El viernes, 28 de julio de 2017, estuvimos de celebración. Después de no sé ni cuánto tiempo -mucho, demasiado- comprobamos que, de la mano de Rock & Fashion Producciones y New Event Producciones, seguían Los Toreros Muertos, vivitos y coleando. Fue en el Ocean Club de Santa Cruz de Tenerife, a las 22:00 horas.
Los Toreros Muertos
La frenética, arrolladora, trepidante, visceral y nostálgica actuación de la banda de Pablo Carbonell nos llenó a todos de energía. Una energía que brotó de su generosidad y gracia en el escenario y que se reflejó en la actitud complaciente y descarada del público.
Esa noche bailamos (la banda y el público) un pas de deux, cantamos varios duetos, celebramos su cumpleaños (55)… Hasta folclore turolense. ¡Viva Teruel!
Nos quedó constancia que para entretener, para emocionar, no siempre hacen falta muchos recursos. Lo sencillo y directo, casi siempre funciona bien. Sólo por serlo. Que con disposición y seriedad se solventan los problemas. Y que en aquella ocasión funcionó. Y funcionó muy bien.
Krahe y su colegio público
La banda presentó el disco «Colegio Público Javier Krahe». Vestidos de colegiales, a lo Angus Young. Y con casi su misma actitud, Los Torteros Muertos nos trasladaron a los 80. El mismo descaro, las mismas agudeza e ironía. El mismo buen rollo. Una conexión visceral a la vez que fraterna.
El espectáculo tuvo confeti, agua, bocinas, patitos, kazoos, cascos galácticos y sombreros de vaquero. Rock y algo de Punk. Las canciones del maestro Krahe no pudieron estar mejor seleccionadas. Desde «Nos ocupamos del mar» (una verdadera delicia) hasta «La Tormenta», pasando por la declaración de principios que es «El Cromosoma». Un revivir del espíritu del maestro de la poesía y la ironía. Todas hábil y eficazmente adaptadas al «estilo taurino» de los de Carbonell.
Satisfechos y felices nos entregamos a la fiesta. Exhaustos llegamos a casa. Seguimos pensando, hoy más que nunca, que hay que tirar la puerta.
Texto: Jesús Villa.
Fotografías: Antonio Cañete.
