En general, la decimoséptima edición del Azkena Rock Festival 2018, con un cartel menos atractivo que en pasadas ediciones, hizo que la asistencia de público fuera bastante menor que en la edición de 2017. Los incondicionales siguen salvando el festival. De todas formas, en esta edición se echaron en falta dos cosas. Por un lado, unos cabezas de cartel realmente atrayentes (Van Morrison no es un artista azkenero y Joan Jett, siendo una buena artista, no está para encabezar un festival de esta relevancia. Por otro lado, la presencia de tres o cuatro bandas jóvenes, que las hay y muy buenas (seguro que todos tenemos varias en mente) y que hubieran dado más vida al festival.
¿Los grandes triunfadores de esta edición del Azkena? Mott The Hoople, The Beasts of Bourbon, The Dream Syndicate, Van Morrison, The Sheepdogs, Chris Robinson Brotherhood y Thee Hypnotics, por ese orden. Sensacionales Dead Cross, The Lords of Altamont, Berri Txarrak, Turbonegro, The Soul Jacket y Joan Jett and the Blackhearts. Un chiste lo de MC50, y el homenaje a Tom Petty. Y una gran decepción Rival Sons.
Aun así está claro que la nostalgia funciona. Y como si del lejano Oeste se tratara, las bandas más buscadas arrastraron a un público en menor medida en esta edición del Azkena, detrás de una buena recompensa (Mott the Hopple, Gluecifer, Joan Jett, The Beasts of Bourbon, The Dream Syndicate) repartidos en tres escenarios (Love (homenajeando a Grant Hart y Johnny Hallyday), Respect (a Charles Bradley y Fats Domino), el principal, God (a Tom Petty y Malcom Young) más el Trashville, ese maravilloso escenario alternativo dentro de una carpa de madera, donde se dio cobijo a bandas y sonidos más sucios del garage, blues, punk y rock’n’roll los días 22 y 23 de junio en Mendizabala. Término que inventara Joe Bussard, uno de los personajes más conocidos en Estados Unidos, por ser el mayor coleccionista de vinilos de 78 rpm y conductor de uno de los programas de radio de música de raíces llamado «Country Classics». El documental «Desperate man Blues» muestra su colección de más de 15.000 vinilos. Bussard llama a la Nashville, conocida como la «Music City», Trashville.
Dos días, 45 actuaciones, el sol también como protagonista, el nuevo espacio Trashville, el festival Azkena Rock se convirtió en un cuento cercano a “elige tu propia aventura”. Esta mística se volvió a personificar gracias a un fantástico festival llamado Azkena Rock Festival, en la hermosa Vitoria-Gasteiz. El Azkena Rock festival 2018 según datos oficiales tuvo 31.250 asistentes (35.800 en 2017), 15.050 personas el primer día y 16.200 espectadores el segundo día.
En cuanto a generalidades: no hubo las pulseras, mejores servicios, menos colas en las barras, una nueva política a la hora de comunicar las fechas de la siguiente edición (Wilco para 2019) y un acierto nuevamente lo del Trashville, aunque nos perdimos muchas de sus actuaciones, estuvo lleno casi todo el tiempo.
Ya sabemos aquello de que al cabo de tres minutos al escuchar una canción en el Azkena, puedes ser otra persona, puede cambiar toda tu química corporal, tu estado de ánimo, tu punto de vista de las cosas. Como así hicieron la primera banda que abrió el festival. Los vigueses The Soul Jacket, presentando su tercer y excepcional álbum “Volumen III”, publicado el año pasado. Con las montañas de un lado y de otro, nada detuvo la llegada de fanáticos desde distintos puntos del país, y parte del planeta, presenciamos ese sensacional deje silvestre, la impostura de un collage rock sureño y bastardo que nunca elude escarbar en las raíces sin temor a ser tildados de heréticos.
