Desertfest Bélgica 2018: Relámpagos en tímpanos

Celebramos el quinto aniversario de Desertfest Bélgica, lo mejor del stoner rock, heavy psych & sludge se dio cita un año más en la ciudad de los diamantes.

DSF se tiñe de negro con los sonidos más oscuros en una jornada para enmarcar, en la memoria de los desertfesters aún se proyecta una especial añoranza tras lo vivido en la sala Trix el pasado sábado 14.

Black Moth y Crowbar colocaban temprano un listón presumiblemente alto, los reyes del sludge defendieron un set list algo manido pero válido.

Difícilmente encontraremos una banda que sepa conjugar mejor los elementos que requiere un buen directo, tono, ecualización, volúmenes e intensidades en una mezcla que no esconde ningún secreto para los de Nueva Orleans.

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Sus taciturnos slides y densos riffs nunca dejarán de sorprenderme por muchas veces que los disfrute. «Walk With Knowledge Wisely», «The Lasting Dose» o «Planets Collide» definitivamente contienen el metal suficiente para reconstruir la Estrella de la Muerte.

Por otra parte, Harriet Hyde y sus polillas negras se elevan desde Leeds a lomos de un incisivo stoner rock contemporáneo, esquivando hábilmente el cliché y la mano dura que supone reinventar el género.

Impulsos y giros clandestinos gloriosamente sutiles, fuerza, profundidad y pesadez caleidoscópica en un generoso sentido armónico de aire desenfadado, «Tumbleweave» es buena muestra de ello.

La acertada combinación entre YOB-Messa-Yuri Gagarin reside en la contraposición de cada uno de sus estilos, haciendo que el espectador mantenga total interés en cada show, por otra parte, la montaña rusa de sensaciones fue frenética.

Cuando YOB pisa el escenario, el diablo permanece en un rincón riendo… así podríamos resumir la actuación del trío de Oregon, la mayor apisonadora vista sobre un escenario en DSF.

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De la tragedia al triunfo, tras un diagnóstico extremadamente grave de enfermedad intestinal, Mike Scheidt se recuperó y adquirió el propósito de revitalizar la carrera musical de la banda pariendo un álbum cuya mayor característica es la voluntad de sobrevivir.

«Our Raw Heart» no es solo un título más, expuesto física y emocionalmente es un disco que destila minutos fascinantes de enorme volumen, belleza, ritmos masivos y voces desgarradoras, el espíritu de las canciones se deslizó a través de un puente emocional que conectó con la sala transmitiendo tesón y tenacidad al margen del carácter melancólico impreso en sus composiciones. Desert Stage jamás volverá a sonar igual.

La juventud insultante de Messa nos hace cuestionarnos un relevo generacional inclasificable, dominando y adaptando conceptos básicos en sus piezas como el juego tensión-relax, momentos de lirismo junto con otros de energía brutal y progresiones armónicas, propiciando esa atmósfera que ellos definen como «Scarlet Doom».

La existencia parece ralentizarse en sus versos, ritmos jazzísticos de lúgubre ambiente enlazados a poderosos estribillos, sin duda es una música que presta especial atención a los matices, cuidando los medios tiempos donde su vocalista Sara es la total protagonista, aunque su chorro de voz es espectacular en momentos de tempos rápidos cuando la canción lo exige.

Fantástico trabajo de Alberto a las seis cuerdas y al frente del piano Rhodes, sin desmerecer la base rítmica conformada por Marco y Rocco, controlando intensidades, abrumados al observar que sus canciones calaban, lanzaron «Hour Of The Wolf» para terminar su set ante un público entregado, una pista deliciosamente inquietante de cálido mensaje y éxtasis final con solo in crescendo.

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El kraut rock de Yuri Gagarin era justo lo que necesitábamos para evitar el letargo de un duro día y los suecos se marcaron una actuación interestelar, maestros del rock ácido progresivo instrumental influenciados por Pink Floyd, Eloy o Hawkwind, agregan dosis de pesadez y distorsión así como un énfasis en pasajes instrumentales lentamente ondulados para crear sensación de ambiente, teletransportando materia orgánica viva al borde exterior con el simple hecho de observar cualquiera de sus épicas portadas de LP’s.

Matt Pike es el hombre del año, un tipo que nació con una guitarra en lugar de un pan bajo el brazo, siempre con el torso al descubierto mostrando el orgullo de encontrarse en la cúspide tras veinte años de carrera.

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High On Fire es una clase aparte, pioneros y mesías, salvadores sónicos redentores del riff y titanes del tempo, refinando stoner trash a gran velocidad y maestría en la ejecución vocal, «Electric Messiah» su octavo disco de estudio, es el mejor y más diverso de los tres álbumes de la banda con Kurt Ballou (GodCity Studios) una dinámica que te mantiene cautivado, de naturaleza arrebatadora y reveladora, pues todo comenzó con una frase de Pike… «He soñado con Lemmy».

Dopethrone apuntaló la noche con un endemoniado set de más de una hora, arenosos, sucios, música de alto octanaje marcada por el doom, esta impía trinidad si no te mata mas fuerte te hará.

Los grasientos acordes de «Dark Throne» y «Killdozer» volaron nuestra mente y la after party tomaba las riendas de una fabulosa etapa que llegaba a su fin.

Pronóstico reservado para la madrugada, lo que pasa en Bélgica se queda en Bélgica.

Fotos y vídeo por Adal García.

 

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