La pasada noche del viernes 26 de Mayo en la sala Sol de Madrid disfrutamos, una vez más cortesía de The Mad Note Co. de una de las bandas en estado de gracia del panorama Americana. Nada más y nada menos que The Band Of Heathens. La banda de Austin liderada por los guitarristas Ed Jurdi y Gordy Quist. Una formación actualmente asentada en Nashville y que bebe de las aguas de lo mejorcito: Blue Rodeo, Grateful Dead, Rolling Stones, Flying Burrito Brothers, Eagles, Poco o The Band.
A nosotros, particularmente, nos recuerdan mucho a unos grandes admirados de la redacción, nada más y nada menos que The Wild Feathers, aunque aún les queda un tramo para igualarles, sin duda esta banda de «Paganos» tiene un dulce porvenir y van por una senda luminosa que, seguro, les llevará a buen puerto. A Madrid venían por primera vez y con nuevo trabajo bajo el brazo. Su maravillosa loncha de nombre castellano: «Duende». Y eso es lo que tiene esta banda, un duende que les acompaña sobre el escenario.
Llevan una mirada clara hacia el futuro de la música americana, con una formación exquisita de dos guitarras, que atacan por igual acústica y eléctrica, rítmica y solista en las figuras de Ed y Gordy. Un bajo, Scott Davis, un batería, Richard Millsap y un maravilloso teclista, Trevor Nealon, que hizo las delicias de más de uno la pasada noche. Ese efecto Hammond en alguno de los temas era la chispa adecuada, junto con las proezas de la armónica de Ed. Además hay que tener en cuenta que hablamos de una formación capaz de entregar temas a cuatro voces, aunque claramente las mejores son las de Ed y Gordy, una vez más. Esa es, a la vez, la fortaleza y el único «pero» de la noche. Cuando el tema lleva una sola voz principal no suele haber problemas, pero cuando hay dos voces dándose el relevo o cantando a la vez, alguno de los temas sonaban desafinados, especialmente del lado de Ed.
Lo curioso es que en otras ocasiones, ambas voces eran pura delicia. Es como si alguna de las canciones estuviera más ensayada que las otras. Por ejemplo, en el cover del gran Levon Helm, «Hurricane», todo sonó a la perfección, de hecho, ese fue un momento «mágico» de la noche. Las otras dos covers fueron para «Blue» de los Jayhawks y para el tema del primer album en solitario de Macca, un «Maybe I’m Amazed» que fue colosal. Si el tema de Levon fue mágico, esta version del Beatle quedará en nuestra memoria para siempre, con una banda sonando conjunta, contundente y compacta. Voces acompasadas y afinadas, guitarras rompedoras y una batería demoledora. ¡Qué barbaridad! Otra maravilla de la noche fue el tema insignia de su «Duende», «All I’m Asking».
Un show que fue creciendo de menos a más, hasta la maestría de sus dos últimos temas y un bis. Una noche fantástica en la que repasaron temas de una trayectoria de casi 10 años. Un tiempo en el que han ido moldeando su estilo, entregando trabajos de diferente palo, uno tras otro, y que han sabido madurar hasta donde están ahora. Está claro que hay que recorrer mucho para terminar donde siempre, entre Eagles y The Band. Es un trayecto que hay que vivir y disfrutar como banda. Sea como sea, los frutos suelen terminar por los mismos deliciosos derroteros. No en vano el gran Manolo Fernández, los situaba en su intro del show como una banda con un sonido Willie Nelson y toques de Grateful Dead, para qué decir más.
Disfrutamos de ese mundo pagano dibujado por una banda que no se ata a nada, que no sigue ninguna ley, ni se deja encasillar por su propia trayectoria en lo que se espera de ellos. Descargan una música de mucha calidad, cada vez más definida en la tradición americana y que, a buen seguro, seguirán madurando y cocinando a fuego lento. Han elegido la senda pagana que da nombre a su banda como el sello de la independencia, el seguro de que no se van a dejar pisar, ni guiar por ninguna absurda religión que les pueda hacer alejarse de la autenticidad que respiran por los cuatro costados. Salud!
Texto Javier Naranjo y fotos Decio Gomes / Javier Naranjo.