RA Keroxen 17 #1. La primera Residencia Artística Keroxen 17 terminó el pasado viernes 1 de diciembre de 2017. Lo hizo con un evento -quizás un concierto, quizás una feria tecnológica, quizás una performance- donde los artistas mostraron el trabajo realizado durante la residencia.
Boris Vitazek y Jan Nalepa presentaron un turbador proyecto Multimedia. Este proyecto fue realizado a medida del festival Keroxen y del Espacio Cultural El Tanque.
Para los que nos acercábamos por primera vez a la Realidad Virtual como forma de expresión artística -un paso más allá de lo que siempre fue una manifestación de la tecnología- nos quedamos perplejos y altamente excitados.
Lo que allí sucedió en los dos días de la muestra (jueves 30 de noviembre y viernes 1 de diciembre, taller abierto y concierto, respectivamente) fue difícil de entender inicialmente. Al principio la atmósfera del habitual Tanque, la atmósfera habitual del Keroxen. Sonidos densos y profundos. Muy poca luz. Y una sorprendente proyección en la gigantesca pantalla curva de bidones de fertilizante agrícola.
El terreno de juego
Pero posteriormente, unas zonas marcadas por la expectación del público quedaron, enseguida, patentes. Un espectador con unas gafas de realidad virtual (HTC Vive) que movía un puntero en el aire. Unos espontáneos «bailarines» que se contorsionaban frente a una cámara Kinetic. Y unos poco habituales jugadores de consola accionando unos mandos de videojuegos. Entre todos ellos cierta complicidad, cierta «consciencia de colectividad». Una música de síntesis industrial y muy potente envolviendo y completando la atmósfera.
¿Qué estaba pasando? Intentaré contarlo. Los artistas habían definido una representación digital del espacio escénico a partir de un plano del recinto. En esta representación, unas zonas interactivas para el usuario de las gafas de realidad virtual. Ese Tanque Virtual disponía de un descomunal sintetizador con el que el usuario podía interpretar música. En el momento en el que alguna persona interactuaba en la zona del recinto real que cubría la cámara Kinetic, su representación virtual, su alter ego, su avatar aparecía en el universo virtual. Por último, cuando alguno de los asistentes -incluso los creadores de este sistema virtual multimedia- manipulaban los mandos de consola dispuestos al efecto, intervenían también en la producción virtual de sonido.
¡Uf! Algo realmente inquietante. No hubo una asistencia de público importante a pesar de ser un evento gratuito. Pero quizás por ello pudimos disfrutar más y mejor de lo allí expuesto. Las posibilidades creativas de estas tecnologías unidas al gusto, originalidad y buen criterio de los creadores resultaron un éxito. Una mezcla innovadora y estimulante. Fue un fascinante evento que concluyó por los habituales senderos que transitamos los asiduos usuarios de este festival, que cada vez, con acciones como esta, refuerzan su presencia.
Estaremos con la mirada muy atenta a este tipo de manifestaciones culturales. Síguenos en este viaje.
