Hay bandas que cuesta comprender porque son únicas, entes que caminan por sendas que sólo siguen ellas y poco amigas de las modas y directrices de las discográficas. Steely Dan es una de ellas y hoy Walter Becker, el que fuera su gran artífice junto a Donald Fagen, se ha ido al cielo llevándose los múltiples secretos que escondía al tocar la guitarra, esas fórmulas que hicieron de su grupo algo francamente peculiar. Descanse en paz.
Steely Dan se formaron luego de Fagen y Becker se conocieran a principios de los 70 en Nueva York y viajaran a California donde surgió la agrupación junto con los guitarristas Jeff Baxter y Denny Dias, el batería Jim Hodder y el cantante David Palmer.
Si algo caracterizó a Steely Dan fue por su profesionalidad en el estudio y su estilo: una fusión cerebral, intrincada y superprofesional de jazz, pop, rock y rhythm and blues; un sonido sofisticado y refinado, pero unido a melodías accesibles y fácilmente recordables, con letras irónicas e inteligentes, que marcaron una época e influenciaron a muchos músicos.
La discografía de Steely Dan incluye nueve álbumes de estudio, incluyendo Two Against Nature (2000) que ganó el premio Grammy a disco del año. Han vendido más de 40 millones de copias en todo el mundo. Entre sus canciones más reconocidas están Reelin’ in the years, Do it again, Rikki don’t lose that number o Deacon blues. Steely Dan y Walter Becker son miembros del Rock and Roll Hall of Fame desde 2001.
Es cierto que nunca fueron una banda típica. No pasaron, y más bien rehuyeron las convencionales paradas de una carrera artística (ensayar en sala-garaje, pasar por pubs, llegar a los teatros). Ellos han sido siempre y sobre todo animales de estudio, como científicos en su laboratorio, experimentando con las canciones.