El Take Root Festival, posiblemente el festival de americana más exquisito de Europa, cumplió su vigésima edición el pasado sábado 4 de noviembre. Un cartel muy cuidado y la presencia de una estrella como Jason Isbell hicieron que la asistencia de público fuera la mayor de la historia del veterano festival de Groningen.
El festival abrió con puntualidad con las Secret Sisters. Las hermanas Rogers, con la sola compañía de la guitarra de Lydia, presentaban su muy recomendable último disco, lleno de perfectas armonías deudoras de Everly Brothers. Comenzaron con las dos piezas que abren su último trabajo y la canción inacabada de Dylan que recompusieron para su anterior trabajo, dejándonos con ganas de más, pero (malditas coincidencias) era la hora de Tift Merritt y tuvimos que dejarlas.
La artista texana, acompañada del guitarrista belga Bart Vervaeck, comenzó tímida y algo insegura (era su segundo concierto juntos), repasando varios de los temas de su último trabajo, destacando Love Soldiers on, My Boat y Wait For Me; y poco a poco fue cogiendo confianza hasta llegar a atreverse con una canción totalmente desenchufada. Llegando al final empezaron a caer sus temas clásicos. Un fantástico Good Hearted Man, tocado en solitario al piano, posiblemente el gran momento del recital y, tras él, uno tras otro, Stray Paper, Travelling Alone, Bramble Rose,… Altísimo nivel para una cantautora que, si no fuera por la mala suerte, estaría ahora en lo más alto del escalafón.
Después de Tift nos fuimos con Alynda Segarra y sus Hurray for the Riff Raff. Gran expectación entre un público que quería ver a una de las bandas más importantes del momento y que cumplió ampliamente sus expectativas. La mudanza de Alynda de New Orleans a New York se ha notado también en los planteamientos de la banda, que suena mucho más contemporánea y urgente, al estilo de una Patti Smith del siglo XXI. Basando su recital en The Navigator, uno de los trabajos del año, la Segarra descargó con rabia y devoción casi religiosa un repertorio en el que cree a muerte, culminado con P’alante, ese tema que ya suena a clásico, y donde lucen todas las virtudes de la banda.
Presentaron también un tema nuevo, Just the way you are, de letra minimalista y musicalidad sesentera, que nos hace sospechar que el próximo giro de la banda será inesperado; y finalizaron con su habitual cover del Dancing in the Dark, de Springsteen; elección tal vez demasiado obvia pero que consiguió que el recital acabara en lo más alto.
A continuación nos asomamos un momento a comprobar que The Cactus Blossoms siguen tan certeros como siempre. Sonido perfecto y una banda que arropa a los hermanos Burkum como nadie, Presentaron piezas de su disco debut y alguna nueva en el escenario teatro, que estaba lleno para escucharles. Sin duda, salir en Twin Peaks les ha ayudado a crecer. Pero como los Blossoms estuvieron hace poco por España, los dejamos pronto para ir a ver al grupo revelación del festival, The Cordovas.
La banda de Nashville es un valor seguro en directo, cinco fantásticos instrumentistas y cantantes, muy al estilo de The Band. Presentando su primer disco, fueron cayendo pequeñas joyas de rock americano como Southern Rain o All I Found, que intercalaron con varios covers, destacando especialmente dos clásicos de Grateful Dead, One More Saturday Night y Truckin’, que se alargó en formato jam session con la colaboración de un espléndido Levi Parham. Toda una celebración de la mejor música americana a cargo de una banda joven y entusiasta que no decepcionó a ninguno de los presentes, a pesar de ser uno de los grupos menos conocidos del cartel.
Margo Price fue una de las triunfadoras de Take Root. Con una banda muy versatil (hasta un theremin sonó en el recital), la nueva reina del country más convencional dio un recital exquisito y acabó incluso cantando entre el público; pero su recital coincidía con el de una de las citas que teníamos marcada en rojo en este TakeRoot, así que apenas pudimos disfrutar unas pocas canciones. Otra vez será.
