Kurt Vile. Ese tímido chico de Philadelphia

Kurt Vile regresó a Madrid en medio de una gran expectación, que hizo que las entradas estuvieran agotadas desde diez días antes del concierto. Su figura no ha dejado de crecer en los últimos años, después de su trilogía perfecta de álbumes, que completó con el disco compartido con Courtney Barnett, otra de las hijas pródigas de la escena indie mundial. El motivo de su visita, presentar su recién estrenado «Bottle It In», disco en el que basó gran parte de la velada.

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Pocas figuras en la actualidad generan tanto consenso en la parroquia. Colaboraciones y actuaciones con artistas de muy distinto pelaje (Neil Young, Cindy Lauper, Dinosaur Jr. John Cale, Tinariwen,…) lo atestiguan. El público, mezcla de rockeros, indies y seguidores de hypes, lo confirma.

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El concierto comenzó con «Wheelhouse», un tema donde Kurt ya puso las cartas sobre la mesa: protagonismo absoluto de su figura, una base pre-grabada con la que guiarse y la banda (muy versátil y efectiva durante toda la noche, con intercambio constante de instrumentos) entrando poco a poco en la canción. Siguió el estreno en el set list de «Come Again», uno de los cortes del último disco, que dominaron la primera parte del concierto. Cambiando de guitarra en cada tema, también se enfunda el banjo para «Loading Zones», esa canción costumbrista donde hace una alegato contra las zonas azules, uno de los adelantos de Bottle In It.

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Vuelta al pasado con un clásico «I’m an Outlaw» y otra vez de vuelta al presente con «Bassackwards», una de las piezas claves de su última rodaja, que resume claramente el arte de mr. Vile: folk-rock psicodélico y distorsionado que va fluyendo hacia ninguna parte, encajado en una sencilla progresión de acordes. A medida que avanza, podemos ver todas las claves de un sonido difícil de imitar. Perezoso, distante, pero intentando encontrar una salida al mar…Casi siempre lo consigue, apoyado por unos músicos que sostienen en todo momento la base de las canciones con elegancia y precisión, destacando especialmente Jesse Trbovich, guitarrista/ bajista que le acompaña desde el principio de su carrera.

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En medio del concierto, llega un respiro con un estupendo «Runner Ups» interpretado por Kurt en solitario. La banda regresa a escena para encarar la recta final del concierto re-visitando de una tirada su anterior disco, enlazando el tema homónimo «Wakin on a Pretty Day», «Girl Called Alex» y «KV Crimes». Kurt está haciendo un conciertazo, pero no da del todo con la fórmula para mantener el suspense en lo alto durante todo el bolo. Temas cúspide no se alternan con maestría con otras líneas y llevan al espectador a disfrutar a medias de un show que en análisis profundo es colosal, pero en sensación climática no tanto.

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Vuelta al nuevo disco con «Skinny Mini», que repta a través de un riff pre-grabado para ir creciendo hacia una orgía guitarrera que es uno de los momentos álgidos de la noche. «Wild Imagination», tema que cerraba B’lieve I’m Goin Down, apunta y dispara a nuestra obsesión por nuestras vidas paralelas on line: “I’m looking at you, but it’s only a picture so I take that back/But it ain’t really a picture/It’s just an image on a screen.” Es el tema que está cerrando los conciertos de la gira europea, pero sorprendentemente Kurt decide seguir de un tirón y pasar, sin descanso, a «Pretty Pimpin», esa escena de confusión existencial donde se cepilla los dientes frente al espejo preguntándose si lo que ve reflejado es él o un extraño.

Lo más parecido a un hit en su carrera. “Who’s this stupid clown blocking the bathroom sink?” Es él, es Kurt Vile. Y sigue siendo uno de los grandes en lo suyo. Creando atmósferas y sensaciones únicas tras ser arrastrados inevitablemente al centro de su singular universo. Ya, para acabar, una nueva interpretación en solitario, en este caso de «Peeping Tom», donde volvió a demostrar su dominio de la guitarra folk, y que cerró una hora y media exacta donde, con sus altos y sus bajos, pudimos disfrutar de las distintas facetas del tímido chico de Philadelphia.

Crónica, fotos y vídeo: Javier Casamor y Javier Naranjo

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