El público aún llegando al recinto, se encuentra también con los canadienses The Sheepdogs, quienes ya había calentado por la mañana la plaza de la Vírgen Blanca. Presentaron unos de los mejores discos del año y década. El monumental “Changing Colours”. Ewan Currie, líder de The Sheepdogs, los Perros Ovejeros son Rock & Roll canadiense fusionado con altas dósis de Blues, Boogie, Soul y elementos Country, su música te infecta y vuela la cabeza de un sólo golpe. Ellos configuran ese retablo de bandas del momento, con esa mezcolanza de Rock, Blues y Soul pantanoso, recordando a los mejores guitarras Stones y Blues tejano-sureño muy enérgico. Las reminiscencias son claras Creedence Clearwater Revival, Neil Young, Allman Brothers o Led Zeppelin entre otros.
Rival Sons, una especie de Led Zeppelin para hipsters, en el que no nos acabaron de enganchar del todo en su segunda actuación en el Azkena Rock Festival, con un cantante bastante histriónico y configurando un repertorio repetitivo y poco original.
Van Morrison comenzó desanimado, en sonido y en actitud, se notaba que estaba enfermo, pero poco a poco fue subiendo el nivel hasta un final apoteósico, con sus dos clásicos, Brown eyed girl y Gloria. De todas formas, sobró limpieza al sonido de una banda espectacular y que da la sensación de que podría dar más.
Van the Man in crescendo en el AzkenaVan Morrison ha seguido en Vitoria-Gasteiz el mismo camino sonoro por el que transitó el verano pasado en Bilbao y luego continuó a finales de 2017 en Madrid. Entre las lindes del jazz y los nuevos enfoques souleros de clásicos, el irlandés fue de menos a más en una sesión de lucimiento técnico que no se asomó a los abismos místicos anhelados por la corriente minoritaria de la cofradía. Caledonia se quedó entre brumas, a la espera de nuevos bríos musicales. El crescendo partió desde unas mucosidades reprimidas con té calentito y montones de Kleenex hasta el cierre habitual con Brown Eyed Girl y Gloria. El saxo y la armónica calentaron el ambiente, mientras la guitarra se quedó intacta en el escenario. Tras sentirse mejor Van Morrison propinó tres grandes zancadas (Real Real Gone, Lonely Avenue y Whenever God) que elevaron el listón y sobre ese colchón pudo repasar viejos (Wild Night, Days Like this, Moondance o Precious Time) y nuevos (Broken Record, bastante repetida últimamente) temas que son su ADN actual. Alcanzó con este repertorio y algunas piezas más matices impensables en espacios abiertos, con una calidad de sonido fantástica. Una alegría constatar que brilla como siempre el talento de Teena Lyle y el mando de terciopelo de Paul Moran, junto a Paul Moore, Dave Keary, Mez Clough y Dana Masters, una voz que casi hace sentir celosón al maestro. El tío vinagre supo cantar con esfuerzo encomiable su vieja verdad: lo único que importa es el amor, porque somos hijos del universo. Los cinco o seis mil espectadores, algunos bisnietos del cosmos, se lo llevaron a casa. |
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Dead Cross, ofrecieron una buena apuesta por los sonidos metaleros más interesantes del momento. Mike Patton demostró en el Azkena que sigue siendo uno de los frontman más grandes. El otro foco de atención era el gran Dave Lombardo, que hizo un guiño al pasado con el riff de Reigning Blood. Dureza bien entendida, versiones de Bauhaus y Stooges, menciones a la sentencia de la Manada. Una de las pocas bandas que llegaron al Azkena 2018 en su momento de gloria.
Thee Hypnotics, bolazo de Jim Jones y su escolta. Con una discografía corta pero intachable, son una banda realmente aplastante encima del escenario. Riffs descarnados a base de garage rock enloquecido empapado de Little Richard y Jerry Lee Lewis, a través de ese sonido primitivo y sucio capaz de lijar los tímpanos del oyente mientras Jim Jones cantó como el diablo, escupiendo su liturgia retorcida y vaciándose en cada nota, como un gospel desde el infierno o un blues vomitado en las ciénagas del sur.