Andrew Combs, uno de los cantautores más talentosos que ha surgido en los últimos años en la escena, triunfó con uno de los mejores conciertos de la noche. En un escenario desnudo y con la única compañía de su guitarra, el de Dallas dio una lección de clase ante un auditorio hipnotizado frente a sus canciones, intercaladas entre pequeños discursos donde habló de desamor, de su querida Texas, de cómo le ha cambiado la vida su pequeño bebé recién nacido o de su admiración por la capacidad compositiva de Tom Petty.
Pero lo más importante del recital fueron sus canciones, que desnudas de todo arreglo (más allá de silbidos y sonidos guturales del propio Andrew), aguantan perfectamente y suenan como pequeños clásicos de la canción americana. Difícil elegir una sola, pero Dirty Rain o Lauralee fueron dos de los temas que despertaron mayores aplausos.
El dilema de la noche llegó a la hora de elegir entre Jim Lauderdale y Chuck Prophet, pero teniendo en cuenta que Chuck venía de gira por España elegimos al gran Jim. Vestido con uno de sus típicos trajes de cowboy, el señor Lauderdale ejerció de padrino del country, acompañando cada una de sus canciones con una historia, coqueteando con las chicas de las primeras filas e invitando a Jesse Dayton a acompañarle en It´s a Door (aunque al final se quedó en los siguientes cinco temas, ya que Jim decidió no dejarle bajar de allí hasta el final).
El recital no fue para nada una presentación de su último trabajo, sino un repaso por su larga carrera sazonado de comentarios didácticos sobre los diferentes estilos y anécdotas varias: The King of Broken Hearts (homenaje a George Jones inspirada en un comentario de Gram Parsons), Seems like you´re gonna take me back (escrita para Solomon Burke), Don´t Wait (colaboración con Buddy Miller), además de aceptar alguna petición del público, como por ejemplo I love you more. Toda una lección de sencillez y savoir faire a cargo de uno de los compositores más respetados de América.
Salimos a la carrera porque llegaba el momento más esperado de la noche para muchos: Jason Isbell & the 400 Unit. Llenazo absoluto en el escenario principal y comienzo por todo lo alto con Anxiety, 24 Frames y Hope the High Road. Desde el primer momento destacó el nivel de los músicos que acompañan a Isbell, sobresaliendo especialmente Sadler Vaden, con el que protagonizó espectaculares duelos de guitarras. El repertorio, muy compensado y basado fundamentalmente en sus dos últimos discos, no hizo ninguna parada en su época en Drive by Truckers, pero tampoco se echó en falta. Un concierto cargado de electricidad, con pocos momentos de calma (posiblemente debido a la ausencia de Amanda Shires en la formación), y que culminó con Cover Me Up y Super 8.
En los bises, como es habitual desde que nos dejó el gran Tom Petty, un recuerdo a su repertorio con una fantástica revisión de Room At The Top y la acústica If We Were Vampires, con la que dio por finalizado un concierto que demostró por qué Jason es actualmente el rockero más respetado en los USA. Una pena que su gira no haya recalado en tierras españolas.
Para finalizar el festival, tras una difícil elección entre un trío de ases, acabamos disfrutando de un enorme concierto de Jesse Dayton. El texano salió a matar desde el minuto uno, con Daddy Was a Badass y Holy Ghost Rock and Roller y ya no bajó el pistón en ningún momento, revisitando fundamentalmente su último disco pero con varias sorpresas en forma de versiones (George Jones, The Cars, Waylon Jennings…) y recuerdos a sus primeros trabajos. Una demostración de clase a cargo de uno de los artistas más en forma en el panorama de la música de raíces y que hizo que acabáramos la edición de 2017 con una sonrisa en la cara.
En resúmen, un festival con un cartel fantástico (fue duro renunciar por motivos horarios a Baptiste Hamon, Eileen Jewel, Chuck Prophet o Sam Outlaw), un recinto espectacular y con una acústica perfecta, una gran organización, público muy respetuoso (aunque nos comentaron que este año hubo más murmullos de lo habitual, nada comparable a nuestro país), copas a precios razonables,… Un gran abanico de motivos que nos hacen pensar que en próximos años volveremos a Groningen a disfrutar del Take Root Festival.
Imágenes: Javier Casamor, Mark Capsize y Diogo Soaras (bolachas.org)