Cantor del fuego sagrado. Homenaje a Leonard Cohen en Madrid.
Bajo la batuta de Alberto Manzano, un elenco de músicos llegados de todos los rincones del planeta celebraron la música y la poesía de este cantor del fuego sagrado, Leonard Cohen, en palabras de Santiago Auserón, ayer miércoles 22 de noviembre.
Una sala Clamores llena de un público entregado, músicos enredados en cables y guitarras, el clin de las cervezas, las narraciones, lecturas de poemas, crearon un ambiente propicio para recordar a esta figura que anoche de alguna forma a través de sus composiciones, nos transmitía la sencillez de su alma, la sensibilidad de su corazón y la belleza de sus canciones.
Christina Rosenvinge, Pablo Guerrero Cabanillas, Jabier Muguruza, Cristina Narea, Ángel Petisme, Tulsa, Javier Colis, Luis Mendo, Miguel Dantart, Seju Monzón, Héctor Tuya, Marta Plumilla, Andrés Sudón, A Bunch of Lonesome Heroes, Jesús Munárriz Peralta, Marián Martínez-Osorio, Javier Gallego ‘Crudo’, Carlos Cubeiro, Adrian Vogel, Terry Berne, Hipólito ‘Bolo’ García Fernández y Alberto Manzano participaron en este Homenaje Poético Musical a Leonard Cohen en Madrid.
Leonard Cohen es un genio por las letras de sus canciones y está en lo más alto de la música, durante y después de cinco décadas escribiendo y cantando, envolviendo el mensaje y clavándolo en el recuerdo, para amplificar el sentido de lo escrito, ofreciéndole otro valor, sin la música, sus letras lo son menos, pero sus letras también dan sentido a su música, la llenan de mensaje y la completan, el tiempo y la experiencia han depurado sus canciones,y han sacado lo mejor de ellas.
Leonard Cohen apoya su lirismo en la tristeza y la depresión, el cantante de la frustración humana, su voz, grave y monótona, unida a unas letras que hablan, principalmente, de las relaciones de pareja, la religión o el fascismo, irradian tristeza, propio por su devoción a Federico García Lorca y por estudios de las enseñanzas del Rinzai Roku.
Leonard Cohen fue capaz de triunfar en la generación Woodstock en los años sesenta, místico y refugiado en sus versos, A mil besos de profundidad, como cuando se refugió en la isla griega de Hydra a comienzos de los años sesenta, para luego abrirse a base de versos susurrados y una guitarra entre los decibelios de Jimi Hendrix o The Doors, o de competir con Bob Dylan en ser referente espiritual y filosófico, o de simplemnte destilar el lenguaje para encerrar en unos versos aquello para lo que otros necesitamos retórica sin sentido, a todo ésto le puso música.
Texto por Ana Hortelano y Hugo Z. Hackenbush.
Fotos y vídeos por Ana Hortelano.
