Air o la música del siglo XXII

Pese a los avances de la ciencia, va a ser complicado que lleguemos en perfectas facultades al siglo XXII. Pero gracias a AIR podemos viajar en el tiempo y gozar de una música tan preciosa como inimaginable. Una muestra de ello se pudo catar en los Jardines de Pedralbes, en ese festival que lleva el nombre de este hermoso parque barcelonés, y donde el pasado 10 de julio de 2017 Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel fraguaron un recital a camino entre el sueño, la magia y el videoarte. Porque los soportes visuales que acompañaron la actuación de los franceses fueron esenciales para entender un espectáculo que sirvió para repasar sus veinte años de carrera. De hecho, su último trabajo hasta la fecha es un álbum recopilatorio, “Twentyears” (2016). La puesta en escena, con unos espejos que multiplicaban artificiosamente a los músicos, fue maravillosa mientras que la iluminación fue detallista hasta decir basta, ya que cada haz de luz se fusionó con cada nota sin margen de error.

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            Otro de los prodigios fue preguntarnos cómo pueden sonar las voces de dos hombres como si de dos mujeres se tratase en éxitos como “Sexy Boy” o “Cherry Blossom Girl”; la verdad es que no importa encontrar una respuesta a esta cuestión, pues Dunckel es un mago del teclado capaz de extraer de sus entrañas uno y mil efectos para sorpresa de los presentes. Lo mismo se puede decir de “Remember”, cuando parecía que fuera un robot el que entonara las primeras notas de una pieza donde Godin añadió las gotas justas de melancolía mediante su guitarra acústica. Sublimes.

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            Acompañados por un segundo teclista y un baterista francamente excepcional que dio el do de pecho en “People In The City”, también recordaron las piezas que sirvieron de bandas sonoras de dos películas de Sofía Coppola. La preciosa “Playground Love” permitió visualizar esos amores tan adolescentes como imposibles de las hermanas Lisbon en “Las vírgenes suicidas” (1999). En cambio, la minimalista “Alone In Kyoto” –difícil no mencionar la huella de Ryuichi Sakamoto– recreaba el romance entre Bill Murray y Scarlett Johansson inmortalizado en “Lost In Translation” (2003). Si tuviera que poner una pega a esta orgía de sensibilidad sería no haber utilizado imágenes de ambos films para ilustrar estas canciones.

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            Fue imposible no rescatar “Talisman” y “Kelly Watch The Stars”, temas pertenecientes a “Moon Safari” (1998), un debut discográfico que incluso entonces ya exhibía un arte donde Jazz, Pop y música electrónica se mezclaban en un elixir que se adelantó décadas al calendario.  

Fotos por Desi Estévez.

Air en el Festival de Pedralbes 2017

 

 

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