Aretha Franklin murió hoy, a los 76 años, luego de una larga lucha contra un cáncer de páncreas. Reina del Soul, ella fue todo fuerza, energía y esa técnica derivada del Gospel, hacen que su legado musical sea único, y todas quieran cantar como ella, con esa mezcla de Soul, Gospel, Pop y Rock.
Aretha Franklin, además de ser la primera mujer en formar parte del elenco de Rock & Roll Hall of Fame en 1987, usó su fama en favor de los derechos raciales en Estados Unidos, dentro del movimiento racial y de la liberación femenina en la década de los años 60.
Aretha Franklin, se las vio y deseó en pleno éxito con un marido lleno de problemas, malos tratos, alcohol, consumo de drogas, etc., a finales de los años 60. A partir de la década de los años 70, salvo con éxitos puntuales como el que obtuvo con “I Knew You Were Waiting (For Me)”, a duo con George Michael o con One Lord, One Faith, One Baptism, con las que obtuvo sendos Grammys, se retira oficialmente de los escenearios en 1988, desde entonces sólo realiza esporádicas apariciones públicas aunque en 1998 lanzase “A rose is still a rose”, un disco realmente mágico, o aquella versión de The Rolling Stones en 1986 de Jumpin’ Jack Flash con Keith Richards y Ronnie Wood en la película homónima, protagonizada por Whoopi Goldberg.
B.B. King solía decir que la única diferencia entre el blues y el gospel es una palabra. Mientras en el blues se dice «Oh Baby», en el gospel se suele cantar «Oh God». Aretha Franklin unió lo esencial de ambos mundos y los condensó en el soul, esa música que desgarra el alma pero que también la insufla y la ilumina.
Aretha Franklin nació un 25 de marzo de 1942 en Memphis, Dios desde muy joven le dio ese poder que otorga a muy pocos y eso que tenía un padre reverendo, ella como nadie y hoy a sus 71 años de edad, ha sabido adaptarse a todos los cambios musicales en cada época, marcando muchísimas generaciones con canciones como Respect, Think, A Natural Woman, Chain Of Fools, Until You Come Back To Me, I Say a Little Prayer o Don’t Cry Baby en otras muchísimas canciones.
Ella se crió en Detroit con su padre, el sacerdote bautista Clarence LeVaughn Franklin, sus dos hermanas y un hermano. Su madre, la cantante gospel Barbara Franklin (Siggers, su apellido de soltera), los abandonó cuando Aretha tenía seis años. Fue en ese momento que trocaron Memphis por Detroit, la capital norteamericana de la industria automotriz, la sede de Motown, el sello que en 1959 fundó Berry Gordy Jr. y que en los 60 alcanzaría su apogeo y un sonido distintivo.
En la polémica biografía de David Ritz, Respect, publicada en 2014, se revela que la madre de la cantante se cansó de las infidelidades de su marido y dejó el hogar. En las mismas páginas se describe al reverendo C. L. Franklin (conocido en Detroit como «La voz del millón de dólares» y confidente de Martin Luther King) como un hombre que utilizaba el espacio de su iglesia para montar gigantescas orgías que Ray Charles describió como un «circo del sexo». «Cuando se trataba de puro sexo (en esa iglesia) eran más salvajes que yo, y eso es decir algo», contó el autor de «Georgia on my Mind» en la biografía que tardó quince años en ver la luz.
Aretha Franklin gana un Grammy junto con Mary J. Blige por “You never gonna change my faith” en el 2008, y un año más tarde es la estrella de la fiesta de la eleccion del presidente Barack Obama cantando en aquella ocasión “My Country, ‘Tis of Thee”, conocido también como “America”, himno norteamericano.
En 2014 regresó con un disco producido por RCA Records, Aretha Franklin Sings the Great Diva Classics en el que hizo nuevas versiones de éxitos de Adele, Alicia Keys, Chaka Khan o Barbra Streisand. Se disparó al número trece de la lista de ventas de Billboard. Descansa en paz Aretha.