Chris Robinson Brotherood fueron uno de los que crearon más división entre el público. Desde los que creímos que habían hecho el mejor concierto del viernes hasta los que se aburrieron como ostras. Repertorio lisérgico, con gran protagonismo de la guitarra de Neal Casal, homenajeando a una época del rock que difícilmente volverá. La sombra de los Black Crowes es muy alargada y la gente no acaba de comprender al bueno de Chris Robinson.
MC50 no sabmos, una broma de mal gusto. Como decía alguien en el público, más bien los MC1, ya que solo queda de la banda original Wayne Kramer. Cierto morbo por ver al gran Kim Thayil a las guitarras (gran trabajo el suyo), pero el vocalista Marcus Durant, más allá de su imagen, no acabó de despegar en toda la noche. Pero bueno, siempre podremos contar a los nietos que escuchamos el célebre “Kick out the Jams Motherfuckers” en directo.
Girlschool entretuvieron al público con su hard rock de serie B. Posiblemente su mayor mérito fue destacar en un mundo eminentemente masculino, porque no dejan de ser una banda del montón, sin apenas canciones destacables. Bolo rutinario, donde se notó el mal rollo que, al parecer, se respira entre las componentes de la banda. Un concierto en el que recordamos cada dos minutos que estas señoras estaban allí sustituyendo a nuestros amados Urge Overkill. Ay…
Trashville interiorEntrar en ‘El Trashville’ es entrar en la esencia del Rock&Roll. Lo primitivo, lo pagano, el blues, el sudor, los tugurios, los sótanos. Entrar en ‘El Trashville’ es una experiencia orgánica y sensual. Desde los primeros machetazos de Hombre Lobo Internacional un chute de adrenalina se transmite entre todos los asistentes. En la humedad de la carpa huele a Hasil Adkins, Roky Erickson, Robert Johnson, The Phantom, Johnny Cash. Luego el blues, el homenaje a John Lee Hooker. Los tugurios, la mala vida, las relaciones complicadas. Hugo Race & Michelangelo Russo. Hipnóticos. Catárticos. Como si Gainsbourg susurrara entre la niebla. Y el bombeo del corazón pulsado con un pedal que hace de bajo y percusión. Y el Reverendo Beat-Man a la izquierda del escenario que no quita ojo. Nada hace presagiar la fiesta que van a trae WolfWolf. Rockabilly, garage, surf, punk. El guateque está servido. Perfectamente ejecutado por otro dúo. Por una Danelectro Tangerine Pro que echa humo junto a los mazazos de caja y bombo y verborrea de su predicador. Entrar en ‘El Trashville’ es entrar en la parada de los monstruos. Es el sitio donde todos bailan y da igual como. Y de una esquina surge el espectro de Lux Interior y un holograma espectral de Flat Duo Jets. Bájate al sótano en el próximo Azkena. Entra en ‘El Trashville’. Y baila con La Cosa del Pantano. Te irá mejor el lunes siguiente.
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El sábado, segunda jornada del Azkena Rock Festival 2018, llegamos para presenciar a The Lords of Altamont quienes no decepcionaron. Posiblemente hubieran merecido una mejor posición en el cartel, pero les tocó actuar en plena solana. Aun así, no dieron tregua, con un repertorio donde repasaron sus temas más significativos: Like a Bird, Born to Lose, I Say Hey,… No aportan nada nuevo, pero tienen actitud y estilo.
Berri Txarrak ofrecieron un gran concierto en Mendizabala, con buenas canciones y un nivel instrumental al nivel de bandas internacionales, demostrando que son una de las bandas más importantes de la historia del rock en euskera.
