Sólstafir y Myrkur traen gélidas atmósferas nórdicas a Barcelona. Muchas ganas tenía que llegase este día, sobre todo por Sólstafir después del excelente concierto de hace justo un par de años. Pues no sólo no se repitió, sino que se mejoró. Un concierto épico. Además, acompañados por dos bandas más, quizá un poco heterogéneas sobre todo por la propuesta folk de Árstíðir.
Los primeros islandeses en saltar a escena tenían una propuesta más amigable en sonidos, sin tantos cambios de ritmo y con una alta componente atmosférica. Composiciones elaboradas con entradas y pausas milimetradas. Árstíðir era la opción menos metal de las tres y eso hizo que el público se mostrase en parte disperso o incluso aun por llegar.
Una buena combinación de tres personas ataviadas con dos guitarras electrificadas y un teclado que junto a la voz crea una íntima y fina cortina para proyectar los armoniosos y resplandecientes sonidos. La calidez y belleza de su música y ritmos en ascenso y descenso controlando no dejan espacio para el movimiento. Nos informaron que tendrán nuevo trabajo en primavera llamado «Sign to Season» al cual estaremos atentos.
Cambio de escenario para dar paso al proyecto de Amalie Bruun llamado Myrkur. El inicio a oscuras y con canto limpio y sin instrumentos y la finalización también a oscuras fue la tonalidad de su propuesta. Introspección, misticismo y a partes sensación de desespero fue el sentido que Myrkur y los suyos nos había preparado. Lo que más destaca de esta artista es la facilidad con que cambia de registro cantado. De cantos dulce altísimo y cautivador salta a otro terrorífico grito de black metal que a los no conocedores deja perplejos.
La puesta en escena de ella muy acorde al mensaje, vestida con camisón blanco donde se proyectan las frías luces azules desprendiendo sensación de estar recubiertos por una fría y espesa niebla nórdica de gráciles y sofisticados movimientos. Esta frialdad y ataraxia escandinava se reflejan en temas como “Maredit” donde la cortante voz se extiende por toda la sala como trocitos de hielo; la ominiosamente oscura «Ulvinde» y la agresiva «Måneblôt» reflejaron y resumieron de lo que es capaz de hacer la noruega junto a sus compañeros.
Sin duda una actuación para estar dispuesto a ser absorbido por la música y dejar ser seducido por los sonidos mágicos. Sin muchas interrupciones para que el espectáculo fluya, Myrkur sólo dice unas palabras entre canción y canción para maximizar el impacto sonoro.
Con el cuerpo en un estado atípicamente cautivado se presentaron los vaqueros del norte, Sólstafir con su propuesta folk rock atmosférico. Quizá no sean uno de los nombres más grande en el mundo del metal por no ser una propuestas generalista de estribillos facilones y pegadizos, pero dentro la comunidad más exigente son unos de los más reverenciados por ofrecer complejidad y propuestas de laberínticas melodías.
En su trabajo se plasma su origen, Islandia ese país idealizado. De costumbres y buenos usos donde impera el civismo y respeto. De agrestes tierras donde las horas de reclusión arroja talentosos artistas como arroyos tiene en las renovadas primaveras. Entre ellos Sólstafir con sus fuertes melodías y suaves acordes cómo el pasar de los meses entre la gélida oscuridad y los luminosos veranos.
Cada tema que interpretaban era mejor y mejor bien recibido que el anterior. A destacar «Fjara» que para mi es una conmovedora obra maestra con la exquisita proyección desde el comienzo susurrado hasta el crescendo tumultuoso.
Algunas canciones alargadas a voluntad ajustando el “gain” de los amplificadores para ser fagocitados por su atmósfera. En este caso «Silfur-Refur» ganó la partida con la pesadumbre y lentitud en su entrada. «Köld» también sonó magistral. En verdad todas sonaron magistrales y la suma de todas consiguieron que el público llegase al final con las el hambre de buena música más que saciada.
En una de las diversas palabras que “Addi” tuvo con nosotros se mostró muy extremadamente contento y arropado y se siente muy querido en Catalunya. Así que prometió volver pronto.
En la recta final y mientras sonaba «Bláfjall», decidió acercarse al público y bajó del escenario hasta acabar saludando desde encima de una barra a los que más cerca estaban. Al final, tal como ocurrió en su anterior visita y conocedor de la situación socio-política de Catalunya mostró su apoyo mostrando una “estelada”.
Sólstafir reúne en sus conciertos lo que busco: poder escapar de la realidad por unas horas y los islandeses abren la puerta para ello ya que escucharlo con atención te llevarán a otra realidad, esta vez sin movimiento agresivos ni “headbangings” solo con autointerpretación de las melodías con el corazón y el imaginario propio. Una velada con un recorrido marcado por la gracia de Árstíðir, el poder de Myrkur y la majestuosidad de Sólstafir para recordar.
Agradecemos a Route Resurrection su ayuda para facilitarnos el trabajo