Calexico, la dinámica de los fluidos

Uno, que es de letras, hay cosas que nunca alcanza a penetrar pero que imagina que son maravillosas, como el comportamiento de la luz como onda o como partícula, o la existencia misma de la mitocondria celular. O la dinámica de fluidos. Esto último se me antoja que debe ser algo así como escuchar a Calexico presentando su interesante disco “The Thread that Keep Us” en la noche madrileña, ventosa y con relámpagos, del 21 de julio.

La banda de Joey Burns y John Convertino consiguió algo esa noche para lo que las palabras fusión, mestizaje o diversidad son insuficientes, alcanzó ese estado ideal en el que la música se convierte en un continuo en el que, más allá de la puerta por la que entren a ella, todo fluye en el espacio infinito en el que el sonido muta, cruza por puentes invisibles de una orilla a otra, sin que existan límites, ni fronteras, ni barreras.

Calexico, Noches del Botánico, 2018 (05)

Nada de esto tiene que ver, o tal vez sí, con su postura ética que no solo no ocultan sino que hacen visible, en un panorama mundial en el que los Estados Unidos y España, tan lejos uno del otro, se parecen tanto. Hablamos de refugiados, de inmigración, y de una realidad social que es moneda de cambio política. Los de Houston, o Los Angeles, o el mundo, trajeron a Madrid un álbum recién facturado que es una maravilla porque en él te puedes reconocer donde quieras, y de él nos regalaron prácticamente una docena de temas, que junto a algunos otros antiguos, hicieron que pasáramos del indie a la cumbia, del power pop a la psicodelia, y nada estaba fuera de sitio, todo era parte de ese universo en el que las melodías mantienen su sello individual y los ritmos su herencia genética y a la vez se integran en una sucesión que podría no tener fin pero se detiene en la veintena.

“Dead in the Water”, todavía con el escenario en un baño de claroscuros de los que emergían las siluetas de los músicos, fue la primera tarjeta de presentación del nuevo disco, a la que siguió “Voices in the Field”, donde la música empieza a buscar otros caminos y “Under the Wheels”, en el horizonte pop que refresca los labios. Joey Burns, discreto, vestido de negro y frecuentemente oculto en el centro del escenario, lo que no deja de ser una paradoja para un líder incontestable, ejercía de maestro de ceremonias, dando entrada a las trompetas, Jacob Valenzuela y Martin Wenk, a su diestra, y la siniestra a Sergio Mendoza, teclados, y el madrileño Jairo Zavala, alias Depedro, a la guitarra. Scott Colberg, al bajo y contrabajo, era tan omnipresente como Convertino a la batería.

Calexico, Noches del Botánico, 2018 (07)

Entre unos y otros y, por supuesto, la dinámica de los fluidos, lograron que el corazón latino de “Minas del Cobre”, la exultante “End of the World with You” o la rítmica “Another Space” formaran parte indisoluble de una misma emoción, partituras diversas alentadas por un mismo latido primordial en el que cabían además la arquitectura del indie químicamente puro de “Eyes Wide Awake”, la reivindicación desnuda de la vida en “Victor Jara’s Hands”, muy oportuna cuando todos le hemos llorado estas últimas semanas, o el festejo de las cosas simples en “Flores y Tamales” o del cierre con “Güero Canelo”.

Calexico, Noches del Botánico, 2018 (03)

La ciencia tal vez no lo pueda explicar, pero empíricamente quedó demostrado: hay un hilo que todo lo une, un hilo que nos une también.

Fotos y vídeos por Juan J. Vicedo.

Calexico, Noches del Botánico, 2018 (08b)

 

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