Mott the Hoople dieron posiblemente el mejor concierto del festival. Una gozada ver al señor Ian Hunter con sus 79 años rockeando más y mejor que muchos jóvenes. Una banda exquisita y un repertorio espectacular, aunque el público sólo reaccionó ante los temas más conocidos. Para los fans, placer absoluto al recuperar todos los clásicos, desde Roll Away the Stone a I Wish I Was Your Mother, pasando por sus versiones de Don McLean o Lou Reed. El final, con All The Young Dudes, nos dejó exhaustos. Pocos clásicos nos van quedando, y posiblemente ninguno en tan buena forma como Hunter.
Los seis noruegos de Turbonegro, forman parte de esa cuadrilla que ha hecho grande en las últimas décadas al rock escandinavo. Dieron un buen concierto, algo irregular en la primera parte del mismo para poder arrollar al público en su segunda, con sus grandes clásicos como Selfdestructo Bust, The Age of Pamparius o Get in on, entre otros.
The Dream Syndicate, la cuota de rock americano del festival, no podían fallar y a fe que no lo hicieron. Basándose su repertorio en su dignísimo último trabajo dieron una lección de elegancia. Steve Wynn ha sabido rodearse de gente de gran talento, cono el enorme guitarrista Jason Víctor, un tipo humilde que encima del escenario es puro fuego.
Ya hacia el final, recuperación casi obligada de dos clásicos como The Days of wine and roses y Tell Me When It´s Over. Uno de los mejores conciertos del festival, sin duda alguna.
Joan Jett como cabeza de cartel en el Azkena ofreció un recorrido los hitos de su extensa carrera, que arrancó con The Runaways en la segunda mitad de los setenta y continuó desde los primeros ochenta con su actual formación, The Blackhearts. Concierto mejor de lo esperado por parte de esta mujer que en septiembre cumplirá los sesenta, y que sin renunciar a sus raíces norteamericanas no oculta su devoción por el pop rock con sabor británico, punk, mod y el rock poderoso que la llevó a compartir escenarios y estudios con Sex Pistols, Steve Jones, Ramones, entre otros nombres.
The Beasts of Bourbon con Boris al bajo Kim y Charlie a las guitarras, Tony a la batería y Tex a la voz y armónica, se plantaron como una enorme roca en medio del escenario, girando su ruleta con el estilo que mejor encaja con la esencia del Azkena Rock Festival. Rock and Roll simple y grasiento. Demoledores los Bourbon durante todo su repertorio a través aquellas desafinadas guitarras, y la voz ahumada y áspera de su carismático cantante, Tex Perkins.
¿Qué define en realidad una gran canción de rock’n’roll? Ya los sabemos todos, ¿guitarras chirriosas, y letras picantes a ritmo de bombeo? En teoría sí, pero se necesita algo más para cocinar esos ingredientes y que resulte todo más sabroso. La actuación de The Beasts of Bourbon, llegaron a reunir todo ese guiso en esta edición del Azkena.
Rebeldes, sucios, rabiosos, impulsados por sentimientos recientes y profundos, crearon desde el primer instante esa atmósfera explosiva. Una auténtica apisonadora The Beasts of Bourbon en el Azkena Rock Festival.
Gluecifer, otro de los representantes del rock escandinavo, tuvieron su momento hace 20 años. A pesar de no tener un repertorio de grandes canciones (cosa que sí tiene Turbonegro) defendieron su legado con dignidad. Para nuestro gusto, monótonos.
El Azkena Rock Festival, una fiesta para los pies en tiempos aburridos con tanto “iluminado” en sepultar la cara más colorista de un estilo que una vez fue juvenil.
Si quieres leer la crónica de la pasada edición del Azkena Rock Festival 2017, clica en éste párrafo.
Texto por Javier Casamor, Miguel López y Carlos Pérez Báez. Fotos por José Llull, Ana Hortelano, Jorge T. Gómez y Carlos Pérez Báez y Vídeos por Ana Hortelano, Suso Travieso, J.P. Suárez y Carlos Pérez Báez.