Posesos por la música: Ghost Number and his Tipsy Gypsies. Invitado especial, Moses Rubin

Posesos: Ghost Number and his Tipsy Gypsies (Jon Ander Burgos (trompeta), David Pisabarro a.k.a. 413 (voz, banjo), Iñigo Manterola (batería, percusión), Arantza Molina (violín), Nacho Fombuena  (contrabajo), Ander Solabarrieta (guitarra), Karmen Salazar y Lidia Insausti, coros) Invitado especial, Moses Rubin.

La del pasado sábado 10 de febrero fue una noche energética como pocas. Deseosos por reencontrarnos con Moses Rubin y expectantes por escuchar a los chicos de Ghost Number and his Tipsy Gypsies que presentaban en Madrid (Costello Club) su álbum: «From Dawn to Dust». Aforo completo. No hay entradas y no cabe ni un alfiler.

Moses Rubin Ghost Number & His Tipsy Gypsies Madrid.Ghost Number & His Tipsy Gypsies Madrid.

La ceremonia de apertura estuvo a cargo de Moses Rubin. Le hemos seguido de cerca en sus inicios, desde la publicación de su primer álbum: «Subtle Atmospheres» y en diversas actuaciones y conciertos. Hoy podemos decir que tiene la solidez, y la dureza del diamante. Moses interpretó algunos de sus temas con variaciones que aportaron un ambiente previo perfecto para lo que iba a suceder después. Es un músico que nos transporta y crea atmósferas como nadie. Y lo hace a pelo: lo hace sólo, con voz y guitarra. Sólo. Este tipo es capaz de lograr el deshielo del ártico aun estando en pleno centro de Madrid. Sus interpretaciones sedujeron al aforo que se dejó llevar hasta el centro del bosque donde estaba el pantano. Nos volvió a atrapar. Y, ¿cómo lo hace? Yo creo que se trata de un músico orgánico en el sentido más bello de esta palabra. Todo lo que evoca Moses es naturaleza salvaje y virgen: desde el rocío campestre de Halfway Through, al atardecer añorado de Southern Land, pasando por el fluir de sangre a borbotones de Tony Higgins…un blues rock como los de hace tiempo («Rory Gallagher que estás en los cielos») y sin electrificar: desnudo, en acústico, y, sin embargo, brutal alarido reivindicativo. Esa forma de tocar, no la consigue cualquiera, amigo. Así es como conecta los latidos de la sala con sus cuerdas, los amplifica con su voz y nos lleva al huerto con The Rain y ese arpegio de escándalo, hipnótico y hechizante que arrolla y conquista la sala. Con Katy´s Song (gema de Simon & Garfunkel) y Steppin´ Stones (gema de Moses), el propio Moses nace, camina y muere. Vuelve la huella de lo orgánico, de esos paseos del hombre a través canciones, que son caminos de poco más de tres minutos en círculo para volver a sí mismo, a su orígen.

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Cierra con un clásico, «Before you acuse me», para desangrarse y agitar la conciencia inconsciente de los que allí estamos a través de palmas percusivas. Y cierra, dejando listo al personal para recibir a Ghost Number & His Tipsy Gypsies.

Los de Donosti se suben a las tablas. Su atuendo y primeros acordes logran transportarnos a la auténtica América de los locos años 20: esto es una banda, amigo, donde se mezclan el blanco y negro, las corbatas estrechas, los zapatos de gansters bicolor, las coristas de rojo satén y mucho más que seis instrumentos y 8 músicos. Voz, banyo, guitarra, batería, violín, contrabajo, trompeta, coros además de innumerables arreglos percusivos (tacones incluidos). En ese momento es cuando uno piensa: esto es vocación por hacer música de calidad, popular, de raíz, divertida y regalársela al público.

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Arrancan con lo mejor que un músico puede hacer: un silbido y el banyo. Luego, como en las mejores celebraciones, van llegando los invitados. Se unen las escobillas y la trompeta. Poco a poco y en segundos, montan la fiesta con toda la artillería: guitarra, contrabajo, violín, coros, batería. Comienza la juerga desenfrenada en la sala Costello, que se ha convertido por momentos en un cobertizo con olor a paja y bourbon, en un cabaré de lentejuelas y gyn, o en un club clandestino de pólvora y whiskey. Estamos en Texas, Nueva Orleans o Chicago. Durante dos horas recorremos en tren, diligencia o barco la América afro continental, parte del Caribe y hasta nos escapamos fugazmente a la Centroeuropa gitana.

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Hay tantos matices en cada una de las canciones de From Dawn to Dust, que no tenemos espacio suficiente en esta crónica. Algunas notas que queremos destacar especialmente filmográficas para que el lector se haga una idea de lo que vivimos la noche del sábado. Probablemente, si yo fuera Quentin Tarantino y escuchara «Desert Sirens Song», adquiriría los derechos para incluirla en alguna de mis bandas sonoras. Es absolutamente fantasmagórica, y evocadora de los espíritus del manglar. La canción más negra y vudú de estos chicos (especial mención la sordina de trompeta que hizo de encantadora de serpientes). Con Looking for gold, de nuevo entramos en un club de Chicago tras haber dado el palo a un par de primos y gastarnos la pasta en alcohol y juerga.

En esta ocasión, el golpe de martillo sobre metal (sobre la vía del tren que se está construyendo o de obrero picando en la mina), los coros alocados de las chicas (muy a lo Josephine Baker y sus cocos y bananas) o las palmas al compás, logran una ambientación increíble. Rompen con Proud of my sins, un son cubano que nos lleva al Caribe de la mano del banyo y la carraca. Sí, una carraca. Y allí andábamos, perdidos por La habana buscando nuestros pecados. Con Alone. se reclama la trompeta en soledad. Hay claqué y dancing swing, guitarra jazzera y vuelve el violín, más zíngaro que nunca y los ecos de la inmigración a la América de los sueños, quién sabe si incumplidos o que acaban en una celda del reo más sólo que hubo jamás. Ese violín lo demuestra. Con It´s over y Dark Night Stomp, es el Gran Gatsby el que se pasea por la barra y los coros de lobos de la banda, nos recuerdan que entre tanto foxtrot y charleston, y en el amor especialmente, hay mucho canalla y mucha más presa fácil.

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Ouuuu yessss. Ouuuu yessss. Sisters and brothers: no sabría clasificar a los Ghost Number: gypsy jazz, hillbilly, jazz manouche, westerns swing, boogie, blues, folk, beboop, country… Mejor dicho, no querría clasificarlos porque se trata de auténtico folclore festero que conecta la granja con la urbe. Escenifica el gastarse los cuartos ganados durante la semana con el sudor de la frente, en el sótano de un club sin nombre de la ciudad donde impera la ley seca pero que tiene una trastienda donde se sirven tragos y se baila desenfrenadamente. Donde se conectan tantos músicos y estilos, que el mérito está no sólo en la enorme cultura musical que tiene esta banda, tan joven y tan preparada, cómo tocan e interpretan sino en cómo lo transmiten a través de sus canciones; porque lo tienen todo (creación e interpretación) y pensando en ello, di con la clave. A estos tipos, les han poseído los grandes: desde Django Reinhart, Bessie Smith, Glen Miller, Benny Goodman, Count Basie, Tommy Dorsey, Josephine Baker hasta Tom Waits. ¡Una bomba! Pura energía que demuestran en el escenario por estar poseídos por todos esos extraordinarios espíritus. Así sea por muchos años y que todos lo veamos. Posesos.

Texto por May T. Dibujos por Cayetana Álvarez. Fotos y vídeo por Ana Hortelano.

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