Barrence Whitfield, música titánica

Barrence Whitfield es una fuerza de la naturaleza, uno de esos episodios del clima que periódicamente azota una ciudad, durante una sola noche de furia y fuego.

Después de dos años y medio la noche del viernes 25 de mayo recaló de nuevo en la sala Stereo de Alicante, y su vendaval sonoro fundió el equipo de sonido de tal modo que los técnicos tuvieron que cambiar las regletas del escenario. Cuando eso sucedió, en la recta final de su actuación, el público estaba ya tan entregado que la música continuó con el único sostén de la batería y los coros de la gente.

Barrence Whitfield, Alicante 2018 (2)

Había empezado Whitfield con “Slowly losing my mind”, el tema que abre su último disco,Soul flowers of Titan, una colección que define como canciones que hablan de cosmología y de cosas mundanas como si fueran la misma cosa: gente que dispara armas, personas que se separan y tal vez un día regresan a casa, que se aman y beben café, que se vuelven locas y acaban dejando el planeta.

Barrence Whitfield, Alicante 2018 (3)

Emociones turbulentas, sin duda, que se revelan en canciones como “Pain”, con la que sigue el disco y siguió el concierto antes de anclarse en las raíces con ese clásico de Slim Harpo que es “Don’t start crying now” que tanto ama Van Morrison. En ese momento ya la voz de Whitfield era aullido, ese grito primordial que expresa dolor o tristeza, como en el absolutamente vivido “Sad about it”, donde la noche se adentra en el blues después de haber movido a la sala entera con un incendiario “Bloody Mary”.

Barrence Whitfield, Alicante 2018 (4)

Hay espacio para la liberación en el magma que se desparrama desde la guitarra de Peter Greenberg, siempre sobrio en su explosividad, y hay burbujas sobrevenidas de pausa en ese mundo. “Tingling” es una de esas pausas en las que adivinas las flores de Titán, ésas que dice Whitfield que se abren paso respirando en una atmósfera de metano. Titán y la música titánica de los Savages que acompañan a Whitfield están comprimidos en un garaje, igual a tantos otros garajes que han sido la cuna de muchas bandas de rock.

Barrence Whitfield, Alicante 2018 (10)

El garaje viaja con ellos, desprendiendo en la atmósfera rockabilly, punk, soul sucio y bastardo, rythm&blues genuino y, por añadidura, cualquier música que tenga color negro y se exprese en un garito. Todo eso lo canaliza como un brujo ese ser de apariencia apacible que delante de un micro se transforma en una bestia de otro mundo que con el poder taumatúrgico de su voz conjura tristezas y pesares.

Barrence Whitfield, Alicante 2018 (11)

Oyéndole cantar, aullar, rugir como ese gato infernal que luce a la espalda en su camisa, no puedes hacer otra cosa que seguir el camino de tus pies y bailar hasta el final, lejos de aquí, en un satélite lejano, y al mismo tiempo aquí, en tu ciudad, con tu gente, en ese mismo cruce de calles donde estas cosas suceden de vez en cuando.

Fotos y vídeo por Juan J. Vicedo.

 

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