Jornada de clausura del Keroxen 2017

Yo izo la bandera del Keroxen 2017

Aforo completo ¡maravilloso!

El Keroxen 2017 se desarrolló en el mes que más banderas se han vendido en los chinos. Yo, como ciudadano del mundo, no me siento representado por ninguna. Mi vecino ha puesto una en la azotea, orgulloso de esa identidad o suerte de nacer aquí o allá, en la era de las redes y la globalización.

Aun así, ha sacado a la luz uno de mis muchos defectos. Y tengo celos, anhelo decorar mi terraza y rivalizar con él, como primate evolucionado que soy.

Necesito un grupo para subsistir. Deseo una identidad. Es ese instinto de pertenencia que no es más que un rasgo genético marcado a fuego en los humanos.

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Primero pensé en Juego de Tronos. Y me puse a pensar cuál de los siete reinos sería el mío. Pero la reflexión me llevó a dilucidar que tampoco me apetecía ser súbdito de nadie y dejé la cuestión en suspenso.

Hoy ya lo tengo más claro, y puedo enarbolar, sin lugar a dudas, la bandera del Keroxen en mi corazón y donde sea.

Porque allí quise gritar, quise llorar y quise volar. En el Espacio Cultural El Tanque los sonidos penetraron en mi cuerpo como un chute eterno de felicidad. La gente danzaba y la música, cual antídoto, hacía olvidarme del mundo y puso una sincera sonrisa en mi rostro.

Nadie ha estado jamás, de noche, en las Salinas de Janubio

La jornada comenzaba con SAMUEL AGUILAR, encargado junto al Coro y la Orquesta del Conservatorio Superior de Música de Canarias de abrir la jornada. Fue diferente ver a tantos músicos insertados entre el público. Resultó emocionante vagar entre el público; ir dando vueltas por la escena y, a la vez, a la certeza de encontrarte con un miembro del coro o un músico, de pronto, en la oscuridad. Un juego muy divertido. En un viaje de sonoridades extrañas e innovadoras, un cúmulo de sentimientos evocados y complejos. “Nadie ha estado jamás, de noche, en las Salinas de Janubio» rezaba la pantalla. El maestro con ya muchas composiciones a sus espaldas nos dio una lección de música ambiental evocándonos otros lugares, en un viaje visual.

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9 ediciones

Son nueve ediciones del Keroxen. Cuando pensábamos que el formato se había estancado -y en un alarde de elasticidad conceptual y organizativa- hemos podido constatar que está más vivo y potente que nunca. Keroxen se ha consolidado como un hito en la escena cultural nacional. Desde las últimas ediciones del festival hemos apreciado un giro hacia la perfección y hacia la robustez.

Ha aparecido un escenario que, como se ha podido constatar en esta edición con Pony Bravo, no separa al público de los artistas y garantiza calidad en la puesta en escena. Se ha modificado el espacio incluyendo una carpa interna que mejora la acústica y el deambular del público. También se ha iluminado mejor el espacio con lo que hemos ganado su absoluta dimensión imponente. Y se han incluido las sesiones After Keroxen donde se completa la oferta y se remata la fiesta. Y con las que se consigue un Ara Pacis con la vecindad (de esto y la política municipal podríamos hablar largo y tendido. Será en otra ocasión, porque ahora estamos celebrando). Por último, se ha descentralizado el festival con ediciones en otras islas. Se ha ampliado la difusión retransmitiendo on line. Se ha creado un sello discográfico. Muchas cosas. Buenas cosas.

Comunidad y Libertad

Pero, para mí, una de las características más reseñables es que se ha creado y consolidado una comunidad. Un grupo de artistas, organizadores y público que han definido y caracterizado una forma de hacer, de presentar y de disfrutar de la cultura. Capaces de ejecutar, difundir y disfrutar -y a veces no tanto- respectivamente, de una oferta de la que no es nada frecuente disponer. 

En estos momentos en los que el poder decidir y el poder elegir no están viviendo, ni de lejos, el mejor de sus momentos, resulta gratificante, edificante y refrescante que exista un entorno y un momento, Espacio Cultural El Tanque y Keroxen, en donde se respete y se elija. Donde se hable de Libertad. 

Major Tom

El lanzaroteño después se volvía a subir al escenario, esta vez al piano, para presentarnos su proyecto musical MAJOR TOM, compartiendo escenario con Miguel Jaubert. Sublime comienzo con tambores y apoteósico final también. Entre medias, un set experimental increíble, pero que no consiguió engatusar al público presente. Quizá esta propuesta valiente era demasiado arriesgada y no daba tregua al espectador. Intuíamos el viaje, pero no avistábamos destino. Aun así, un aplauso al salirse de forma tan original de todo convencionalismo.

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Y llegaba MONOCROMA, sublimes in crescendo. Nos atraparon con sus sonidos, evocando bandas sonoras a lo Tarantino, Morricone y a doradas playas de California. Presentaron su EP «Volver a la Tierra». Y nos devolvieron particular e individualmente a esa parcela de cada uno de nosotros. Guitarra, bajo -que no se escuchaba lo suficiente- y extraordinaria batería. Estos chicharreros afincados en Amsterdam fueron la sorpresa de la noche. Fueron el trampolín para el desparrame final. La única pega del concierto: un sector del público que, cual gallinero, no respetó lo que estaba sucediendo en el escenario.

“…Yo, yo, camello, ca-me-llo, yo…”

Llegó PONY BRAVO, el público se ponía en pie, la sala estaba abarrotada se olía en el ambiente lo que estaba por acontecer.

Sólo la presencia de los sevillanos ofrece buen rollo.  Lanzaron su arsenal de hits. Letras ácidas con sentido del humor, hasta “La rave de Dios”, que fue épica, nos elevó el espíritu hacia la celebración plural y nos hizo sentirnos unos devotos. Un momentazo inolvidable.

Me divirtieron sobremanera sus letras, “Eurovegas”, ”El político neoliberal”, ”Turista vente a Sevilla” O “Noche de Setas” y ese contoneo continuo vacilón. Genial su final recitado que es mi “D.N.I.”

“Yo, yo, camello, ca-me-llo, yo…”

Llegó el momento del After Keroxen. La sala Ocean Club se fue llenando progresivamente. Encuentros y conversaciones. El intercambio de opiniones dio paso al inclasificable GONJASUFI. Su estilo ruidoso y potente llevó a la extenuación al público que danzó entregado desde el primer segundo al último. Quizás habría estado más integrado con el acero de El Tanque. O quizás fue perfecto bajo las luces del Ocean. Sigo pensando en ello.

GABA llegó como un vaso de ácida y fresca limonada. Su talante trasciende en su música y pone de buen humor al más recalcitrante de los escépticos.

La noche y la fiesta continuaron. 

Me preparo para el Keroxen 2018.  Y esta espera hará que no me duela tanto el paso del tiempo, porque entonces allí en El Tanque, otra vez, las emociones se harán palpables.

Textos: José Fradejas y Jesús Villa.

Fotos: Jesús Villa.

Videos: Keroxen.

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