No se puede evitar. Sólo cruzar las puertas del Lips, el bar situado en el barrio del Guinardó de Barcelona, los ojos se dirigen a las paredes donde todos los mitos de la música y el cine te devuelven la mirada. Es así de sencillo. Pero la noche de 9 de agosto de 2017, Agustí Burriel y Balta Bordoy rompieron ese hechizo durante un par de horas para interpretar su escogida banda sonora en un lugar tan peculiar como maravilloso. La temática de la velada era el Blues, ya que los miércoles este local tiene por costumbre dedicarlo a la música que brotó del Delta del Mississippi gritando que los negros tenían sentimientos de amor y libertad. Tiempos duros en medio de campos de algodón donde trabajaban de sol a sol y por cuatro chavos. El final de la esclavitud no significó el final de las injusticias, pero sí el nacimiento de unas canciones que serían eternas.
Burriel también es un rebelde que esgrimió su prodigiosa voz como un arma cargada de talento y, con una guitarra acústica en sus manos, gozó de un Bordoy magistral a unas seis cuerdas teñidas de electricidad. Mientras que el primero participa en proyectos tan interesantes como Velvet Candles o Big Jamboree entre otros, el segundo forma parte de los también recomendables Peligrosos Gentlemen. Sin duda, un dúo único, divertido y cómplice que rindió pleitesía a los grandes del género como BB King o John Lee Hooker, cuyo “Boom Boom” hizo explotar la primera bomba de aplausos. Pero la velada había nacido para saltarse barreras y siendo Agustí un confeso admirador de Elvis Presley –vale la pena verle actuar con la Elvis Tribute Band de Barcelona-, demostró que el Rey era otro gran amante de las raíces. “Reconsider Baby”, compuesta por Lowell Fulson, y la desgarradora “Baby What You Want Me To Do”, sirvieron para que el vocalista explicara el origen de piezas que sirvieron a Bordoy para embellecer cada nota con su instrumento. Brillante. Y en “One Night Of Sin”, durante aquellas horas de locura y pecado, Eric Guisado se añadió al piano dando todavía más consistencia al sonido.
Las sorpresas no terminaron aquí, pues también recordaron a Otis Redding viajando a la Bahía de San Francisco mediante “Sitting On The Dock Of The Bay” y, tras un respiro, recorrieron una sensible “Route 66”, ese clásico de la carretera que sedujo a conductores tan dispares entre sí como Nat King Cole, Depeche Mode o los Rolling Stones. Con la idea de darle al recital todavía más ritmo, Aïda Casanovas conquistó la batería para encender “Honey Don’t” de Carl Perkins, tema que aún haría más popular Ringo Starr tras ser fichado por los Beatles. Aïda mostró firmeza y poderío; no en vano su talento es requerido simultáneamente por cuatro formaciones: Jazztà, Los Otros, Arizona Queens y Chef Dave & The Cooks.
Entre cervezas, deliciosas tapas y pasión, Dean Martin sonreía a Sinatra mientras todo el mundo coreaba “You Never Can Tell” y el indomable espíritu de Chuck Berry envolvía a todos los presentes desde los muros del local. Porque, al fin y al cabo, no se puede impedir que la poesía seduzca al periodismo cuando la música es tan rematadamente hermosa.
Fotos por Javi Maestro.