas. Las tres primeras canciones (‘Flora y Fauno’, ‘Lento’ y ‘Fotos de Familia’) seguían el orden fijado en su disco en solitario del 2016, Cojones, que él mismo recomienda (quizá resignadamente) a la audiencia descargar gratis en bandcamp. Del pasado reciente saltaba al nuevo single de Santi Campos & Herederos ‘Arder’: un prometedor avance del próximo disco, que presentarán el 17 de junio en El Sol. Con ‘Lobos e Insectos’ recuperaba uno de los temas más celebrados de su anterior grupo, Los Amigos Imaginarios, y culminaba su breve actuación.
La carrera de Tori Sparks, con cuatro discos en solitario editados en Estados Unidos, se abrió a nuevos horizontes cuando sus raíces se mezclaron con las del país que la acogió, centrándose en una de sus expresiones artísticas más características: el flamenco. La fusión no es un concepto nuevo en este género, pero que una americana se atreva a sumergirse en tan osado empeño constituye toda una temeridad. Sin embargo, con el apoyo de Calamento, grupo con una larga trayectoria y ya curtido en estos terrenos, asentó una buena base para batallar contra cualquier desconfianza. Pero si hay un requisito indispensable para salir airoso de una apuesta tan arriesgada es sin duda la humildad. Y aquí no la echamos en falta. Pudimos comprobar en Clamores que Tori se posiciona ante las canciones que interpreta con seguridad y aplomo pero también con mucho respeto, disfrutando de los músicos con los que comparte escenario (tanto Calamento como «El Rubio» aportan una solidez notable al proyecto) y contagiando un entusiasmo sincero.
Con ‘Until Morning’ comenzaba una actuación que se centró en presentar las doce canciones de La Huerta, entre composiciones propias y versiones, confirmando la variedad de influencias que caracteriza este trabajo. Continuaron con ‘Bitter Seeds’ (que recientemente grabaron para el programa de Buenafuente, Late Motiv) y ‘La Huerta’ (coincidencia curiosa que el restaurante contiguo a Clamores se llamase también así). Tori presentaba las canciones en un correcto español mezclando expresiones en inglés y recurriendo al humor con frecuencia.
‘La Leyenda del Tiempo’, basada en un poema de Lorca y popularizada por Camarón, es abordada con cariño, adaptándola al registro vocal de Tori y con un tempo más pausado. ‘Little Wars’, se tiñe de blues y suena especialmente acertada en directo. Tras ‘On My Mind’, se centraban en el resto de versiones, con una peculiar revisión del ‘Vete’ de los Amaya, el clásico cubano ‘Veinte Años’ y ‘Nature Boy’, cuyo video grabaron con el directorFrancesco Tavolaro, al que Tori agradece su presencia en la sala esta noche.
Reducidos a dúo en ‘Malena’, la guitarra española de Pepe Camacho se conjuga con la enérgica voz de Tori, en una aproximación muy subjetiva al cante flamenco. De nuevo con el grupo al completo, Tori pregunta si hay algún fan purista de Led Zeppelin en la sala, y la única respuesta llega desde detrás de la barra del bar, por lo que la versión de ‘Kashmir’ va dedicada en exclusiva al camarero.
En ‘Wade in the Water’ Tori solicita la colaboración del público, que se conviertan en el «coro negro» que precisa todo buen góspel, y hasta se baja del escenario llegando al fondo de la sala en plena comunión con sus feligreses.
Tras reaparecer en los bises, Tori agradece, entre bromas, el recibimiento del público («Si todas las noches fueran así, mi vida sería más fácil y bebería menos whisky…»). Con el repaso a La Huerta ya concluido, recurren a una par de versiones del anterior disco, El Mar, antes de despedirse. ‘La llorona’ y ‘Flor de Estambul’ nos llevaban al final de un concierto que invitaba a abrirse a una propuesta diferente apostando por el eclecticismo como su principal baza.
Texto y fotos por CGM.