Cuando los barceloneses Canal 69 visitaron Argentina, los Chevy Rockets hicieron que se sintieran en su casa y, en una reciente gira compartida entre ambos grupos por España, han sido José Masegosa y sus muchachos los encargados de devolverles el favor. Un capítulo de esta ya legendaria amistad se escribió en la barcelonesa Sala Bóveda el pasado 24 de noviembre de 2017. Porque así es el honor y el cariño en el Rock’N’Roll, sentimientos que sirven para unir esfuerzos y que el resultado sea todavía mejor. Uno para todos y todos para uno, lema de los mosqueteros forjados bajo la imaginación y pluma de Alejandro Dumas.
Pero poderoso caballero es don dinero y, por presupuesto, de los Rockets sólo pudieron venir su cantante y guitarrista, el fiero Eduardo “Vasco” Bariain, su bajista Gabriel Gómez y otro as de las seis cuerdas, Óscar Kamienomosky. Para suplir esas ausencias, sus anfitriones completaron el combo y Toni “Locomotora” Larrosa se sentó a la batería durante la actuación de ambas bandas mientras que Óscar García-Bragado y Johnny Juliá se turnaron para añadir sus guitarras a la de Kamienomosky. Y, la verdad, sea dicha, el experimento funcionó a base de arrojo, pasión y talento y sirvió para hacernos una idea de lo que supondría ver a toda la formación argentina al completo.
Lo de Eduardo supone un ejemplo de esencia, poseyendo ese inevitable sabor a Joe Cocker, recuerdos de largos caminos recorridos como esa versión en castellano de “Route 66” o a piezas que destilan puro Blues como “A nadie más”, donde las historias se balancean entre nostalgia, domingos de agosto y sombras del pasado. Pero estos hombres son carne de presente y también mostraron temas de su último disco, incluido el que le regala su título, el movido “Camino de barro”, clásico número bailable que sirvió para enseñar otra de las facetas de esta leyenda procedente de las tierras de aquella niña llamada Mafalda que, a menudo, es más sabia que muchos mayores.
Tras esta primera descarga de música, Canal 69 ocupó las tablas para desgranar algunos de sus clásicos y mantener encendida la llama de su último disco, “Entre amigos no hay error” (2016), toda una declaración de intenciones para una noche en que la ilusión y la camaradería brillaban en cada uno de los rostros. Y eso se contagió a un público que disfrutó de lo lindo. José vivió literalmente el escenario, esa segunda casa donde los problemas cotidianos –los del grupo y los del público- quedaron atrás y quedaron ahogados en esos “Sueños de portal”, donde él, genuino “Gallo de pelea” manda, canta y reina e incluso te recuerda aquello de “Espabila”.
Y en ésas, Johnny, con su camiseta de los Rolling Stones, se repartió entre Keith Richards y Ronnie Wood, mitad ritmo, mitad solo, siempre él mismo, ese hombre que siente el Rock’N’Roll. Y por supuesto, Óscar, ese hombre que bebe de Jimi Hendrix y Gary Moore entre otros, parecía poseído por su guitarra en una apoteósica “No volverte a ver”. Un grupo es realmente bueno cuando echas de menos algunas de sus canciones, como “Haciendo equilibrios”, ésos que supo hacer a las mil maravillas Raúl Navarro, que se hizo con el bajo de Eduardo Martínez, ausente a causa de su reciente y feliz paternidad.
Quizás sea un instante el que mejor resuma esta inolvidable velada: el teclado de Andy Padel recordando en “Diario de abordo” el desembarco de los Canal 69 en la tierra del tango, actores como el añorado Federico Luppi y los Chevy Rockets. Y esta aventura continuará. Código mosquetero.
Fotos por Ramón Hortoneda.
