Rosana. La Memoria de la Vida

La pasada noche del 4 de Julio, tuvimos el privilegio de asistir en uno de los marcos más idílicos e incomparables de la Ciudad Condal, al concierto de la artista canaria Rosana. Los Jardines de Pedralbes, y el festival que toma su nombre del recinto, vestían sus mejores galas en otra de sus jornadas estivales para dar la bienvenida a una compositora con mayúsculas. A quien tendremos la suerte de volver a ver este mismo verano, el próximo 29 de Julio, en el Festival de Cambrils, de la mano de Concert Studio, promotora que ha preparado con cariño y gusto exquisito su concierto en Barcelona sobre las tablas de Pedralbes.

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El sobrio escenario está perfectamente ubicado en el núcleo central de los jardines, custodiando la entrada de un palacete de corte antiguo. Una puerta balconada adornada por bonitas columnas que sirve como perfecto telón de fondo. Dicho ornamento natural y arquitectónico, no necesita de más para servir a las sencillas proyecciones que acompañan la actuación. El marco de Pedralbes es precioso y hace salir con ventaja a cada show que alberga.

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Rosana y su banda hacen su aparición pocos minutos después de las diez de la noche. No lo hacen directamente sobre las tablas. Acceden desde la parte trasera de la platea, recorriendo el pasillo central entre saludos y agradecimientos. Los seguidores de Rosana son de esos que arropan a la artista incondicionalmente y le muestran su cariño cada noche sin que la cantante haya interpretado una sola nota. Y no es para menos. Rosana lleva años ganándose a un público al que adora, un público al que despide de rodillas y alabando en cada uno de sus shows, completamente entregada. Comprende que su éxito se debe al sentir que provocan sus composiciones en el respetable. Un público que considera a Rosana un verdadero Talismán.

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El concierto está a punto de dar comienzo, pero la canaria hace un parón para abrazar a uno de sus amigos que recién se incorpora entre el público, se trata del gran Pau Gasol, pero Rosana no lo desvela y simplemente pide disculpas porque tenía que saludar a “un buen amigo”. Tras la muestra de afecto, recorre piezas modernas y clásicos de su trayectoria. Su último trabajo, ese «En La Memoria de la Piel» que viene a presentar es una obra de artesanía musical y lírica. Uno de esos trabajos que merece la pena escuchar con detenimiento. Como la propia artista nos comenta emocionada, un seguidor se le acercó en su reciente concierto en Washington y le dejó un mensaje claro: “No entiendo lo que dices, pero me emociona”. Y es que la emoción musical no es un terreno reservado a los intérpretes sajones. Ya sabemos de la veneración por músicos como Springsteen y Dylan, muchos no prestan excesiva atención a sus letras, pero quedan embelesados igualmente por sus tonos y melodías, por el sentir que ofrecen en sus composiciones. Pues digámoslo claramente, Rosana es española y sus músicas y cantares te hacen sentir y despuntar el bello, independientemente del idioma de Cervantes.

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Músicas y cantares que celebran la vida y el optimismo, alejando los malos augurios. Obras que abrazan con naturalidad el desengaño, sea del carácter que sea, como apertura de nuevas puertas y oportunidades. Un impulso a la vida que celebra de un modo u otro en cada una de las piezas que regala desde el escenario, entre juegos y anécdotas, que la acercan más y más al público. Para terminar en una perfecta simbiosis al final de espectáculo, micrófono en mano y cantando, entre todas las zonas de asientos, los temas que la han ido elevando durante el paso de los años en su carrera. Así va recibiendo los abrazos de sus seguidores y devolviendo el cariño en forma de besos y canciones.

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Una carrera que empezaba a mediados de los noventa y que no ha parado de cosechar éxitos desde aquel «Lunas Rotas», cuya maqueta entregó a la discográfica a base de mucho sudor y esfuerzo. Grabada con poco más que su voz y percusiones naturales en distintas pistas que acompañaban el rasgar de los acordes que sacaba a la vieja guitarra que le regaló su padre.

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La calidad musical de cada una de sus interpretaciones es incuestionable. La banda de músicos que la rodean están, probablemente, entre los veinte mejores profesionales del país. Ninguno de los instrumentos se queda a la zaga. La guitarra es puntual, solvente y virtuosa. El bajo es acompasado, contundente y preciso. La batería, aislada por mamparas de metacrilato como muestra del gusto por la interpretación en directo, es el corazón de una actuación. Las teclas ponen el punto de aderezo perfecto a la bonita guitarra y la voz desgarrada de Rosana. No hay fallos en la actuación, todo suena acompasado y contundente. Se ve que hay mucho trabajo, mucho ensayo, mucha entrega, pero sobre todo, mucho amor por lo que hacen. Y un talento musical infinito. Señores, tenemos la categoría y el buen hacer sobre las tablas mucho más cerca de lo que nos pensamos, empeñados en endiosar a bandas extranjeras que, en muchas ocasiones, no lo merecen tanto. Mención especial merecen las dos personas que, de manera brillante, tradujeron en un lado del escenario todo el concierto íntegramente al lenguaje para sordo mudos. Una labor encomiable y un precioso detalle por parte de la organización. Las chicas pusieron tanta emoción en sus interpretaciones que, sin lugar a dudas, ayer formaron parte de la banda como dos componentes más de pleno derecho que conocían al dedillo cada tema.

Rosana forma parte de ese grupo selecto de trovadores españoles que han ido confeccionando, en silencio relativo, la tela que sustenta la calidad musical de nuestro país. Una cantautora de pura cepa que ha sabido mantenerse alejada de los grandes agasajos que abrigan a otros artistas españoles, que viven ya, más de las rentas que de haceres contemporáneos. Todos esos que han criado fama y se han echado a dormir. Rosana viene a heredar, con optimismo, el camino que abrieron Pastor y Aute. Toda aquella hornada de luchadores que, guitarra en mano, combatían la dejadez del ser humano y la injusticia que machacaba un país tan precioso como el nuestro. Primero con una dictadura y posteriormente con la dureza de una transición marcada por el terrorismo y el infierno de las drogas que a tantos se llevaron.

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Algunas quieren hacer suya a la artista, tomarla como estandarte, un sin sentido, porque la música que nos da es global, sin tintes, ni etiquetas. Rosana viene a reivindicar la vida. Una vida que no tiene sentido si no la llenas de cosas bonitas. Una vida en la que no podemos permitir que nadie nos borre la sonrisa. Una vida en la que todo es cien por cien posible. Una vida en la que no estamos para competir, sino para ayudar. Una vida en la que puedes ser feliz todos los días, o al menos intentarlo para que nuestro paso merezca la pena. Una vida en la que, si el amor no gobierna cada uno de nuestros actos, nada tiene sentido. En definitiva una vida para vivirla. Rosana es para muchos la conciencia de esa vida y nos lo recuerda con su memoria en cada uno de sus himnos. Una memoria que a veces se nos desgasta y no nos deja ver más allá de nuestras narices.

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Rosana es una artista capaz de hacerte llorar de tristeza mientras sientes felicidad. Cada concierto de Rosana te hace salir contento, a pesar de que muchas de las verdades que canta son dolorosas. Cada concierto de Rosana es una memoria de la vida que nos recuerda la importancia de lo importante, la prioridad de las prioridades, lo amoroso del amor y la vitalidad de la vida en sí. Salud!

Texto por Javier Naranjo y Cristina Ortiz de Urbina. Fotos por Javier Naranjo.

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